⚜️06: Trabajo en equipo

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Los tomates rodaron por el reluciente piso que había sido trapeado a altas horas de la mañana; las papas y otros vegetales también se unieron a la fiesta, creando un completo desastre en medio del pasadizo central

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Los tomates rodaron por el reluciente piso que había sido trapeado a altas horas de la mañana; las papas y otros vegetales también se unieron a la fiesta, creando un completo desastre en medio del pasadizo central.

Para empeorar la situación del pobre ayudante de cocina, el saco de arroz que cargaba en la espalda se había desatado de su tirante, profiriendo una abertura lo suficientemente grande como para vaciar dos kilogramos de granos a su alrededor.

El actual accidente no se asemejaba al pálido semblante del pobre hombre. Sus ojos desorbitantes, sus miembros que no paraban de temblar y las gotas de orina que se le habían escapado.

El joven soltó la cesta, ignorando el creciente dolor que había generado al golpear sus pies con ella, y balbuceó un sinfín de disculpas ante la presencia de aquellos jóvenes.

—No otra vez... —masculló Mikaela

Al escuchar su voz, el chico se arrodilló, golpeándose la frente con el suelo, y gruesas lágrimas brotaron, las cuales fueron acompañadas por una mucosidad verde.

Mikaela tensó su mandíbula, maquinando cientos de formas de castigar a tan inepto sirviente suyo. Sus relucientes botas se habían vuelto a ensuciar con porquería de granja.

Después de que la sirvienta se las trajo, no duraron puestas ni menos de cinco benditos segundos. No entendía si todos habían amanecido con las ganas de joderlo o estaba siendo muy permisivo con ellos.

—¡Príncipe, por favor! ¡Perdone mi atrevimiento! —sollozó el sirviente fuera de sí sin levantar la mirada—. ¡Disculpe a este ignorante, bueno para nada! —Llevó sus manos a su cabeza y comenzó a darse puñetazos—. ¡Norito es un tonto! ¡Tonto, tonto, tonto!

—¡No te golpees! —intervino Yuichiro, sujetándolo firmemente de las muñecas—. Tranquilízate, por favor.

El vampiro rodó sus ojos del aburrimiento. No soportaba que el zorro se comportase como un héroe, un alma caritativa y celestial que había venido a salvar a todos los pobretones. Los zorros no debían de ser así. Los zorros debían de ser temidos al ser una de las criaturas más poderosas del continente, aunque Mikaela los considerase casi igual de ineptos que los elfos.

—Llamaré a uno de los guardias para que te corten las manos. Si eres tan inútil como para botar todos los ingredientes en mi presencia, no las necesitarás —siseó Mikaela, pateando los insumos al caminar en su dirección.

Yuichiro lo cogió del tobillo. Mikaela se detuvo a observarlo desde lo alto con curiosidad.

—¿Se puede saber por qué estás en medio otra vez?

—Ya hemos hablado de esto hace no mucho, Mikaela.

—Sí te oí, mamá.

Yuichiro hizo caso omiso de su comentario y prefirió ayudar al desdichado a incorporarse. Sus manos rozaron con la extraña contextura de las manos de Norito, lo cual hizo que Yuichiro retire las suyas de inmediato.

¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora