Trenta

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Capítulo 30

6 de noviembre de 2015

Ensayo sobre Realidades Conectadas, basada en el trabajo de Pierre Reverdy.

Materia: Filosofía y Letras.

Alumna: Riley Leonardi.

Sistema de Preparatoria Abierta de Sydney.

Veintinueve. Veintinueve palabras escritas según el contador. El insignificante número se sentía como una burla. El monitor parpadeaba tal como lo hacían las luces en mi cerebro antes de quedarse completamente en blanco. Había leído el texto al menos unas tres veces ya y aunque captaba de cierta manera el contenido, seguía teniendo una especie de bloqueo para poder expresarlo en mi tarea. Había tres bases esenciales en cuanto a lo que el escritor había planteado en uno de sus escritos:

-La imagen es una creación pura del espíritu.

-La imagen no puede nacer de una comparación, sino del acercamiento de dos realidades más o menos lejanas.

Me mordí el labio leyendo las dos primeras oraciones repetidamente. Finalmente antes de poder llegar a la tercera cerré con un sonoro golpe la laptop que descansaba sobre mis piernas, apoyé mi cabeza contra la pared y miré el techo. Dejé salir un resoplido estresado.

-Ese ensayo no se va a terminar solo ¿Sabes eso?

Dijo una voz calmada y de cierta manera teñida con burla. Bajé la vista y observé a Ashton; ambos estábamos en el suelo de su habitación pero en extremos diferentes. Yo cerca de la puerta con las piernas extendidas y él en el muro contrario desparramado sobre un puff muy cerca de la ventana que dejaba entrar la luz del sol a raudales.

-No pero sería estupendo si me ayudaras a escribirlo.-repliqué.

El lugar se había convertido en el favorito de Ashton para tirarse y hacer cualquier cosa; desde juguetear con su teléfono, escuchar música o llevar a la práctica su hobby recién adquirido. Levantó la vista del libro que tenía entre las manos y me miró por unos segundos antes de volver a concentrarse en la lectura; estaba usando unos anteojos de pasta gruesa, la luz que entraba por la ventana convertía su cabello en un halo luminoso.

-Podría ayudarte pero entonces ¿Dónde queda tu responsabilidad? –respondió pasando de hoja. Sí, a últimas fechas el chico había comenzado a interesarse por la lectura y para todos en esa casa había sido un alivio no tenerlo saltando de un lado a otro todo el tiempo. A mí aun me sorprendía el hecho de que aprendiera a controlar su hiperactividad pero del mismo modo que podía estar quieto leyendo... En un segundo podía ponerse eufórico y cantar al tope de sus pulmones trepado a la barra de la cocina.

Pero al menos tenía razón en algo; había dejado los días correr y una cantidad monstruosa de tareas se había acumulado. La bandeja de pendientes en mi modulo en línea estaba a reventar. No llevaba avances y pronto tendría que entregar un portafolio de actividades, asistir a clases presenciales por dos semanas y luego los exámenes ¿Cómo había pasado tan rápido el tiempo?

-¿Qué estás leyendo? –pregunté en cambio genuinamente interesada. Habíamos estado en apacible silencio por al menos hora y media. Ashton se veía tan abstraído por el libro que sostenía cuidadosamente, me hacía preguntarme cuáles serían sus géneros favoritos. Con qué soñaba despierto entre hojas y mundos infinitos. Tal vez en algún universo paralelo era un guerrero de mil batallas, un héroe romántico, algún detective que vivía aventuras increíbles o un pequeño pez nadando por todo el mar viendo toda clase de belleza escondida bajo varias leguas marinas. Yo amaba eso de los libros, la posibilidad de soñarte a ti como el protagonista, toda esa magia que se podía crear con el don adecuado y las palabras acomodadas de la forma más bonita.

Forte Oscurità [Hemmings] |Editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora