[MikaYuu x YuuMika]
Mikaela Hyakuya, próximo soberano del reino de Sanguinem, le importa un bledo terminar como un solterón y el hazmerreír de su nación. Pero cuando sus progenitores le dieron un ultimátum, éste será forzado a favorecer al pretendie...
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Sobre la cama, Yuichiro continuaba gruñéndole al príncipe de Sanguinem. Brincaba sobre ésta, quejándose y aullando lo injusto que era la vida mientras que Mikaela se divertía con su monería.
—¡No es no!
—Pero están muy bonitos, Yuu.
Mikaela giró la túnica de tonalidad vino para mostrarle una de las prendas que había mandado a confeccionar al momento. La costurera le había preparado pequeños trajes de colores sobrios con un conjunto de botitas, lo cuales hacían un contraste con el pelaje de Yuichiro. Ofuscado, Yuichiro mordió uno de ellos y los hizo trizas al sacudir su cabeza como un verdadero can rabioso.
—¡Malo, malo! Eso no se hace. —Mikaela lo roció reiteradas veces con el agua del florero.
Yuichiro gruñó y se cubrió el hocico con sus patitas. Le desagradaba esponjarse.
—¿Por qué eres tan malagradecido? —Mikaela acercó la túnica e intentó vestirlo—. Al menos no te estoy llevando a cenar desnudo.
—¡Ya te dije que no quiero que me pongas absolutamente nada! No pienso salir de aquí hasta recuperar mi forma.
—Pero te verías muy tierno con la vestimenta formal de Sanguinem. Hasta te saqué un pantalón a tu medida con elástico.
—¿Cómo te atreves a decirme tierno? ¡Soy majestuoso y guapo! —El pelaje de su cola se erizó.
Ambos siguieron renegando hasta que Shinoa carraspeó. Había retornado de consultar con uno de los físicos del castillo. Ingresó, se sentó sobre la cama y observó el rasgo animal de Yuichiro. Se frotó el mentón y lo observó en silencio.
—No estoy muy seguro de lo que ha podido ocasionar esto. Usualmente, un cachorro todavía no puede manejar sus emociones, así que una emoción fuerte hace que se transforme. En el caso de Yuichiro, su inmadurez ha probado que, cuando entra en pánico, por ejemplo, hace que esto suceda. En cuanto a sus padres, obviamente ellos han dominado dicha fase. Esa fue la explicación del físico.
—¿Cómo lo resolvemos, Shinoa? —Mientras Yuu continuaba distraído, Mikaela lo agarró de las patas de sorpresa. Se volvió al zorro y añadió—: Deja de pelear conmigo y ponte la ropa, Yuu.
—¡Oye! —protestó Yuichiro.
—Supongo que solo podemos esperar —replicó Shinoa.
Entre gruñido y gruñido, Yuichiro accedió su propuesta y dejó que Mikaela lo vistiese. Primero metió sus patitas por cada orificio de la túnica; Mikaela se la ajustó a la cintura con un cinturón de cuero, le colocó los pantalones y le ató las botitas. Mikaela humedeció su palma y la pasó por las puntas de la cabeza de Yuichiro. Lo peinó hacia atrás. Para finalizar su trabajo, lo perfumó.
—Si tan solo te quedases así por otro día más —suplicó Mikaela, cogiéndolo para abrazarlo—. Eres tan tierno.
