XVIII

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Como si fuese poco todo lo que nos ha ocurrido con el detective, al llegar a nuestro hagar nos encontramos con otro interrogatorio por parte de Dori.

-¿Se puede saber por qué han estado en el destacamento y por qué un oficial ha venido a interrogarme como si yo fuese sospechosa de algo?

Bien, al menos ya sabemos algo nuevo, han interrogado a Dori también. ¿Quién más estará en la lista?

-No es nada Dori, solo han pedido que Emma declare por el tema del encuentro que tuvo con el asesino hace un año. -Responde él al ver que no tengo palabras para hacerlo.

-No puedo creer que lo sigan buscando aún. Ese maldito ya ni debe estar en el país. -Dice alzando los hombros.

¡Está frente a tus narices mujer!

-Así es la justicia. -Susurro.

-Estoy algo nerviosa. -Digo por fin cuando ambos nos encontramos en su habitación.

Él me mira y tensa su mandíbula.

-¿Por qué?

-Él sabe la verdad Christian, en cuanto encuentre una prueba te meterá a la cárcel... o peor, te darán la pena de muerte. Y no solo morirás tú, también lo hará mamá de un ataque al corazón al enterarse, lo haré yo cuando Lele lo sepa, ella me matará. Todos... absolutamente todos nos odiaran.

-Tranquila, nada de eso ocurrirá. Él no hallará las pruebas necesarias.

-Yo creo que sí, se lo ve decidido y apuesto a que no duerme tratando de conseguir algo. Dijo que tiene evidencia, que solo necesita una sola mas... lo veo demasiado convencido de que esta vez ganará.

-Es un imbécil. Se ha involucrado mas de lo que un detective debería, ha tomado el caso de manera personal y eso juega a mi favor. Cometerá errores. -Sonríe. -Y si me encierran, saldré al poco tiempo.

-Un asesino no paga fianza, Christian. Deja de soñar.

-No pagaré fianza.

-No, no serás un prófugo de la justicia... piensa en mamá, es demasiado. -Digo negando.

-Tú tranquila.

Es sencillo para él decirlo, aunque debería ser al reves. No sé quien está mas seguro de sí mismo, si el detective o él.

-Iré a dormir un poco. Necesito pensar... -Me levanto de su cama y salgo de la habitación.

-Buenas noches hermanita. -Alcanzo a oir.

-Buenas noches hermano. -Susurro.

Hermanita, hermano... sí, claro.

_____

Cierro los ojos intentando dormir por quinta vez. Las imágenes que el detective me mostró y sus palabras se vienen a mi mente. Tengo que hacer algo para despistarlo...¿Pero qué hago? ¿Qué puedo hacer yo? Nada. Esto es algo demasiado arriesgado, mucho mas que mantener una relación a escondidas del mundo con mi misma sangre...

Salgo de mi mundo cuando siento un cuerpo pegandose a mi espalda.

Y hablando de la misma sangre...

-No puedo dejar de pensar. -Susurra con su rostro oculto en mi cabello.

-¿En qué piensas exactamente?

-Pienso en lo bien que me siento sabiendo que ahora sabes mi secreto.

-No es algo de lo que debas sentirte orgulloso. Aún me cuesta trabajo creer que tú... has hecho tal cosa. -Muerdo mis labios sintiendo sus brazos presionarse mas contra mi. -Pero es mucho peor saber que he sido capaz de encubrir todo esto.

-Mmh... ¿Recuerdas esa noche en la que me salvaste metiendome en la biblioteca? -Pregunta.

-Sí, lo recuerdo...

-Me asusté mucho esa noche ¿sabes? Nunca creí que mi hermanita sería capaz de ayudar a un asesino.

-Tampoco yo lo creí... -me giro quedando frente a él.

-¿Te arrepientes de algo?

-No. -Niego sin pensarlo.

-Eso lo prueba todo. -Sonríe con un brillo de orgullo en sus ojos.

-¿Qué es lo que prueba?

-Que no somos tan diferentes. Recuerda esto Emma, tú eres lo único que necesito en mi vida. -Siento su mano posarse sobre mi pecho del lado del corazón. -Te amo tanto como tu puedes llegar a odiarme. Y tú me amas de la misma forma. Puedo sentirlo. Y quizás esté mal... bien, está mal. -Dice rodando los ojos haciendo que sonría.- Está jodidamente mal. Pero... esto no es tan sencillo. Es difícil de detener, porque nadie puede controlar algo cuando ese algo es el que te controla a ti.

-Debemos intentarlo...

-Oh, sí. Lo haremos, pero esto no durará mucho tiempo y lo sabes. Cuando finalmente el deseo se vuelva una tortura, cuando comencemos a sentir que no podemos respirar si no estamos juntos, cuando nuestra mente ya no escuche esa voz de advertencia, no habrá mas control. Entonces en ese momento, dejaré de ponerme límites. Dejaré de ser pacuente. Dejaré de ser bueno contigo.

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M.H ~Parte 1 -2 -3 ~ [En Edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora