Capítulo 56: Amor recíproco.

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-Ven cielo, te enseño tu cuarto -habló Paty, haciendo que la siga por un gran pasillo.

-¡No! -exclamó Abraham- dormimos juntos tía, no te preocupes -dijo, mirándome.

Ella me miró, esperando una respuesta de mi parte. Yo le sonreí asintiendo con la cabeza.

-Tonces' bueno, vengan que los llevo al cuarto más grande -comunicó haciendo que la sigamos.

Llegamos a un gran cuarto con una cama matrimonial, un placar gigante, baño privado y con una gran vista a los viñedos del lugar, precioso.

-¿Y, cómo fue? -preguntó Abraham, mientras terminaba de acomodar mi ropa en el placar, como buen novio que es.

-Tu familia es muy linda -sonreí- pero la he pasado mal, ¡eres malo! Hubieras dicho que harías todo ese típico cliché de presentación cursi -lo golpeé en el hombro.

-Cállate, que te encantó que lo hiciera -dijo, acariciando mis caderas- te pusiste rojísima, daban ganas de comerte allí mismo.

-¿Qué si lo haces ahora? -ronroneé cerca de sus labios.

Cerró los ojos.

Se sentó sobre la cama e hizo un ademán para que fuera con él, me senté sobre sus piernas enredándolas al rededor de su espalda mientras él abrazaba mi cintura yo enredaba mis dedos en su cabello. Movió su cadera haciendo que mi cuerpo se eleve junto con ella.

-Le has agradado a mi abuelita -dijo, pellizcando con sus dientes la carne de mis labios.

-Y a mi ella, es muy dulce -respondí.

-¿Sabes?... Eres a la única que he presentado a mi familia. -comentó, para después besarme.

-En ese caso... Es un honor ser la primera -dije, sonriendo.

(...)

Ahora estábamos todos es la mesa, todos conversaban entre si muy animados mientras comían pavo asado con hiervas y pastel de carne, digo "comían" porque yo lo único que hacia era charlar con Emma una de las primas de Abraham, me comentaba que estaba estudiando farmacia que debería presentar dos exámenes y se recibiría. Observe a Abraham quien estaba lanzándose trozos de pan junto con Natan, a risas limpias.

-Y... ¿cómo se conocieron? -preguntó la tía Diana.

Abraham me miró con cara pensativa con su ceño fruncido.

-¿Lo cuentas tú, o lo cuento yo? -me preguntó Abraham, ladeando su cabeza hacia un costado cual perrito, haciéndolo ver súper tierno.

-Cuenta tú... -respondí sonrojada.

Antes de comenzar a contar la cursi historia entrelazó su mano con la mía, mientras acariciaba el dorso de ella.

-A ver... Fue algo extraño -habló- si bien yo había oído de ella antes, nunca la había visto... La había escuchando nombrar varias veces porque ella es prácticamente hermana de mis mejores amigos... Es decir, no son hermanos de sangre, se han criado justos pero no son hermanos...

-¡Ya hombre, ve al punto! ¡Que nos matas de la intriga, cuenta de la primera vez que la viste! -exclamó su abuelita, impaciente haciéndome reír.

-¡Que si abuela, espere que a eso voy doña! -exclamó Abraham- Bueno... Iba yo muy campante caminando por los pasillos de la escuela saliendo de mi clase de matemática con mi guitarra en mano, cuando...

-De química... -lo corregí.

-¡Oh, si de química! Está bien... Estaba yendo a la cafetería cuando me choque con una pequeña y tierna niña...

LOUDER | RMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora