Nasir fue el único que reconoció la altura y el cabello del muchacho. Salma le lanzó una mueca, y Nasir se acercó a ella.

-No diré nada, Salma. Lamento haberte acusado. Juro por el profeta que no diré nada. Si así puedes perdonarme... Entonces lo haré.

Salma asintió, aún un poco desconfiada de su hermano. En todo el rato Wilhem no dejaba de hacerle muecas graciosas a la joven. Nasir trataba de no vomitar.

-Déjame decirte que es haram- susurró Nasir a su hermana - no deberías hablar con él.

-Nasir, ¡cállate!, estamos en Washington, no en Marruecos. Aquí puedo tener todos los amigos que quiera. Y tú también.

-Pero no tengas tantos...

Salma hizo caso omiso de su hermano y continuó hablando con Wilhem con señas.
Anthea lo notó y se extrañó:

-¿Qué está pasando aquí, Salma?

Ésta se quedó pálida.

-Ah, nada. Sólo le indicaba a Wilhem que está manchado en la boca.

-Gracias Anthea- fingió él, conteniendo la risa.

Anthea asintió y siguió conversando con Miranda.

-Iremos por la cena- anunció Miranda- conozco un lugar donde venden los mejores tacos, ya volvemos. Anthea irá conmigo.

-Cuidense- dijo Mohammed, mirando a Anthea. Ella asintió.
De cualquier forma, no iba sola.

Ya en el auto, Miranda le preguntó a su amiga:

-¿Y cómo les ha ido con lo de Mohammed?

-Supongo que bien. No ha sido fácil. No sabemos si podrá salvarse...

-No pienses de ese modo. ¡Todo será como antes!

-Es justo lo que no quiero...

-¡¿Pero qué dices, Anthea?!, ¿quiéres que tu marido se muera?

-¡No!, no me refiero a eso. Antes de la enfermedad la vida para mí era tan simple, aburrida y monótona. Mohammed se estaba cansando de mí y estábamos al borde del divorcio. Y ahora él es súper tierno conmigo... Creo que esto nos está haciendo mejores a los dos.

-¿Estás agradeciendo el hecho de que tu marido tiene cáncer?- preguntó Miranda muy alarmada.

-¡No!, simplemente pienso que al pasar por todo esto, nos estamos uniendo más, lo que es totalmente bueno para mis hijos, y para mí. Todos los pequeños problemas que se han acumulado con los años se están resolviendo.

-Se están resolviendo con un problema mucho mayor, querrás decir.

-Miranda, a lo que voy, es que sé que Mohammed se salvará. Tengo esa confianza. Allah puso el cáncer en el camino para hacerme ver todo lo que podría perder. Allah quiere salvar nuestro matrimonio.

-¿Entonces qué estás esperando?, sinceramente nunca he visto que seas ni un tantito romántica con Mohammed desde que enfermó. ¿No se supone que lo amas?

-Bueno, no es tan simple... Nunca existió un sentimiento fuerte hacia él. Me casé a los catorce años, Miranda. A esa edad estaba llena de sueños e ilusiones, y por mucho tiempo quedé estancada en esa etapa.

-Lo lamento, Anthea. Pero en serio tienes que resolver tus problemas con Mohammed, porque si Allah no hace que el cáncer se vaya...

-Ni lo digas. No quiero pensar en eso.

Llegaron a un establecimiento de tacos, y esperaron su turno para hacer el pedido.

-¿Y tú, Miranda?, ¿nunca tuviste hijos con Tom?

Llantos De Arabia Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz