⚜️12: Una buena oportunidad

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Mikaela le entregó su capa al teniente Yoichi, quien asumía la posición que hubiese ocupado Ferid Bathory en la mañana, luego de desayunar

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Mikaela le entregó su capa al teniente Yoichi, quien asumía la posición que hubiese ocupado Ferid Bathory en la mañana, luego de desayunar. Mikaela descendió los escalones hasta llegar a la arena y esperó tranquilamente a que su oponente bajase.

Al otro extremo, el príncipe de los tigres brincaba sobre su sitio, entrando en calor. Mitsuba alargaba sus garras y las escondía, acostumbrándose a la rapidez de sus movimientos.

—Su Alteza —llamó Mitsuba—. ¿Está seguro de que no desea usar protectores? Veo que la ropa tradicional de Sanguinem es muy liviana.

Mikaela sonrió y negó.

—Esa es la idea, Mitsuba. Siento que es mucho más fácil contraatacar de esta manera —replicó Mikaela, retirándose las sandalias para mantenerse descalzo, y entró a la arena. Hizo una breve pausa para admirar al público que se había acumulado en tan poco tiempo—. No hay nada que temer. Es una pelea amistosa, ¿verdad?

—Por supuesto.

Uno de los sirvientes hizo sonar el platillo de metal que colgaba desde lo alto, en una de las esquinas techadas. Ni bien el sonido hizo eco en todo el lugar, la pelea había comenzado.

Mikaela ajustó las bandas de oro que protegía sus muñecas, y acomodó su cabellera en una pequeña cola de caballo. Luego ambos iniciaron un recorrido circular sin perderse de vista, y se mantuvieron así hasta que Mitsuba fue el primero en impulsarse para dar el primer golpe.

El tigre se abalanzó sobre Mikaela, dirigiendo sus garras sobre un parche de piel desprotegido. Rápidamente, Mikaela utilizó los aros de su muñeca para recibir el golpe y aprovechó ese momento para embestirlo con los codos con la misma fuerza. Mitsuba retrocedió, dando volteretas agiles en el aire, y se alejó, manteniendo una distancia prudencial.

—Nada mal —admitió Mitsuba—. No muchos pueden resistir el primer golpe.

—No soy esos muchos.

—No, no lo eres —reconoció Mitsuba, sintiendo una leve excitación en su zona íntima.

En esta ocasión, Mikaela fue quien inició el ataque y se acercó a veloces zancadas, ganándose los aplausos de la multitud. La primera patada fue en dirección al estómago, la cual Mitsuba logró esquivar a la perfección, y terminó proporcionando una dura patada sobre la espalda de Mikaela al percatarse del espacio abierto.

Mikaela estuvo a una fracción de caer contra el piso.

Mikaela soltó un gruñido y se impulsó con una de sus manos para alejarse, evitando un puñetazo que iba derecho a su cabeza. El impacto alzó los escombros, provocando una lluvia de tierra y un gran orificio. La arena empezó a resbalar, perdiéndose en la oscuridad de aquel hueco.

—Por poco —dijo Mitsuba, sacudiendo su puño—. Dulzura, ¿por qué no te quedas quieto? Solo quiero darte mi cariño.

—Oblígame —siseó Mikaela, arqueando su espalda para reajustar sus huesos.

¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora