9.Mierda

3.7K 245 15
                                    

(Josué)

Salí de madrugada, nos habían pedido que nos reuniéramos. El jefe tenía algo importante que informar, debido que hace unas semanas habían asesinado al compañero menor de nosotros. Y aún no sabíamos el porqué.

Las calles estaban solas y oscuras, ya estaba acostumbrado a esto.

La oscuridad ha habitado en mi durante mucho tiempo, desde que vi morir a mi padre. No le temo ha nada, solo a que le hagan daño a Keyla y a mi madre. Son las únicas personas que mi importan.

Me encontré con uno de nuestro grupo y lo saludé.

Estábamos por llegar al lugar donde nos reuníamos siempre. Pero vimos una camioneta negra acercarse. No nos dejaba avanzar, nos detuvimos y miramos confusos intentando descubrir quien salía de la camioneta ya que la fuerte luz delantera no nos dejaba.

Todo fue muy rápido, lo único que pude ver fue un hombre alto que me tomaba del brazo, intenté salir del agarre pero se me fue imposible.

Nos arrojaron a la fuerza atrás de la camioneta, estaba confundido.

¿Qué estará pasando?

Estaban por cerrar y avanzar, pero reaccione a tiempo. No podía ser que una persona como yo estaría en esta situación.

Golpeé fuertemente al tipo que me había tomado anteriormente y lo empuje y no sé cómo logre salir de ahí.

Mi amigo también salió, aunque se tardó un poco.

Pero era lo que menos me interesaba en ese momento.

Empecé a correr, me estaban siguiendo. ¿Que tenía yo para ser tan perseguido? ¿Tan irresistible soy? Bueno, eso sin duda.

En fin... corrí lo más rápido que podía y llegue a casa de mis tíos, mire hacía atrás y se veía la luz del carro cerca. Mierda, pensé.

Me salté el muro que tenía la casa, lo más rápido que pude y me escondí detrás del árbol, esta casa era enorme.

Vi la luz de nuevo, esta vez más cerca. Se detuvieron, al parecer salieron del auto pero no fue por mucho tiempo.

Escuché su pasos tan cerca.

— El maldito escapó de nuevo.— escuché a uno gruñir.

Sonreí.

Nunca me atraparan, par de lentos.

Luego escuché el motor de auto sonar, ya se habían marchado.

Solté un suspiro de alivio.

Estuvo cerca.

Revisé los bolsillos de mi pantalón para tomar mi celular pero no lo encontré.

Mierda.

Caminé hacia la puerta de la casa y vi una luz encendida.

Toqué la puerta.

Abrió un primo.

— ¿Puedo pasar? —sonreí.

— ¿Qué te pasó Josué? — preguntó asustado.

— Ya conoces mi mundo— encogí mis hombros.

— Menos mal que estas a salvo, mis padres están dormidos. Pasa, ¿Quieres agua?

— Gracias primo.

Caminé hacia el sillón y encendí la televisión.


Protegida e Intocable. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora