24.Tengo una misión para ti.

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(Josué )

Al día siguiente el jefe me llamó y me dijo que quería verme. Me pareció raro ya que él no suele llamarme de esa manera.

Lo primero que pensé es que quizás ese maldito mencionó algo de lo que hablamos el día anterior.

Iba camino a la casa del Jefe  y vi al maldito que estaba cubriendo zona. Me miró con una sonrisa victoriosa  y yo le miré con ganas de matarlo.

Entré a la casa.

— Josué al fin llegas.— me miró con su semblante serio.

— ¿De que quería hablarme?— pregunté de una vez.

— Directo al grano como siempre, ese es mi chico — Me dio unas cuentas palmadas en mi hombro derecho.— Tengo una misión para ti.

Menos mal, no era lo que yo pensaba.

— ¿Que clase de misión? — pregunté.

Espero que no sea lo que pensaba, odiaba esas clases de misiones donde tengo que matar gente inocente sólo porque sí.

— Necesito que encuentres una chica y luego...— se detuvo y sonrió perversamente — ya sabes que hacer.

Genial...

— No lo haré — le dije e una vez.

— ¿Como que no lo harás?— me observó molesto.

— Yo no mató personas inocentes.

— Josué todas las misiones que te doy las niegas por la misma razón, ya llevas mucho tiempo acá y tienes que tomar todo lo que haz aprendido. Esta es tu última oportunidad si no, ya sabes lo que y tocará. — advirtió.

Lo miré una vez más y me di la vuelta para seguir mi camino.

No quiero hacer eso.

Yo estoy acá para matar a gente que lo merezca, no por cosas estúpidas.

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Era momento de ponerme en acción y dirigirme hacia el lugar donde la chica aparecería.

Entonces me di cuenta que alguien me seguía y voltee a ver y era uno de los chicos.

— ¿Tu que haces acá?— le pregunté molesto.

— El jefe me mandó — contestó.

— Genial...— musité de mal humor.— Necesito niñera.

— Josué sólo haz tu trabajo — me miró con seriedad.

Lo ignoré y empecé a buscar a mi objetivo.

Miré el reloj marcaban las 3:30 p .m.

Tal como me lo dijeron la chica empezó a caminar por ese puente que me habían nombrado. La miré,  ella tenía el pelo castaño, ojos color miel . Era hermosa, aunque no tanto como mi Keyla.

No puedo hacerlo, pensé.

Entonces salí de mi lugar y le tape la boca de inmediato para meterla al carro. La chica intentaba salir de mi agarre pero se le fue imposible.

— Al fin haces algo bien — escuché decir a mi niñera al entrar al auto.

— Cállate  y maneja— respondí de mal humor.

Mire a la chica que me miraba asustada .

— ¿ A donde me llevan? — preguntó asustada — No me hagan daño por favor,  yo no he dicho ni hecho nada. No soy como mi padre.

Yo sólo la mire con seriedad y el otro imbécil sólo se puso a reír.

— Nos vamos a divertir contigo hermosa.— le respondió él.

Yo sólo lo miré con asco.

Era un imbécil.

Pobre chica.

— ¿Cuál es tu nombre? — le pregunté en vos baja para que no escuchará el idiota.

Ella me miro sorprendida.

— ¿Me estas hablando antes de matarme?

Reí en voz baja.

— No te haré nada.— intenté tranquilizarla.

Me miró indecisa por varios segundos.

— Me llamo Mónica.

— ¿Tienes idea porque estas metida en esto?— le pregunté ya que no sabía mucho del tema.

— Es por culpa de mi padre, él les falló. Se enteró de algo de ustedes y no dudó  en divulgarlo.

Asentí.

Llegamos al lugar donde llevamos a todos los que no cumplen con nuestras reglas.

Tomé a la chica del brazo para hacerle entrar.

— De acá me encargo sólo yo.— miré al imbécil.

— El jefe me dijo que tenía que estar presente.

Sonreí y me quite la camisa.

— Entonces te quedarás a que te de clases.— le dije con tono morboso, tomando a la chica bruscamente.

Él me miró sorprendido.

— Aunque creo que mejor te dejo sólo y diré que ya está  todo hecho.— volvió a decir y salió del lugar.

Quedamos solos y Mónica empezó a llorar.

— No me hagas nada.— dijo entre sollozos.

— Tranquila.— le dije con suavidad.

Tomé dinero de mi bolsillo.

— Toma— se lo entregué.

Me miró  confundida.

— No te haré nada — miré  el reloj— Si se enteran pagaré por esto — susurré. — Apartir de este momento tendrás 20 minutos para llegar a tu casa recoger todo lo necesario y te vas lejos de acá. Sin vuelta atrás no hables con nadie, trata de que ninguno de ellos te vea porque no dudarán en matarte .

— Gra...cias...— me dijo entrecortada y salió corriendo del lugar.

Me senté.

Segundos después.

Salí de los pensamientos al ver entrar bruscamente al chico que me habían mandado de niñera.

Me levanté .

— ¿La dejaste escapar?— me miró molesto.

—Sí y ¿Cual es el problema?

— Si el jefe se entera...

Le interrumpí.

— Si el jefe se entera quizás me maten, pero antes de eso te vas tú también — le amenacé.









Protegida e Intocable. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora