Capítulo 87: Remendar vínculos.

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— Sí que tardas para ducharte. -mecionó Lalo, desde su cama.

No le respondí, sino que me dedique a buscar un peine entre las pocas cosas que me permiten tener aquí.

— ¿Me dejas peinarte? -la oí decir.

Me quedé en hielo, hace tiempo no se ofrecían a hacerlo, y es porque no he dejado que nadie me toque un pelo hasta entonces. Hasta he llegado al punto de salir desarreglada a una presentación por negarme a que las estilistas de la academia me peinen. 

— Como quieras. -dije.

Se puso de pie, para después colocarse detrás de mí. Le entregué el cepillo con inseguridad y me voltee para que pudiese hacerlo. Mientras ella pasaba delicadamente el cepillo por mi cabello enmarañado, yo contenía las ganas de llorar. No logro entender como es que a esta altura del partido, sus recuerdos sigan afectándome de esta forma. 

— ¿Por qué lloras, mujer? -preguntó, deteniéndose.

— Es que, yo...

Iba a hablar, sí iba a hacerlo. Pero fui interrumpida por Andrade, que entró fugazmente a la habitación.

— Buenos días.

— Buenos días. -respondimos.

— Jari, feliz cumpleaños. -me dijo.

Asentí, no creí que lo recuerde...

— Gracias.

— De parte del personal que tanto te estima, incluyéndome. Quisimos traerte un desayuno especial. -dijo, abriendo la puerta.

Dio a paso a Eva, quien empujaba un carrito de comidas con dos bandejas de abundante comida en ella. Sí, me siento en New York, nuevamente.

— Felicidades, preciosa. -me sonrió ella, dejando la bandeja sobre mi cama.

— ¿Te encuentras bien?, te noto apagada. -mencionó Andrade.

— ¿Cómo te sentirías tú si tuvieras que pasar tu cumpleaños en cautiverio? -respondí.

— Tú no estás ningún cautiverio, estás aquí por tu salud.

— En contra de mi voluntad, soy mayor de edad, ¿no te parece que puedo decidir por mi misma?

— En tus condicines, parece que tiveras cinco. No estás bien y lo sabes.

— Ya estás de nuevo con tu cantaleta, ¿me das lo que tienes que darme y se van?, quiero estar sola. -dije.

— Eva, encargarte. -le ordenó.

Cuando Andrade se retiró, Eva se encargó de hacernos ingerir nuestros respectivos medicamentos que ya se han vuelto una especie de éxtasis relativa en mi vida. Cuando creí que estaba a punto de irse, regresó con un paquete en manos.

— Dejaron esto para ti, creo que te interesará abrirlo. -dijo entregándomelo.

— Espera, ¿quien? -dije.

No respondió, sino que hizo oído sordo a mi pregunta y se fue.

Miré a Laura, quien se encogió de hombros mientras comía su tostada.

Extrañada comencé a deshacer el envoltorio de la misteriosa caja que tenía a un lado. Al abrirla, había otro envoltorio más, rodé los ojos y continúe quitándoselo. Primeramente, hallé un sobre blanco, por lo que calculo, debe ser una carta.

"Hoy, como el calendario gregoriano lo indica, estás de cumpleaños. Pero eso no viene al caso, que siempre has estado en contra del día en que naciste, lo tengo muy en claro. Pero hoy, quiero que lo recuerdes... naciste un 07\07\97, tres veces siete, y como mis estudios bíblicos lo indican (nos formamos en un colegio religioso, supongo que también los sabes). El 7 presenta la perfección, y si hablamos de "tres veces siete", nos referimos a tres veces perfecto, la trinidad. Y hoy, quiero representarte de esa forma. Y aunque vayas perdiendo atributos por la vida, lo eres, y siempre lo serás. Conozco tu pasado, y también tu presente, aunque ya no sea parte de él. que estás ahí, en "cautiverio" como lo llamas. Una vez me dijiste que, inconscientemente, hablas en términos médicos porque has pasado toda tu vida en un hospital. En cambio yo, he pasado toda mi vida en un campo de juego, por ende, te hablaré en términos deportivos. En el rugby se dice que: tu actitud es el aroma de tu corazón, si tú actitud apesta, tu corazón también. Y no, no soy predicador de la palabra como debes estar pensando, conozco tu actitud en estos momentos, entonces sé, como se encentra tu corazón.

LOUDER | RMWhere stories live. Discover now