Capítulo 23

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Mis pasos retumbaban en los pasillos del Palacio Real Gailden más de lo que me gustaría. Liam y yo caminábamos por uno de los pasillos secretos, ya que la Corte no sabía nada de que iba a estar en Palacio... al parecer no se me permitía volver aún.

Así que prácticamente estaba por los pasillos de mi propia casa a escondidas porque iba a reunirme con uno de los príncipes más cotizados del mundo que, además de que me había propuesto matrimonio a pesar de estar ya prometida con otro, su país me había declarado la guerra.

Y con ese hecho, no entendía qué hacía aquí. Y más cuando mi hermano me dijo que había venido en un jet altamente privado y aparentemente discreto que hasta la mitad de la Corte no sabía de esto.

—Dejemos que diga lo que tenga que decir—dijo él entre dientes.

—Liam, su país ha intentado matarme estando en España dos veces—me encogí de brazos.

Él suspiró. Sabía que lo que decía era verdad, y cuando se lo dije casi pierde los nervios. No entendía por qué el tiroteo que hubo antes de volver al país, no se le había comunicado.

Entramos a otra de las salas secretas de reunión que él había encontrado. Al parecer el tiempo solo como Regente le había dado tiempo para explorar a fondo Palacio. Al fin y al cabo era nuestra casa... y conocerla bien también formaba parte de algo esencial en su vida.

La sala era blanca, con paredes exquisitas y con estampados del signo Real Euresiano, así como sus esquinas estaban bañadas de lo que parecía como oro. Al fondo de la sala y de la larga mesa caoba, se encontraba una ventana enorme de color negro y unas cortinas rojas. La elegancia se sentía, desde luego.

Max estaba sentado en la larga mesa, con su cabello que le quedaba a la altura del cuello recogido en un bajo recogido. Llevaba puesto una chaqueta con banda militar de color azul oscuro donde colgaban placas estadounidenses. Iba demasiado formal comparado como iba yo: una camisa blanca y unos pantalones de cintura alta negra. Liam iba más o menos como Max, pero dado que ellos dos eran príncipes y yo en teoría no lo era.

—Altezas—él se levantó de su silla a hacer una reverencia, a la vez que sus acompañantes salían por la puerta, dejándonos a los tres solos en aquella habitación.

Cuando me acerqué a él para hacer también una reverencia, hizo un ademán para besarme la mano y yo no tuve tiempo para rechazarlo. Cuando me senté en el lateral de la mesa junto a Liam, me sentí incómoda. Estábamos teniendo una conversación con uno de los altors cargos del país que nos había declarado la guerra por una propuesta de matrimonio que no tenía ni pies ni cabeza.

—Supongo que os preguntaréis la razón de esta visita inesperada—empezó a decir.

Nos mantuvimos callados. Yo era la primera que no quería estar allí y la tensión se palpaba en el aire.

—Quería pediros un favor—terminó de decir.

Solté una risa. Max lucía confudido ante mi gesto y Liam me pegó una patada en la pantorrilla bajo la mesa, y yo le fulminé con la mirada.

—Tienes que estar de broma—contesté yo.

—Estoy siendo muy serio en estos momentos, Scarlett.

—¡Tu país nos ha declarado la guerra! ¿Por qué querríamos hacerte a ti un favor?—aclaré lógicamente y algo ofendida.

¡Habían intentado matarme y mataron a unos civiles refugiados en un campamento Español que no tenían nada que ver en esta guerra! Me sentía muy atacada en aquel momento. ¿¡Cómo se atrevía a hacer tal propuesta!?

—Pido una tregua entre nosotros ahora—dijo Max pacientemente, con voz suave y tranquila. Lo miré inexpresiva y él miro a Liam—. Por favor.

Mi hermano ladeó la cabeza para mirarme y yo aparté la mirada. Me sentía ofendida, quizás estuviera actuando como una cabezota pero Liam no entendía que su gente había intentado matarme... Supuse que mi reacción era normal. Incluso suave. Otras personas podrían habérsele tirado al cuello para ahorcarlo, y yo mantuve mi compostura en todo momento.

The Final Reign (#TCIM 2) ©Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt