55.

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(Josué)

Ahí estaba ella con sus ojos cerrados, acostada en la camilla.

La miraba... me había preocupado tanto por ella. No podía imaginar el hecho que ya no estuviese conmigo.

Pero finalmente todo acabó, eso espero.

Estaba muy agotada... muy débil.

Pero el doctor me dijo que no estaba grave. Que mañana mismo podría regresar a casa.

Eso me llenó de mucha tranquilidad.

Tocaba su delicado rostro, sonreí al ver sus labios y recordar ese día que estuve con ella antes de irme.

  — Keyla perdóname por todo —  Le dije, aún sabiendo que estaba dormida.—  Perdóname por ser tan cobarde y no luchar por nosotros.

Entonces escuché mi celular sonar.

Era Nayeli.

  — Hola, acá estoy con ella — Respondí al instante.

  — Ya voy para allá con los papás — Me dijo Nayeli.

  — Esta bien, esta bien — Respondí— Ya salgo entonces.

Colgué.

Y me acerqué a Keyla, besé su mejilla y vi como ella hizo un pequeño gesto.

Sonreí.

  — Si no me quieres hablar, disimula más  — Le susurré al oído y la vi estremecerse.— Te quiero demasiado Keyla, en serio perdóname. 

Salí de la habitación y caminé hacia la salida del hospital. Los padres de Keyla estaban por llegar y no podrían verme.

Vi a Nayeli correr hacia donde yo estaba, se miraba muy preocupada.

Me miró y yo medio le sonreí .


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Al día siguiente.

Desperté antes que ella, y la observaba cada segundo. No quería dejar de verla, la había extrañado mucho no quiero irme lejos de ella, no de nuevo, yo la necesito la necesito realmente.

Ella era la única que me tranquilizaba, ella me hacía diferente.

No la cambiaría por nada, sería muy tonto hacerlo. Aunque ella lo piense así ¿No se da cuenta que no hay nadie como ella?

Ella despertó y yo la seguía contemplando aún,  acaricie su mejilla ¡Oh Dios! su piel es tan suave y delicada.

Vi su rostro estaba sorprendida, confundida.  Le sonreí nunca había estado con ella por mucho tiempo y peor aún durmiendo junto a ella

— Josué. — me dijo.

— ¿Que pasó mi niña?

— ¿Es cierto lo que me dijo Joel?

Lo miré confundido.

— Él me dijo que tomarías el mando.— volvió a decir.

—Eso es cierto.— respondí.

— Entonces es cierto... no volviste por mi.— musitó.

— Keyla, ¿Como crees eso? vine por ti. Pero tuve que tomar el mando para que no te lastimaran. Lo hice por ti, pequeña — acaricié su rostro— No quiero estar lejos de ti, no de nuevo.

Protegida e Intocable. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora