Lost » Negan y tú [Terminada]

25

Tras comer algo mínimo que se basó en un pequeño pedazo de pan algo añejo y un vaso de agua; volví a la habitación, porque si bien detesto estar allí, ya que me siento casi atrapada —aunque si planteamos la situación; en todo momento, ya sea dentro o fuera del edificio siempre lo estoy— me incomodan muchísimo más las miradas que me otorgan los salvadores. Y aquello es algo que realmente, sin importar cuanto me esfuerce, no puedo ignorar.

Me peino el cabello con los dedos durante algunos segundos, para después dejar caer mis manos sobre mis muslos, notando como en éstos se hallan bastantes hematomas, siendo varios de ellos marcas de dedos, aunque sinceramente no sé si se tratan de los de alguno de los salvadores o bien de Negan.

Suelto un suspiro y froto mis manos sobre ellos. Quizás ésa sea la razón de las miradas de los salvadores sobre mí al ir al comedor, no lo sé.

Me llevo las manos al rostro y las mantengo allí, frustrada, intentando alejar de mi mente la voz de Jesús, y es que, si bien desde lo ocurrido —de nuestra pequeña y arriesgada conversación en aquél pequeño cuarto— ya han transcurrido casi cuatro semanas, sus palabras continúan amordazandome; continúan rebotando en mi cabeza, escarbando hasta hacerme creer que estoy completamente perdida.

Sacudo la cabeza y aprieto la mandíbula, intentando alejar su voz, pero es en vano.

—Por favor _____, sé que es peligroso, sé que es jodidamente arriesgado, pero de verdad no hay otra opción.

—Lo sé —le digo y puedo sentir como asiente sobre mi cabello.

—Espero verte pronto.

—Te quiero Jesús.

Exhalo con pesadez, apretando las sabanas con fuerza.

Tengo que hacerlo, tengo que hacerlo antes de no ser capaz.

—Aquí no —la voz de Negan me sorprende. Me siento sobre el colchón, observando como se halla junto a la puerta—, no ésta vez —concluye.

Frunzo un poco el ceño, pero tras meditar sus palabras me levanto y camino hacia él, esbozando una pequeña sonrisa.

Supongo que si quiero hacer el cuento realidad debo creer en él. Creer que soy capaz de ser parte de él, porque lo soy. Si quiero escapar debo serlo.