Capítulo 25

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Para cuando los Soldados Noresulanos se instalaron en la base de Euresis, los rumores comenzaron a exparcirse como la pólvora.

Unos decían que no tenía sentido que Noresul volviera a aliarse con nosotros, ya que todo había sido cancelado. Otros decían que era una trampa, que cómo dejaban que ellos se quedasen y que por muy buena relación que tuvieran los dos países, no debíamos confiar en ellos. ¿Qué nos garantizaba a nosotros que Noresul no estaba aliada con alguna de las dos potencias y planeaba destruirnos?

No nos podíamos fiar de nadie.

No entendía por qué nos ayudaban o por qué siquiera se molestaban en aquello. No encontraba ninguna razón coherente para que aquello pasase.

Que se confirmase que Jared estaba entre el ejército infiltrado fue la guinda del pastel. Si no estaba claro que no dormía bien, con aquel hecho menos iba a hacerlo. No era por nada en concreto (él era profesional en cuestiones militares), pero aún me incomodaba tenerlo allí. Y más sabiendo que la última conversación que tuvimos lo dejé colgado.

Admití que entré en pánico en cuanto dijo que era su chica.

No sé por qué lo hice, pero me sentí así igualmente. Nunca sabía qué esperar de él, ya que era tan impredecible que me daban dolores de cabeza.

Era un secreto a voces conocido por todos que Jared no salía ni cortejaba a chicas. Él se acostaba con ellas, con consentimiento por parte de las dos partes y sabiendo que sólo era sexo, pero no tenía relaciones serias. Todos los sabíamos, me habían advertido de aquello y aún así, él pareció cambiar totalmente en cuanto yo entré en escena.

Era ridículo.

Así que para sacarme de dudas y después de coincidir en unos ejercicios de entrenamiento en la sesión de tarde, me armé de valor y quedé con él para hablar. Sorprendentemente él accedió sin rechistar.

¿Por qué lo haría? No era él el que daba esquinazo. Era yo.

Esperamos a que todos nuestros compañeros (Euresianos y ahora también, Noresulanos) se retirasen para poder hablar con tranquilidad y que no más personas supiesen de nuestras identidades. En teoría sólo un par de personas del ejército Español, Briseida y Nathan sabían de la mía.

Repasé con la mirada disimuladamente a Jared: llevaba botas negras, una camiseta negra ajustada a su cuerpo marcando sus músculos y los pantalones militares. Su pelo estaba algo húmedo y desordenado por el sudor después de los ejercicios y sus ojos estaban cansados, pero teniendo aún aquella chispa que lo caracterizaba. Viéndolo así, podía pasar perfectamente por un Soldado normal y corriente.

—Primero de todo,—comencé a decir en cuanto vi que el último Soldado que quedaba se iba corriendo hacia las duchas masculinas—quería aclarar que no soy tu chica.

Él parpadeó perplejo y lucía confundido al principio, pero luego sonrió de lado. De manera suave, como si al haber dicho eso le produjera orgullo.

—No soy tu chica, ni de Cameron, ni de nadie—seguí diciendo—. Ni de Euresis, ni de la Realeza ni de la Corte. Yo soy mía. No soy propiedad de nadie y nunca lo seré.

Jared abrió la boca para hablar pero yo seguí con lo mío. Él siguió con esa sonrisa de lado, como si supiera exactamente que lo fuera a decir. No era de manera altiva, al contrario: podía decir al cien por cien que parecía que se sentía orgulloso porque hubiera dicho todo lo anterior; pero temía que si le dejaba hablar perdería el hilo, así que ignoré totalmente el hecho de que él quisiera intervenir y esa sonrisa de su rostro.

—Segundo, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Olvidas que la alianza entre Euresis y Noresul ya no existe?—Me crucé de brazos, esperando a que respondiese.

The Final Reign (#TCIM 2) ©Where stories live. Discover now