7

22.2K 1.3K 38
                                    

Decir que todo sigue siendo igual sería una completa mentira. Mi madre ha estado distante, demasiado. Sus llamadas diarias desaparecieron. Anoche la he llamado yo, fingiendo preocupación por su falta de atención hacia nosotros. Sonaba extraña, nerviosa y quizás algo preocupada. Sé el por qué, la policía busca a Lourdes desde el día después de la fiesta. Su esposo la ha tomado como desaparecida desde la boda de mi tía y seguramente eso es lo que la tiene tan consternada.

Aun así, ella no me ha dicho nada sobre la desaparición de su amiga. Todo está muy bien, según ella. Eso prueba, tristemente, que la relación con mi madre ya nunca será la misma. Ahora comenzará a ocultarme cosas, a distanciarse y a comportarse extraña. Su calor maternal se está apagando, todo por sus estúpidas –pero ciertas– sospechas de una aberración, como todos deben creerlo.

¿Qué ha sido lo que ha visto? No puedo imaginarme lo que sea que haya hecho que sus ojos se abran y caiga en la realidad. De mi padre no he tenido noticias siquiera, no se ha dignado a llamarme. ¿Qué pensará él al respecto? Él siempre ha sido un hombre de pocas palabras, pero sé que todo esto lo ha hecho enfadar. Su silencio es más que suficiente.

Cierro el álbum de fotos y froto mi rostro para alivianar mi vista.

—¿Algo interesante que ver?

—Todo es interesante... ¿En qué momento crecimos tanto? —Pregunto tomando una de las fotos que se encuentran sueltas. En ella, Christian y yo dormimos en el sofá rodeados de juguetes. La foto la sacó mi madre, tendríamos aproximadamente seis y diez años.

—Hemos crecido muy rápido al parecer. —Susurra tomando la foto de mis manos y sonríe. Lo miro, brotando de ternura al ver al pequeño Christian con los cabellos revueltos. —Nuestra madre me dijo que tomó la foto una tarde de invierno, y lo recuerdo. Es tan extraño no recordar cosas que tendrían que ser importantes para mí como mi primer día de escuela, mi primer amigo, los torneos deportivos que ganaba y que de hecho tengo trofeos guardados... pero sí recuerdo cada vez que me quedaba a jugar contigo porque tú estabas aburrida o triste.

—Es normal no recordar cosas de la infancia, no debes preocuparte...

—No —niega sin borrar su sonrisa— recuerdo muy poco de las cosas importantes. Los únicos recuerdos lúcidos son contigo. Es como si mi mente borrara todos los momentos en los que tú no estabas y dejara sólo los nuestros. Y no estoy molesto con ello, amo que así sea... —se pierde por unos momentos mirando la imagen— recuerdo perfectamente bien que ese día tenía planeado ir a jugar con mis amigos, pero tú te paraste en la puerta de mi habitación abrazando a tu feo peluche de conejo y me preguntaste si podía quedarme contigo. Mamá se iba a ir con una de sus amigas y tú te sentías triste... simplemente no podía negarme a tus peticiones.

—Recuerdo poco de ese día, pero lo que sí recuerdo es que solían burlarse de ti por jugar a las muñecas conmigo. —Sonrío, melancólica.

—Nunca me molestó eso, nadie comprendía que cada momento contigo era hermoso, incluso con esas muñecas horrorosas que tenías.

—¡Oye! Tú me habías regalado la mayoría, bobo.

—Lo sé.

Nos sumimos en un cómodo silencio. Abro nuevamente el álbum y continúo pasando las fotografías en donde ambos aparecemos. Agradezco que mi madre tomara esas fotos que le ocasionaban ternura... sin saber que, quizás, no todos los abrazos, los besos y las demostraciones de cariño captadas en ellas eran inocentes.

—Me pregunto si ese pequeño Christian de seis, siete u ocho años, en algún momento creyó que se enamoraría de esa pequeña niña que cargaba en sus bracitos con tanta ternura —susurro.

M.H ~Parte 1 -2 -3 ~ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora