⚜️10: La Gran Madame

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Mikaela Hyakuya se encontraba meditando como nunca

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Mikaela Hyakuya se encontraba meditando como nunca.

Cuando se trataban de los cursos que su tutor le imponía, siempre lograba sacar notas satisfactorias, y las materias eran tan fáciles como contar hasta el diez. Sin embargo, esta nueva tarea de escoger un futuro esposo y aprender las correctas tácticas de seducción probaban ser un verdadero desafío.

El amor era una ecuación, cuya respuesta podía variar, y el vampiro se rompía la cabeza intentando encontrar una solución lo suficientemente buena como para que Yuichiro muestre interés en él. Pero era en vano.

El vampiro estaba desesperado.

Mikaela había seguido la guía al pie de la letra. Cada piropo, cada muestra de afecto debió de haber funcionado. Yuichiro debería estar comiendo de su mano y suplicarle que se case con él como todos los demás pretendientes deseaban.

Lastimosamente, no fue así.

La frustración lo carcomía, no lo dejaba descansar ni permitía que conozca a los otros príncipes y nobles. Cada día, Mikaela reducía las horas de los encuentros con los demás pretendientes con tal de poner en práctica las lecciones de amor.

Después de dos largas semanas, ya no pudo ocultarlo más. Mikaela había venido con muchas excusas como para no ver a nadie; y al quinceavo día, Ferid propuso ayudarlo.

Sus finos dedos danzaban sobre el brazo del sofá, moviéndolos como si tocase el piano. El ritmo de su ansiedad y nerviosismo iba acompañado del mecer de su pierna más el golpeteo de su bota contra el alfombrado.

Mikaela se encontraba en su despacho, esperanzado en que Ferid apareciese con buenas noticias por las grandes puertas talladas. Había pasado más tiempo de lo debido y su tutor no se aparecía. No importase cuantas veces su sirvienta le cambiase la copa de sangre, Mikaela no le daba importancia. Solo pensaba en cómo capturar el corazón de Yuichiro a costa de nuevas tácticas.

—¿Qué te tuvo tan entretenido? —resopló Mikaela, denotando su irritación en el tono de su voz—. Ya es casi hora de la cena, Ferid.

Su tutor ingresó a la habitación ligeramente agitado, aunque su sonriente semblante tratase de ocultar su cansancio. Ferid dejó la puerta entreabierta y dio unos pasos más hasta estar frente a su príncipe. Se inclinó prolongadamente, procurando recuperarse disimuladamente.

—Su Alteza, disculpe la demora —dijo Ferid con firmeza, genuinamente arrepentido por la larga ausencia—. Tuve complicaciones para encontrar a la persona adecuada, pero gracias a mis buenos contactos, lo logré.

La mirada de Mikaela fue escéptica.

No pensó que Ferid le fuese a traer a alguien para que lo apoyase en una de sus misiones más importantes de toda su vida. Asumió que se trataría de una guía más actualizada.

Disimulando su desilusión, el vampiro asintió y alzó su brazo para que prosiga con lo planeado. Después de todo, no podía perder el optimismo luego de esperar por tanto tiempo. Si Ferid había reclutado tan ilustre individuo, debe de ser un activo muy valioso.

¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora