⚜️11: La otra cara de la moneda

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Los días de oro, cuando Madame Kimizuki fue una de las proxenetas más valiosas de todo el continente, habían regresado

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Los días de oro, cuando Madame Kimizuki fue una de las proxenetas más valiosas de todo el continente, habían regresado.

Ciertos rumores corrieron por el reino de Sanguinem, aclamando que aquella extravagante mujer se paseaba por los reales pasadizos en compañía de los mejores sirvientes de los reyes. Algunos supusieron, que le estaba enseñando a Mikaela a cómo desenvolverse en la cama, lo cual fue considerado una total falacia, pues su Alteza nunca se mostró interesado en esas actividades; otros asumieron que actuaba como una informante; y la gran mayoría, que había sido invitada para ofrecer los servicios de sus acompañantes más sensuales a los soldados.

Cualquiera que fuese la razón, solo muy pocos la sabían. Naturalmente, Kimizuki mantenía su palabra y guardaría uno de los más grandes secretos del joven príncipe. No había duda de que le sería fiel hasta el final de los tiempos. Jamás abriría la boca para ensuciar su imagen cuando aquel vampiro mostraba un genuino interés en encantar a uno de sus pretendientes. Después de todo, un amor tan puro no se veía muy a menudo. Madame Kimizuki haría todo lo necesario para enamorarlos.

Madame negó rotundamente ante las sonseras que Mikaela escupía, típico de un jovenzuelo ignorante en el campo del embriagante amor.

—Nosotros sabemos que usted es un príncipe trofeo. Tiene el porte, la inteligencia y la riqueza.

Mikaela asentía orgulloso con el pecho inflado.

—El problema surge cuando usted no puede convencer a su zorrito de que lo es. —Kimizuki retiró un sobre que guardaba entre sus pechos, y lo mantuvo entre sus largos dedos—. Hay una gran diferencia entre la arrogancia y la humildad con la que muestra sus atributos.

—No es ser arrogante, solo es la verdad de mi persona.

Kimizuki arrugó la nariz y resopló, permitiendo que una media sonrisa se forme en sus pintorescos labios. Venir al castillo de Sanguinem había sido una de sus mejores decisiones, ya que las respuestas de su gobernante eran muy entretenidas.

—Mi querido príncipe, sea o no, usted debe de actuar con inteligencia. Tiene que ser tan astuto como una suegra. Ese tipo de mujeres apuñalan a las nueras o nueros cuando sus hijitos no andan presentes, y es delicada como una dulce petunia cuando lo están.

—Tus comparaciones son tan... extrañas —afirmó Mikaela—. De acuerdo, acepto que soy complicado. ¿Qué hago para remediarlo?

Madame le entregó el sobre y esperó a que su príncipe lo recibiese. Inmediatamente, deseoso de saber todas las respuestas a sus interrogantes, tomó la envoltura y la desdobló para encontrarse con una solitaria línea de palabras y una corta cifra al costado.

—Creo que otras personas más merecen una disculpa, su Alteza —aseguró Kimizuki, señalando el escrito. Antes de que Mikaela preguntase de qué se trataba, Madame se inclinó hacia él y llevó su índice a sus labios, y añadió—: Usted sabrá qué hacer una vez que envíe a sus hombres. Ese elfo y sirviente suyo se lo merecen. Entre tanto, solo concéntrese en su rutina diaria. ¡Diviértase!

¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora