Protegida e Intocable. (Editando)

44.Me llamo Natalia.

(Josué)

Desperté y estaba en una habitación totalmente desconocida. Me dolía todo, apenas y podía moverme.

Intenté levantarme, pero lo único que hice fue caer de nuevo al suelo.

—¡Maldita sea!— Musité debido al dolor que causó el impacto.

Escuché que alguien venia corriendo hacia donde yo estaba, al llegar a la habitación vi que era un chica,  muy linda por cierto.

—¿Como estás? ¿Te duele mucho? ¡Gracias a Dios despertaste! Pensé que no sobrevivirías, el impacto fue demasiado fuerte.—Habló demasiado rápido que apenas pude entender.

La miré confundido.

—Oh... — Ella sonrió— Mucho gusto, mi nombre es Natalia— Extendió su mano, yo la tomé y en seguida me ayudó a sentarme nuevamente en la cama.

—Josué— Dije a secas.

—Mucho gusto Josué—  Sonrió— ¿Te duele aún? ¿Cierto? o es que desde ya eres un amargado— Rió.

—Puede que sean las dos cosas— La miré e ignore su mal chiste—¿Como llegué acá?.

—Te ayudé, estabas en la calle tirado con fuertes lesiones pero gracias a Dios no tuviste heridas graves— Dijo mientras me observaba detenidamente— Menos mal, tenia equipo medico  adecuado para poder curarlas. Soy enfermera, se un poco de esto.

—¿Que pasó ayer? no recuerdo mucho.— Le dije con sinceridad.

—Bueno, yo no vi mucho...— Intentó recordar— Estaba en mi auto camino a casa y escuché un fuerte golpe, moví mi auto hacía un cuerpo que estaba a media calle y eras tú.— Me miró triste— Enseguida intenté subirte al auto y conduje lo más rápido a casa — Sonrió apenada y vi que sus mejillas se estaban tornando en un color un poco rojizo—  Al entrar a casa,  tomé mi equipo medico y comencé a revisar tu cuerpo por si tenías heridas graves, estabaa inconsciente debido al mucho alcohol que adquiriste ayer y el impacto del auto,  que menos mal no iba a tanta velocidad, si no... ya no estuvieras acá.

— Hubiera deseado ya no estar acá—  Susurré, pero ella me escuchó.

— ¿Por que dices eso?— Me miró asustada.

—Tengo muchas razones.— Le respondí a secas.

— Oh vamos, no creo que sean parar desear la muerte.— Contestó

— Mi vida ha estado llenas de muertes, morirme sería un regalo de la vida hacía mi.—Mencioné

—Que mente más retorcida la tuya.

—No era necesario que lo dijeras, estoy consciente de eso. 

Yo la observé, era una chica tan llena de vida ¿Por que me ayudó? ¿Por qué no me dejó tirado?

—¿Por qué me ayudaste? — Le pregunté luego de pensarlo.

—¿Por qué no habría de hacerlo? - Preguntó enseguida. 

—No todas las personas ayudan a los demás, en situaciones como esas.

— Pues no soy todas las personas-— Sonrió.

Esa sonrisa... esa sonrisa me recordó a una única chica... Keyla.

—¿Por qué me observas tanto?—Rió.

—Me recuerdas a alguien.— Le respondí.

— ¿Tu hermana?— Preguntó.

—No, es alguién que marcó mi vida.

— Entiendo, ha de ser muy especial para ti. Tus ojos brillan mucho al recordarla .

Ella salió de la habitación sin previo aviso y yo me detuve a observar la habitación, era bien cómoda, irradiaba una total paz. 

—¿Quieres comer algo?— Entró de nuevo, con una bandeja llena de comida.

—No te hubieses molestado.— Le respondí

—Oh vamos, necesitas alimentarte— Se sentó a mi lado—  Recuerda que andas débil aún.

—Bien— Tomé el platillo y empecé a comer.

Sin duda esta chica es buena cocinera.

Ella sonrió.

—¿Te digo algo?— Dijo ella observándome. 

—Dime.

— Desde que haz despertado no te he visto sonreír ¿Siempre andas con esa cara de mala vida?

— Pues sí, siempre ando con esa cara        — Dije haciéndole una mueca de disgusto.

—  No te lo tomes a mal— Sonrió.

— No entiendo como pasas con una sonrisa todo el tiempo ¿A caso no te duele? o es que ¿ya te quedó directa?

Ella rió enseguida.

— Quizás ha quedado directa, no me duele en lo absoluto. —  Respondió de buen humor

Seguí comiendo, tenia una jodida hambre.

—  Pero sabes...—  La miré —  Se que algún día podré conocer tu sonrisa y quizás sea la primera en hacerlo.

— Buena suerte.—  Le respondí sin importancia.

—  Ya verás que la tendré—  Respondió convencida.