Capítulo 5

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Tras cenar, Max y yo paseamos por la orilla de la playa a la luz de la luna. Para él puede ser romántico, pero para mí sin embargo, es aterrador. Aterrador por el hecho de que me había metido en un lío sin quererlo: estaba claro que el Rey Christopher no iba a rendirse en cuanto a conseguir la alianza con mi país.

Ni siquiera estaba escuchando lo que Max decía. Estaba contando algo de los jardines de su palacio en Nueva York, pero sinceramente, yo sólo estaba dándole vueltas a cómo iba a poder salir de aquello sin tener efectos colaterales.

—¿Scarlett? ¿Pasa algo?—preguntó, interrumpiéndose.

Negué con la cabeza.

—Lo siento. Estoy algo distraída.

Él suspiró, como si supiera realmente en qué estaba pensando. Y en aquel momento supe algo de lo que nunca había estado segura con certeza desde que supe que era la princesa de Euresis: no quería romper la alianza con Noresul, al igual que tampoco quería romper la relación (o lo que sea que fuera aquello) que tenía con Jared.

No quería (ni podía) aliarme con Estados Unidos. Aquello supondría comprometer a mi país en dar sustento a Estados Unidos y a tomar bando en la IV Guerra Mundial.

Euresis ya estaba lo suficientemente devastada como para volver a una guerra. Mi pueblo estaba tomándose un respiro, volviendo a la normalidad después de dos años catastróficos de Guerra Civil. No podíamos volver a estar metidos en otra guerra... encima, mucho más mayor.

—No quería ponerte en un aprieto, de verdad—me aseguró mientras me cogía de una mano y la besaba suavemente; a mí simplemente se me retorcieron las entrañas. Realmente querían alíados y estaban haciéndolo a través de chantajes y manipulando emocionalmente. Llevaba toda la noche insistiendo en su propuesta.

Pero yo no iba a caer.

—Lo siento, Max. No puedo hacerlo.

Él paró de caminar y se quitó los zapatos elegantes que llevaba para sacudirlos porque había arena dentro. Yo simplemente volví a ponerme mis tacones en cuanto pisé baldosa.

—Entiendo... He hecho lo que he podido.

Fruncí los ceños:

—¿Qué?

—Te acompaño a tu habitación—esquivó rápidamente.

*****

El tercer día que pasamos en Filipinas, marcaba la próxima vuelta a Euresis. No quería irme, la verdad. Estar en esa Isla me hacía evadirme de alguna manera de mis responsabilidades, y enfrentarme al fin a mi puesto como Regente.

Confíaba en mí misma y en mis facultades. No era por inseguridad el hecho de que fuera arisca en Palacio, el personal, la Corte y con las personas en general. Simplemente era que estaban pasando demasiadas cosas como para asumirlo todo de golpe: la situación de Steve, no sabía si seguía prometida con Jared, Estados Unidos quería a Euresis como país alíado en la IV Guerra Mundial, acostumbrarme por completo que fuera Regente de un país que dependía literalmente de mis decisiones y mandatos; además de aquel estúpido beso con mi quizás-no-prometido.

Tal frustración era, que estaba metiendo mis cosas de manera muy brusca y bestia en la maleta. No conseguía meter ni una mísera camiseta bien.

—Joder—murmuré para mí misma.

Alguien tocó la puerta, a lo que yo alcé la cabeza. Era Cameron.

—¿Necesitas ayuda con eso?

Volví a mirar mi maleta y a presionar.

—Claro que no—contesté.

Y como si de repente los planetas se hubieran alineado ese mismo instante, mi maleta literalmente soltó un sonido y se abrió porque no podía cerrar de la cantidad de ropa que había.

The Final Reign (#TCIM 2) ©Where stories live. Discover now