—Aguafiesta aburrida. —Murmuró Fredk. Le di un golpe en el hombro haciéndolo retroceder.

Sentí a Camil dar un paso atrás y tensar su cuerpo. Frunci el ceño por su repentino cambio. Miraba al frente fijamente sin pestañear. Fredk dejó de acariciar su hombro y también se tensó. Haype sonrió y Margot se encogió de hombros. ¿Y a estos que les pasa? Iba a preguntarle qué le sucede pero sentí un cuerpo posicionarse detrás de mi y tomarme por la cintura. Iba a golpear a quien sea pero no lo hice por tres razones:

1: Nadie en este lugar tiene suficiente valor para abrazarme.

2: Su olor ya me demostró quién es.

3: Ya Haype se estaba besuquiando con cabeza de tomate.

—Hola. —Susurró en mi oído, enviando una corriente por mi cuerpo.

—Hola. —Sonreí. Natanael Movió la cabeza en saludo hacia Camil y Fredk y a Margot le tendió la mano. Zet y Haype estaban en su mundo de enamorados aún.

Natanael se dió la vuelta tomó mis mejillas y selló un beso en mis labios. Algo que me tomó por sorpresa.

—Vamos a clase. —Bajó la mano hasta la mía y la entrelazo. En otro momento, en otra circunstancia y si fuera otra persona ya le abría propinado un golpe para que no me toque. Pero es Natanael y mi cuerpo se niega a apartarlo.

Aparté la vista de él y miré donde están los chicos. Solo está Margot hablando con Zet y Haype.

—¿Fredk y Camil? —Pregunté.

—Dijeron que su clase ya iba a empezar y se fueron. —Respondió Margot. Moví la cabeza una dos veces asintiendo.

No se fueron por su clase, siempre le gusta llegar tarde. Se fueron porque le temen a Natanael.

—Te lo dije. —Me susurró Zet pasando a mi lado. Inmediatamente me sonrojé. Haype me giñó un ojo y se fué de mano con Zet. Escuché a Natanael reír y luego llevarme de mano hacia clase.

—No le tomes asunto. Es un idiota. —Dijo refiriéndose a Zet, porque es obvio que lo escuchó. —Me gusta verte sonrojada.

—Cállate. —Lo escuché reír y dejar libre mi mano. Por un momento quería reclamarle por dejarla, pero me contuve.

Entramos a clase, el profesor ya había llegado. Cuando nos vió desvió la mirada para no hacer ningún contacto visual con nosotros. Él fué quién nos señaló cuando la policía nos buscaba.

Hijo de puta.

Entré ya con mal humor, Natanael entró detrás de mi. El asiento donde me sentaba junto con el idiota que me besó estaba vacío. Giré el rostro hacia Fiona, quién ya me fulminaba de antemano, el asiento de Natanael seguía vacío.

Caminé hasta mi asiento y ya cuando iba a tomar asiento sentí unos brazos en el mio llevándome más atrás del aula.

—Por supuesto que no te sentarás ahí.

Nos sentamos al final, cerca de una ventana. El profesor continuo con su clase y los demás dejaron de observarnos, menos Fiona, ella me asesinaba con la mirada.

Saqué las cosas necesarias igual a Natanael y puse mi vista fija al frente para escribir lo que sea que esta escribiendo el calvo de miérda.

....

Ya la hora casi estaba acabando. Por suerte no tengo más clases en el día de hoy. Después de esta iré al gimnasio y me quedaré entrenando hasta la hora de volver a casa.

De ves en cuando miraba a Natanael y sé que el también hacia lo mismo.

En uno de los silencio y cuando el profesor se dió la vuelta me giré hacia él.

—Natanael. —Le llamé sólo para que él escuchara. Se giró hacia mi con una sonrisa.

—¿Si?

Iba a abrir la boca para hablar, pero una tercera voz, lo suficientemente gruesa llamó mi atención.

—Valentin. —Giré el rostro hacia el profesor.

—¿Y ahora qué hice? ¿Maté a alguien más? —Pregunté con fastidio.

—Por ahora no. —Respondió igual. —La señora directora quiere verla.

Frunci más el ceño. ¿Para qué quiere verme la madre de Natanael? Giré hacia Natanael en busca de algo pero él solo se encogió de hombros y sonrió.

—No debe de ser nada malo, ella te adora. —Acarició mi mano en la mesa y luego me alentó a ir. Me levanté de mi lugar y caminé hacia la dirección.

Juro que si fue Fiona esta vez la mataré.

Caminé por el largo pasillo vacío y sin ruido. Giré como había hecho la ultima vez que iba hacia allá y abrí una puerta que daba a la sala de la oficina. Toqué la puerta una vez y abrí luego de recibir un pase.

—Hola Hayle, que gusto verte. —Me recibió con ese cariño que me confundió desde el primer día.

—Buenos días, señora. —Saludé entrando.

—Llámame Rocío. Me haces ver vieja. —Movió las manos al aire soriendo. —Toma asiento. —Me indicó el sillón frente a ella.

Hice lo que me dijo y entrelace mis brazos.

—Te preguntarás que haces aquí si no has hecho nada malo. —Asentí con la cabeza porque en realidad me pregunto eso. Aunque si hice algo malo pero ella no lo sabe. —Bueno quiero invitarte a casa luego de que tomes tu última clase. Michael y yo lo hemos planeado. Queremos compartir contigo y tú hermana como lo hacíamos con... sus padres. —Cambió la mirada a una de tristeza y luego sonrió. —Nathan seguro querrá verte. —No sé porque pero me puse rojo de inmediato por la mirada de complicidad que me dió.

No quiero ir. No soy persona de socializar, y aunque debo admitir que son buenas personas y las que me sacaron de la cárcel, no me sentiría cómoda con personas. Pero les debo un favor, y si dijeron ser amigos de mis padres es porque son de confiar.

—Allí estaré. —Acepté tratando de dar una sonrisa.

—Perfecto. —Dió unas palamditas al aire sonriendo. —Bueno, te robé unos minutos de clase. —Dijo sin dejar de sonreír. —Puedes irte, cielo. —Y solo esa palabra me puso la piel de gallina. Así solía decirme mi madre, ese era el apodo para mi. Antes de ponerme a llorar me levanté y luego de despedirme salí de allí.

Recordé que una vez estuve allí, y ahora que lo pienso ¿Dónde estaban cuando dormí aquella noche con Natanael?

Sonreí recordado esa noche y la tarde de ayer.

¿Qué se supone somos Natanael y yo? nunca me ha pedido que sea algo más. Ni siquiera me ha dicho en realidad todo lo que siente. 

Y no lo sabré si él no me lo dice.





Lifes CrossedWhere stories live. Discover now