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Era difícil pensar con todos aquellos gruñidos, sin embargo no tenía opción.

Era luchar o morir.

—Yo voy con la putilla al dos, ustedes prosigan con el tres.

Frunzo los labios para no decirle nada cuando me entrega un machete y un revólver.

—Cuidado Paula; la chica puede hacer que te maten —le dice la otra mujer, de quién aún no sé su nombre, junto al tipo de cabello negro.

—Ya veremos —le responde ella, y yo solo me limito a introducir el revólver en mi cinturón y hallar la forma más cómoda de coger el machete—. Rápido.

La miro de reojo y presiono los labios mientras camino hacia ella, que me guía hacia una puerta no muy grande en la que si bien no se ve nada hacia el otro lado sí se podían oir los gruñidos de los muertos.

—Lanzaré esto, y cuando lo haga ambas entraremos y acabaremos con ellos ¿entendido?

—¿Cuántos son? —Paula me observa con las cejas en alto y yo simplemente bajo la mirada.

Observándola de reojo puedo ver como abre un poco la puerta y lanza una cajita blanca al interior de la habitación. Luego de ello me observa y asiente para abrir completamente la puerta.

En el medio de la habitación se encuentran fácilmente diez muertos alrededor de la pequeña cajita, guiados por en sonido que emana de ésta.

No espero ninguna indicación, simplemente alzo el machete y con fuerza lo utilizo para rebanar la cabeza de dos muertos.

Jadeo, y continúo con el siguiente que se acerca a mí, y su desagradable olor me llega de golpe provocando que la bilis me suba a la garganta.

Alzo una vez más el machete y lo introduzco con fuerza en el cráneo de la putrefacta mujer, para luego, algo desequilibrada acercarme al siguiente. Sin embargo, en el momento de jalar del arma para sacarla del cráneo del muerto el conocido resonar de la puerta al cerrarse me hace girar hacia ella, y solo ahí me percato de que no solo me habían metido el dedo en la boca, sino la mano entera.

Me habían engañado completamente y en realidad mi boleto para morir acababa de ser canjeado.


Silencio.

Todo era silencio.

Nada más que mi respiración.

Nada más que mi corazón latiendo.

Desesperación.

Solté un grito y me llevé una mano al rostro en un intento de secar el sudor de éste.

Jadeando cogí la manilla de la puerta y jale de ella con tanta fuerza que casi pierdo el equilibrio. Pero no caí. Me reincorporé lo más rápido que pude y me encaminé al exterior de aquel desolado edificio.

A juzgar por la posición del sol debía de ser quizás medio día, por lo que éste me golpeaba la cara con toda la intensidad posible.

Me observo las manos mientras camino, percatándome de cómo éstas —al igual que todo mi cuerpo— se hallan empapadas de asquerosa sangre putrefacta.

Y aunque no lo quisiera; las ganas de llorar me invadieron.

Estaba completamente confundida, y cómo no; desesperada.

Estaba sola en un lugar que no conocía preguntándome cómo el Negan que creía haber conocido me envió a una inminente muerte a manos —casi indirectamente— de algunos de sus salvadores.

Me llevo los antebrazos al rostro intentando contener la rabia y gimo. Sin embargo antes de lograr tranquilizarme el rugir de un motor me acecha y no veo más remedio que echarme a correr.

Lost » Negan y tú [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora