⚜️E: Especial Final

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El curry de cerdo empanizado con gotitas de sangre desataba uno de los aromas que más le encantaban a Yuichiro. Desde la primera vez que lo probó en el castillo real de Sanguinem, no tuvo otro platillo favorito en mente por más que el reino de Inari intente seducirlo con las colosales cantidades de sal que lo hacía salivar.

Yuichiro se sentó sobre el césped, acomodando todos los platillos que trajo consigo y vertió sangre dentro de una copa para acompañarlo con un postre que el nieto de Kureto había preparado con la receta familiar; seguidamente, se sirvió un fresco jugo de naranja y permaneció en silencio, contemplando a su acompañante.

Una delicada brisa hizo que los embriagantes olores se unan y sigan fluyendo cuesta abajo, por el camino por donde había venido el zorro. Otra corriente provocó que la cabellera de Yuichiro le cubra la vista, haciendo que suelte una infinidad de gruñidos. Luego de haberse asegurado de que el airecillo deje de hacer sus travesuras, Yuichiro le ofreció la merienda al vampiro y comenzó con la suya. Sus manos temblaban con cada bocado, pero todavía podía alimentarse por sí mismo. Lentamente, culminó con su merienda en la cima de la montaña. Una de las tantas que se podían ver desde lo alto del castillo.

Yuichiro se limpió la comisura de los labios con una de las servilletas de tela bordadas con las iniciales de Mikaela. Dobló la tela con afecto, guardándola de vuelta dentro de su chaleco como si fuese su más apreciado tesoro.

—Mikaela —lo llamó, admirando a su esposo con la copa y la torta de chocolate con sangre intacta—. Hoy día lo pasé muy bien —le informó con una sonrisa—. Los niños estuvieron limpiando una de las recámaras cerca de los baños y se encontraron con una caja.

Dentro de la canasta, una envoltura cubría un fajo de imágenes. Yuichiro rebuscó dentro de ésta y sacó todos los dibujos que había trazado con la antigua pluma de Inari. Yuichiro las contempló como si hubiese sido ayer el día en que se quedaron atrapados en lo más alto de la cima o cuando Mikaela le pidió un retrato. Había dibujos de dragones, de sus hijos cuando eran bebés, un retrato familiar completo y muchos más. Cuando el zorro llegó a uno de sus dibujos favoritos, tomó el pequeño marco que trajo consigo y la colocó dentro de ésta. La selló de un chasquido de dedos y la puso junto al vampiro.

—Mikaela —lo volvió a llamar en un tono sumamente afectivo, intoxicado de un amor puro—. Sé que me he pasado toda la vida negándolo —admitió con una pícara sonrisa—. ¿Cuántos años tuviste que soportar a este estúpido esposo tuyo? ¿Cuántas décadas aguantaste mi lado renegón y testarudo?

La imagen de ambos vestidos con trajes de gala tradicionales de cada nación con las manos entrelazadas y los anillos de bodas puesto se mantenía en pie, acompañaba al vampiro, quien solo podía escucharlo. Mikaela no le respondió y prosiguió en silencio.

—¿Sabes, Mikaela? —Yuichiro acarició el marco—. En verdad, te lo agradezco.

Yuichiro hizo una pausa y sintió que su corazón se hundía cada vez más.

—Te agradezco todos estos años en que me diste todo tu cariño. Eres el mejor esposo, el mejor compañero y el mejor todo que alguien como yo haya podido tener —musitó, observándolo—. Y sinceramente... —balbuceó en un tono apagado, casi desgarrador. Yuichiro inhaló con fuerza, tratando de no quebrarse—. Siempre te he amado.

El zorro se quebró y se aferró a la base de la tumba de cristal que se alzaba con decorativos de piedras preciosas incrustadas. La imagen de su esposo yacía en la parte más alta, sonriente, casi con un aire muy juvenil. Mikaela solo seguía escuchándolo, fijando su mirada en todo su reino. Yuichiro se mordió el labio, conteniéndose las ganas de chillar cuánto lo quería, cuánto deseaba volver a verlo. Anhelaba admirar las estrellas bajo el firmamento, robarle besos cada vez que se enemistaban, hacerle bromas pesadas como la vez que le prendió fuego a su capa cuando le confeccionó un monedero de dragón, llamarlo vampiro estúpido y hacerle el amor en la parte posterior del carruaje.

¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora