⚜️19: El arte en su máxima expresión

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La droga dio un efecto diferente por la cantidad de sangre que la disolvió y la mezcla con las sales mágicas

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La droga dio un efecto diferente por la cantidad de sangre que la disolvió y la mezcla con las sales mágicas. Las sales actuaron torpemente al igual que el caramelo, el cual generaba una sensación de placer extrema.

Yuichiro ya no se sentía con ganas de cogerse lo primero que se moviese, pero todavía tenía mareos. A cada rato, su campo de visión se nublaba o la escena se le iba para un costado como si estuviese en altamar. Su estado no mejoraba, ni porque se apoyaba del vampiro para pararse. A comparación del zorro, Mikaela veía colores muy brillantes que aumentaban y disminuían de forma, deformándose como sustancias viscosas.

—¡Mikaela! —pio Yuichiro con los brazos extendidos, tambaleándose para el lado derecho—. ¿Dónde estás? ¿Ves lo que estoy viendo? —Empezó a agitarse, ni bien se percató de un bulto negro en una de las esquinas.

—¿Qué pasa, Yuu? —Balbuceó.

En su peor estado, Yuichiro fue dando grandes zancadas hasta la puerta de uno de los salones e intentó colocarse de cuclillas, terminando con la cabeza apoyada sobre la puerta. Pretendió coger una rata del piso, pero antes de que la tocase, ella salió disparada de ahí.

—Tch, menudo chasco —dijo Yuichiro, alzándose con dificultad. Se volvió hacia la figura borrosa de Mikaela—. ¡Casi atrapó a la Mikaconda! ¡Si tienes un poco de dignidad, la mantendrías bien sujetada!

Mikaela se llevó las manos dentro del pantalón y palpó su miembro, sintiéndolo muy flácido. Esa no era la gran virilidad de la que se había enorgullecido desde que tiene memoria. El vampiro refunfuñó, meciéndose para un costado por la pérdida de su fiel amiga.

—¿Dónde se me cayó? —Mikaela dio vueltas a su alrededor—. ¿La viste? ¿Iba corriendo muy rápido?

—Creo que la perdí —replicó Yuichiro, dándose dos vueltas más hasta marearse—. ¡Descuida! Llamaré a los soldados y daremos una orden inmediata. —Hizo una pausa, quedándose pensativo ante la idea—. Te aseguro que la encontrarán sin problemas.

Lágrimas brotaron de los ojos del vampiro. Mikaela se cubrió el rostro, empezando a sollozar más fuerte. Con todo el esfuerzo del mundo, Yuichiro se dirigió hasta él y utilizó la rocosa textura de la pared para ponerse de pie. Le acarició la espalda e intentó reconfortarlo.

—¡He perdido mi pene, Yuu! —Tomó una bocanada de aire y berreó—: ¡Los elfos! ¡Primero invaden el reino, ponen sus cochinas mesas y ahora se han robado mi pene!

—Ya, ya. Solo les diremos que tienen que encontrar una cosa peluda y negra. Si quieres, puedo pintar un retrato con una recompensa.

—¿De verdad? —Mikaela se desabrochó el pantalón, empezándose a bajar la ropa interior hasta que escuchó un aullido—. ¿Yuu?

Desde el otro lado del pasadizo, Yuichiro se percató de un rápido movimiento de patitas. Dejó a Mikaela y fue tras la bestia, avanzando lo más veloz que sus piernas le permitiesen. Yuichiro se abalanzó sobre la supuesta Mikaconda y peleó contra ella. Le tiró puñetes, la arañó e hizo todo lo posible en su crítico estado. Para sorpresa suya, la Mikaconda podía devolver ataques.

¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora