Capítulo 67: Doble condón.

Comenzar desde el principio
                                    

Al salir de allí, primeramente pasamos por la farmacia para comprar unos calmantes por si me dolía mucho, y la verdad es que si dolía y mucho, pero no pienso tomar nada, estoy bien. Le pedí a Abraham que se quedara a dormir conmigo esta noche, no quería estar sola hoy, por algún motivo lo necesitaba cerca, todavía tenía muchas cosas por aclararme. No sé como fue que me desmayé, ni qué pasó para que reaccionara así.

- ¿Vas a decirme ya qué pasó? -pregunté subiéndome encima suyo.

Sonrió y acarició mi cintura.

- ¿Qué haces así en ropa interior? ¿no tienes frío? -ladeó la cabeza.

- Contigo no.

Oí unos golpes en la puerta.

- ¡Adelante! -gritó Abraham.

Yo lo miré. Pues estábamos en una posición que cualquier persona podría llegar mal pensar.

- ¿Qué? -me miró- No es nada sexual si hay ropa de por medio.

- Permiso, chicos... -entró papá a la habitación.

¿Papá? ¡¡¿¿En serio??!!

- Hola, pa... -dije recostándome al lado de Abraham.

Él alzó una ceja.

- ¡No estábamos haciendo nada malo! -se atajó Abraham.

Don Mario alzó sus manos declarándose impune.

- Lo que hagan en su intimidad a mi no me incumbe, pero eso si, no quiero ser abuelo a menos de los cuarenta, así que, chico... -señaló a Abraham- Doble condón.

- Ay, papá... -dije cubriendo mi rostro con mis manos.

Abraham me miró con cara de... "Pero si ni siquiera usamos condón".

- Espera, ¿"menos de cuarenta", dijiste? JA!, si tú tienes menos de cuarenta, entonces Abraham es tan buen comediante que tendría que hacer Stand Up especializándose en los chistes del jamón york -hablé irónicamente.

Él me miro indignado.

- ¿Qué? Si tengo razón -dije- el que le contaste a mi hermanito, el de Súperman, fue malísimo, mejor sigue estudiando...

- Esa sutileza que te caracteriza... -dijo, mirando al techo.

Volteé su rostro y lo besé.

- Ya dime tú, cincuentón con un niño de seis meses. Oye, ¿qué no tenían tv en New York?

- Bueno, ya está con el bullying, ¿no? -dijo Abraham.

- Sólo venía preguntarles si les gustaría acompañarme al restaurante mañana, hay que captar postres nuevos, y Abraham, sé que a ti te gustan.

Al terminar la charla con papá quise retomar la que tenía con Abraham hace un momento.

- Ya, hablando en serio. ¿Puedes decirme que fue lo que me pasó?

Suspiró.

- Simplemente te copeteaste de más...

- Y, ¿por qué se supone que te eché? -pregunté.

Me sonrió.

- Porque le besé la nariz a Cristina...

Arrugué mi ceño, ahora recuerdo todo. Me había molestado eso... ¡Y era patético! -miré su rostro y lo vi preocupado mirándome con suplica, comencé a reírme.

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora