Capítulo 9

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Antonio Carrasco se acostó a dormir esa noche. Llevaba bastante tiempo durmiendo lejos de su esposa, sin compartir la cama ni intercambiar palabras. Lo prefería así. Su matrimonio era una fachada que le había ayudado a construirse la fama de hombre honrado, rico y de negocios, aunque el primer adjetivo fuese sólo figurativo.

La habitación estaba cálida, Isabela se había encargado de que la chimenea ardiese antes de que el amo llegara para acostarse. Sentía el cansancio en los huesos y cerró los ojos para caer en un sueño profundo.

En la mañana ordenó a la jovencita que cambiara la ropa de su valija por mudas de ropa limpia y que la dejara lista porque partiría luego del almuerzo. Isabela obedeció con prisa porque si no lo hacía sabía que las consecuencias no serían amables.

Antonio se sentó a la mesa para desayunar. Esa mañana su familia tampoco lo acompañaría y hasta agradecía el gesto. Bebió de la taza el líquido oscuro y volvió a colocarla sobre el plato de porcelana mientras llevaba un trozo de pan a su boca y masticaba tranquilo.

Uno de los empleados apareció en el comedor y se paró lo más derecho que pudo antes de pedir permiso y comenzar a hablar.

- ¿Qué sucede? – bramó el hombre.

- Ha llegado una carta para usted señor – anunció el hombre sin sorprenderse por el tono de voz.

- Tráela – demandó mientras limpiaba sus manos en la servilleta blanca.

Examinó el sobre y comprobó por el sello que provenía del Señor Guerra Escalada, un importante noble. Rompió el lacre y abrió la carta, desplegando con delicadeza el fino papel y leyendo la tinta.

Luego de leerla suspiró hondo. El Señor vendría a cenar esa noche y solicitaba compartir la cena con su familia, sin otro invitado que la familia Carrasco.

Con un tembleque de manos volvió a plegar el papel y meterlo dentro del sobre. Terminó su desayuno y se levantó para dirigirse a la pequeña sala cercana a la cocina donde estaba seguro de que encontraría a su familia.

- Buenos días. –  Saludó a su mujer, la única persona en el lugar, con tono áspero.

- Buenos días – replicó ella levantando la vista de su taza de té caliente - ¿sucede algo?

- El viaje se pospone hasta mañana. Esta noche vendrá el Señor Guerra Escalada a cenar. Solicita compartir la cena con toda la familia. Dile a la hija de Samuel que no cenará con nosotros esta noche, ordena que Isabela le sirva en su cuarto.

- ¿No te parece que sería una ofensa a la muchacha?, quizás el Señor no sabe que ella está alojada en nuestra casa y podríamos anunciárselo esta noche cuando él llegue...

- ¿No escuchas cuando hablo mujer?... él ha dicho que quiere cenar con la familia y eso no la incluye.

Dámaris permaneció callada. Su marido se dio media vuelta y salió por el mismo lugar que había llegado. Salvador y Ofelia aún no habían aparecido para desayunar, agradeció que la humillación no pasara más allá de sus propios oídos y dejando la taza de té sin terminar se retiró ella también de la salita.

*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

La clase del señor Maldonado se mantenía en silencio. Las alumnas rodeaban la mesa y trabajaba cada una en su tarea, mientras él estaba sentado en la cabecera también leyendo un libro.

- Ofelia... - susurró Sonia a su lado, la jovencita levantó la vista de su tarea y la miró interrogante mientras una gota de tinta se formaba lentamente en la punta de la pluma.

OfeliaWhere stories live. Discover now