23.No vuelvas a meterte con ella.

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(JOSUÉ )

Estaba reunido con los chicos y derrepente vi pasar a Nayeli, ella me miró por unos segundos y sonrió inmediatamente,
yo la miré con seriedad por varios segundos. Esa sonrisa se me hizo sospechosa, seguro estará  pensando o tramando  algo.

La seguí observando hasta que dobló la esquina que la llevaría a casa de Keyla y vi que tomó su celular.

Creo que ya se que es lo que estará tramando.

Pasaron 5 minutos y la vi bajar y ya no venía sola. Me incliné un poco para ver mejor a la otra persona y efectivamente, era Keyla. Mis manos sudaban y mis piernas temblaban... esta chica me hacía tan débil.

Venía bromeando con su amiga, riendo y me pareció un poco gracioso que intentaba buscarme en todos los chicos que estaban conmigo. Pero ella no se daba cuenta que estaba un poco alejado.

Una media sonrisa se me escapó, y es que verla desesperada intentandome encontrar era demasiado tierno, bueno...Ella lo era.

Estaba entretenido viéndola detenidamente. Estaba tranquilo contemplando a mi niña hermosa, hasta que escuché uno de los estúpidos diciéndole cosas muy groseras y pervertidas. Vi como ella se incomodó y dejó de mirar. Mi cuerpo se tensó. Sólo lo observé y apreté muy fuerte mi mano, tenía que controlarme. Ella de inmediato me miró, su mirada me tranquilizaba , estaba volviendo a la normalidad.  Y es que su inocencia reflejaba paz, mientras tanto yo era todo lo contrario.

Luego ella desapareció. 
Lamentablemente ya no pude seguir viéndola.

Al llegar de nuevo a mi realidad me di cuenta que uno de los chicos me estaba viendo y se puso a reir cuando lo miré, de inmediato mi rostro se tornó serio.

—No me digas — me dijo riendo y saliendo del lugar.

¡Maldición! Lo había notado.

Aunque eso era lo que menos me interesaba en esos momentos. Observé al chico que había intimidado a mi niña, a mi Keyla.

Él sólo sonrió y me dijo.

— Hey! Si que estaba buenísima esa niña verdad. —  Tocó mi hombro.

Pobre imbécil.

Yo sólo le sonreí con sarcasmo y mi mandíbula se tensó al escuchar cada palabra de su puta boca.

Y se me ocurrió darle una pequeña lección.

—¿Sabes? Te quiero hablar de algo, pero no acá.  Te espero en el callejón donde nos reunimos cada vez que charlamos de cosas privadas de grupo. —  Le  dije ignorando su comentario anterior.
—Por supuesto bro, ahí estaré.

Sonreí y le di unas cuantas palmadas en el hombro.

La ventaja de ser la mano derecha del jefe es que todos estos hijos de puta te respetan.

Estaba tan lleno de furia.

Pero me estaba controlando, nadie debería de notarlo.  Pero sinceramente él se había salido de la línea y necesitaba un pequeño castigo.

Caminé despacio al lugar que le había mencionando. Esperando a que él  ya estuviese ahí.

Pensando en cómo empezaría el castigo. Tenía muchas ganas de matarlo a golpes, nadie le habla así a Keyla. Ella no era cualquier chica.

Llegué y como lo esperaba él estaba sentado ahí.

—¿Y bien? —dijo sonriente.

Idiota.

—Amigo ¿Por qué no te levantas?
—Me acerqué. — No me gusta hablar si estas sentado. Necesito que estés a mi altura aunque sea un poco.

De inmediato se levantó y le sonreí.

—Pues dime que sucedió.

Pensé un poco.

—Sólo te quería decir algo.  —dije y recordé todo —
Pero quiero que te quedé bien claro — mencioné entre dientes, el coraje se estaba apoderando de mi — No quiero que vuelvas a decir algo de  esa niña como lo hiciste esta vez.
—¿De la que vimos hoy?¿La de cabello castaño?— preguntó confundido.
  — Ella— respondí.

—¿Pero que tiene? Todos lo hacen, sabes como somos con las chicas y más si están buenísimas como ella.

Ya no pude más, me acerqué más y lo tome la camisa, levantándolo del agarre.

—Vuelve a expresarte así de ella y enfrente de mi, vuelve a decirlo que luego ya no lo volverás a decir jamás en tu puta vida. Con ella no te metes nunca más.— Quería despedazarlo ahí mismo.

El empezó a reírse, lo cual me hizo enojar aún más.

—No me digas —volvió a reír — Josué está enamorado. Quien lo diría  —  sonrió.— Imagínate que pensaría el jefe si se entera que su favorito ha roto una de las reglas más importantes.

Lo deje caer de una sola vez para luego tirarle el primer puñetazo en la cara.

—Él no tiene por que enterarse imbécil.

Tenía tanta furia que no medí mi fuerza y le reventé el labio. Mis nudillos estaban sangrando.

—Ahora...—dijo él sonriente y escupió un poco de sangre —buena suerte con eso, veremos hasta donde llega. Pobre chica no sabe en lo que  la haz metido.

—¿Que insinúas? —dije un poco preocupado.

—Que eres un cobarde.—dijo levantándose del lugar y se largó.

Pobre chica no sabe en lo que la haz metido

No se que fué exactamente lo que quiso decirme, pero tengo que averiguarlo. Keyla no puede estar en peligro, yo lo he prometido y es mi deber proteger a mi niña.

Si tocan a Keyla, serán lo último que harán en su vida.

Protegida e Intocable. (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora