⚜️10: La Gran Madame

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—Adelante, Madame.

Las puertas se abrieron de par en par, permitiendo el desenrollo de una alfombra blanca y una lluvia de pétalos del mismo color.

Una figura alta, exageradamente maquillada, vestida provocativamente con el cabello rosado recogido en un gran moño, se aproximó. Detrás de aquella mujer, dos muchachos vestidos en batas blancas continuaban bañándola de pétalos.

Aunque su entrada fue extravagante, no se comparaba como la persona que tenía al frente. Dicha dama tenía unas facciones muy toscas: su prominente mandíbula, sus anchos hombros y músculos que se traslucían bajo ese vestido de escote abierto.

Por un momento, Mikaela dudó que fuese un hombre, pero sus interrogantes se disiparon al ver sus enormes pechos.

—Madame Kimizuki, su Alteza Mikaela —presentó Ferid con el brazo extendido, tomándola de la mano para guiarla hasta el príncipe—. Ella será quien acate todas sus incertidumbres.

—Es un placer, su Alteza —agregó Kimizuki con una voz gruesa, haciendo una venía muy bien practicada—. Tenga por seguro que esto es completamente confidencial. Es un honor estar a su servicio.

Mikaela no podía borrar esa mueca de confusión total e hizo una seña para que Ferid se acercase. Su tutor notó su incomodidad y pegó su oreja a los labios del joven vampiro.

—¡Ferid! ¿Quién es él? ¿O ella? —Mikaela soltó un gruñido leve, y añadió—: ¿Por qué se viste así?

—Su Alteza Real —interrumpió Madame, mandándolos a separar de inmediato—, perdone la falta de respeto, pero veo que usted no está familiarizado con el tipo de persona que soy —prosiguió con una amplia y afectiva sonrisa—. Por su expresión, veo que sospecha que soy un varón. Y usted está en lo cierto. Lo soy de nacimiento.

—Madame Kimizuki se encuentra en una transición. Es transexual, mi príncipe —intervino Ferid para sellar el misterio con broche de oro—. Nos referimos a Madame como ella. Puede que sea un hombre de nacimiento, pero es una mujer en alma.

Kimizuki asintió.

El vampiro pegó un grito apagado.

—Ella es dueña de un prostíbulo en la capital.

Mikaela pegó otro grito, uno más alto.

—No es la persona que me iba a enseñar cómo hacer el amor como dijo mi padre, ¿o sí? —balbuceó temeroso, observando la manera de escapar si la respuesta fuese positiva—. ¡Porque no pienso perder mi virtud con ella! Solo con el zorro.

Ferid y Kimizuki se miraron e intercambiaron una sonora carcajada.

«¿De verdad piensa que él es la parte activa? Tiene escrito "pasividad" en todo el rostro. ¡Qué iluso!», pensó Kimizuki sin parar de llorar de risa.

«Mi pequeño príncipe no podría perforar ni una hoja de papel ni con perforador en mano. ¿Qué le hace pensar que podría con la zona especial de Yuichiro?», pensó Ferid con resignación.

Ambos retomaron la compostura de inmediato.

—No, no, no —replicó Ferid—. Madame Kimizuki ha venido a instruirlo en el arte de la seducción. No hay mejor mujer que entienda el corazón de un hombre. Sobre todo, si es tan terco como una mula.

—Naturalmente, mi príncipe —afirmó Kimizuki—. Aquellos hombres que dicen que no quieren una relación... Es porque, ¡realmente la añoran!

Madame tomó asiento frente a Mikaela, y dijo:

—Quiero decir, aquel joven zorro le dice eso porque todavía no lo ve como el "amor de su vida". Y yo estoy aquí para ayudarlo a usted. Usted, mi querido príncipe, hará que ese tonto zorro abra sus ojos y lo vea de esa forma.

¿Quién se casó con Mikaela Hyakuya?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora