⚜️14: Magia multicolor

3.2K 423 181
                                    

Su espalda cayó contra el suelo y sus ojos se abrieron de par en par, los cuales volvió a cerrar por la intensa luz de la mañana

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Su espalda cayó contra el suelo y sus ojos se abrieron de par en par, los cuales volvió a cerrar por la intensa luz de la mañana. Yuichiro gruñó, se cubrió el rostro con ambas manos y las deslizó hasta su mentón sin dejar de maldecir bajo su aliento. Seguidamente, se cogió de las sábanas y se impulsó para incorporarse del alfombrado. Una vez de pie, se sentó sobre el borde de la cama y se lanzó de vuelta sobre el catre con la intención de recostar su cabeza sobre su almohada.

»—Ya te dije que me gustas Yuichiro. ¿Cabe la posibilidad de que te guste?

Aquel recuerdo había vuelto a resurgir... Yuichiro sacudió su cabeza mientras su confusa mirada se perdía en el techo y se movió como lombriz, pataleando desesperadamente. Un leve tono rosa es esparció sobre sus mejillas a la vez que las palabras de Mikaela inundaban sus pensamientos. Luego tiró de la almohada y se tapó la cara con ella para proferir un grito apagado. Cuando vio que no pudo más, se la retiró y tomó otra bocanada de aire. Nuevamente, se enterró en ésta y chilló a todo pulmón.

«No me gusta, Mikaela. No me gusta, Mikaela», pensó Yuichiro, y trató de convencerse que había pescado un terrible resfriado. «No cabe la posibilidad de que me esté empezando a gustar; ni en un millón de años. Soy fiel a mis dragones, soy fiel a mi castidad y soy consciente de que no quiero casarme con él. Mi esposo será una criatura noble, no un tonto vampiro.»

La imagen de Mikaela con el cabello oscuro y aquellos orbes castaños lo perseguían; y la manera en que pronunciaba su nombre, su sonrisa, el calor que le brindó esa misma noche...

«Mikaela olía tan bien.»

Yuichiro abrió los ojos de par en par ante aquella confesión y se palpó la frente momentáneamente, pues consideraba que había pescado una fiebre mortal. La temperatura no había aumentado. Yuichiro quiso volver a gritar y se mantuvo con la boca abierta, listo para soltar las lisuras más cochinas.

De repente, la puerta se abrió de porrazo y permitió el ingreso de un uniformado con la insignia de Inari. El capitán Shinoa traía una bandeja de metal con una abundante merienda: un delicioso pato asado bañado en salsa de champiñones y una refinada colección de vegetales. Shinoa marchó hacia la cama sin borrar aquella burlesca expresión. Sus ojos ámbar brillaban y destellaron una traviesa actitud. Depositó el almuerzo sobre la cama, se llevó las manos a las caderas y amplió su enervante sonrisa.

—¿Cuándo será la boda? Espero recibir una pronta invitación. Estuvieron toda la noche y no volvieron hasta la mañana. Me imagino que ya lo hicieron. —Fingió inocencia con aquel tono de voz y tomó asiento con una ceja arqueada. La hizo danzar—. ¿Qué tal estuvo?

Yuichiro apretó sus dientes y los raspó sin disimular lo encendido que estaban sus cachetes regordetes. Su nariz se arrugó cuando pretendió formular una respuesta factible, pero ni él mismo sabía con exactitud qué había pasado. Solo tenía la imagen de Mikaela en una posición inmoral y comprometedora. Automáticamente perdió los papeles y escupió:

¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora