⚜️08: Esto no es amor

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El zumbido de un pestilente mosquito fue lo necesario para mandarlo a abrir sus ojos de par en par

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El zumbido de un pestilente mosquito fue lo necesario para mandarlo a abrir sus ojos de par en par. Irónicamente, no escuchó el escándalo que Mikaela había generado en su cuarto, pero el danzar de aquel insecto fue fuerte y claro.

Yuichiro se incorporó de golpe y batió sus brazos desenfrenadamente para que aquella bazofia alada lo dejase en paz. Sin éxito alguno, comenzándose a cabrear por la irritante canción, deslizó una de sus piernas sobre las sábanas para descender e iniciar una campal batalla. En su descuido, su pierna se enredó con la tela y su mentón fue parar directo contra el suelo, despertándolo por completo.

—¡Rayos! —gruñó Yuichiro, estremeciéndose por la punzada—. ¡Por las mil pu...! ¡Mujeres que ofrecen servicios sexuales a cambio de dinero!

Después de maldecir de forma educada, Yuichiro permaneció recostado sobre su espalda, observando el techo y escuchando a la distancia a su enemigo. En una fracción muy corta, el mosquito se había escabullido por uno de los ventanales. El zorro suplicó a todos sus ancestros para que no volviese a entrar o perdería la razón.

Yuichiro se agarró del borde de la cama para levantarse. Una vez de pie, se acercó a la ventana y contempló los cielos. El sol seguía oculto entre los montes. Aliviado de que aún tuviese un par de horas para dormir, se apoyó contra el marco y se relajó con el silencio de la madrugada.

De repente, una fría brisa entró, lo suficientemente agradable para calmar su disgusto, e inhaló toda su frescura. Aquel viento meció las finas cortinas, envolviendo parcialmente el torso de Yuichiro, quien las retiró de su cuerpo, empujándolas hacia un costado para que dejen de mandarle leves cosquilleos a su pecho. Yuichiro esperó por un corto tiempo y se estiró para coger el seguro de la ventana.

«Si no la junto, puede que pesque un resfriado. Lo que menos quiero es tener a Shinoa preocupándose por mí», pensó al dejar una diminuta abertura.

Ni bien estuvo a punto de dar media vuelta, una mancha le llamó la atención. En su reflejo, gracias a la luz que caía sobre él, Yuichiro se percató de un corte en su labio inferior. Con la punta de su lengua, la humedeció. Una pequeña costra se había formado, aunque no recordaba haberse lastimado antes de dormir. Tampoco pudo habérsela proferido cuando cayó de la cama, pues estaría sangrando en estos momentos.

—¿Y esta marca?

Desconforme, se aproximó al escritorio que tenía cerca de su cama y rebuscó cada cajón hasta que encontró un espejo de mano. Yuichiro examinó la curiosa herida y la palpó con las yemas. Repentinamente, un hilo de electricidad lo invadió hasta la punta de sus pies.

Pareció recordar algo, un sueño, tal vez.

Si se concentraba, la imagen de uno de sus dragones peludos venía a su mente. Colmillo. No obstante, había algo diferente en su apariencia... Colmillo gozaba de un hermoso pelaje rojizo en la parte frontal de la cabeza, no rubio. Era de escamas duras con púas, no de piel suave; y casi nunca olía bien, ya que su aliento apestaba a restos de pescado y cebolla.

¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora