CAPÍTULO 34: El Hermano Menor

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—Me vino a acompañar, también nos quiere ayudar— le digo a Carlos, pero esa respuesta no le pareció nada convincente 

—Pensé que éramos nosotros tres—

—¿Y no podemos ser cuatro?— le dice Luis a Carlos

—A ver ustedes dos — interrumpo —Si siguen así esto será la historia del nunca acabar, y hasta puede terminar peor— 

—Los dos— dice Suseth mientras los agarra a cada uno de los brazos y los lleva —Se van a meter aquí, y van a hablar, y no los voy a dejar salir hasta que se arreglen las diferencias— los mete en el cuarto de las reservaciones y cierra la puerta con seguro, ninguno de los dos parecía muy convencido, pero se me hizo buena idea la que tuvo mi mejor amiga. 

—Te pasaste— le digo 

—Siempre imaginé agarrarlos a ellos dos y encerrarlos, solo que para otra cosa, jiji— 

—JAJAJA—

Nos ponemos a limpiar entre las dos, enserio me muero por saber lo que se estarán diciendo ahí dentro, así como acomodo las cosas en el cesto de basura, así como ordeno los cubiertos, cada cosa que hago así como pasan los minutos me hace voltear a la puerta donde están ellos discutiendo. 

—Oye ¿Qué se estarán diciendo?— 

—No tengo ni la menor idea pero han estado muy calladitos—

—¿Y si les abrimos? Capaz y ya no estén—

—No lo dudo— vamos hacia el cuarto de reservaciones y Suseth le quita el seguro a la puerta para luego abrirla, no, no se han escapado ni nada, solo están cruzados de brazos. 

—¿Y? ¿Ya todobien?— 

—Que me diga porque me robó el celular y que hacía con Mía y todo bien— dice Carlos

—Que me diga que ya no es un llorón y todobien— dice Luis 

Esto irá para largo, definitivamente. 

—Esta bien, no funcionó, pero ahora ayúdenme a limpiar que tenemos que abrir mañana a primera hora—

Ahora nos ponemos a limpiar los cuatro, es el momento más incómodo pues nadie le habla a nadie, parece que cada quien está en su mundo como si el otro no existiera, yo podría romper el silencio y decir la verdadera razón de porque se lo robó, pero no tengo porque andarme metiendo, además siento que eso ocasionaría más distancia entre los dos, ya no sé que hacer, hace unas semanas éramos los cuatro fantásticos, ahora, esto. 

Se llega la puesta de sol y ahora si el negocio está listo para abrirse, guardamos las cosas donde se encuentran y nos preparamos para irnos. 

—Mía yo te llevo a tu casa— dice Luis, Carlos solo voltea a ver con enojo

—¿Por qué dices yo? Si tu y Carlos vienen juntos— le digo 

—Carlos y yo no veníamos juntos, él se vino aparte porque quiso— 

—Alguien ya se había llevado la camioneta y me tuve que venir caminando— interrumpe Carlos 

—¿Ves?— me dice Luis — Se tuvo que...espera ¿Te viniste caminando?— dice Luis intrigado

—Casi no había uber circulando en la ciudad por las calles descuidadas ¿Qué querías que hiciera?—

—Te viniste caminando de la residencia hasta acá ¿Y en ningún momento te topaste con un grupo de fanáticas ni nada?—

—Si...si lo hice—

—¿Y entonces cómo llegaste hasta acá?—

—Corrí— Carlos se quita el suéter que traía puesto, mostrando así su brazo con una herida infectada en el codo —Caí pero corrí

Los tres miramos sorprendidos

—¿Por qué no me dijiste!?— 

—¿Cómo querías que te dijera si no hemos hablado en toda la semana? Más que para discutir—

—¿Suseth no tienen un botiquín o algo?— pregunta Luis desesperado, para su fortuna, si hay botiquín aquí en el café y justo eso es lo que se encuentra buscando. 

—Carlos esa herida ya está infectada, Osea te estuvo doliendo todo este tiempo y no dijiste nada— le digo 

Carlos solo me mira haciendo la cara de cachorro. No puedo creer que esta vez se las tuvo que arreglar solito para escapar de las fanáticas locas, ya que no me tenía ni a mí, ni a su mejor amigo. 

Suseth llega cargando un botiquín de primero auxilios, yo le ayudo, saco dos algodones de ahí y los mojo en alcohol medicinal, agarro su brazo y al tallarlo con los algodones el solo hace un gemido del ardor que se siente. Veo que si es algo la herida, pero afortunadamente no pasó a mayores, termino de rasparle con los algodones, le pongo desinfectante y saco una venta para envolverle el brazo.

—Perdón Carlitos— Luis es el que rompe el silencio, al ver a Carlos en esa situación le dio un ataque de pena y no le gustó verlo así, él es su hermano menor, casi casi —Enserio perdón, ya basta que estemos mal y más si es por una tontería— 

Carlos solo lo voltea ver, esta vez no es mirada de enojo, solo hace resplandecer sus ojos. 

—Ya estuvo— dice Luis —Te diré por qué te robé el celular...—

Ella es Mía (LUCAH)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora