Capítulo 6 ✔

1.8K 95 5
                                    

****

- ¡Olivia, date prisa con los pedidos!-resonó la voz de la encargada desde la barra. Yo estaba tratando de manejarme lo más rápido que podía, pero eran demasiados pedidos. Me iba a volver loca en cualquier momento.

Mary estaba descompuesta, se le había bajado la tensión apenas llegó y la encargada, que estaba de muy mal humor hoy, la mandó de regreso. Había varios chicos atendiendo y sirviendo los pedidos, pero eran bastantes clientes en el día de hoy.

En realidad estaba hermoso como para sentarse a tomar un café mirando a las personas caminar rápidamente bajo la lluvia y los autos pasar, desde dentro de la cafetería.

Tomo una orden al azar y miro los pedidos, dos capuchinos con medialunas. Cuando tengo lista la orden, coloco los cafés en la bandeja de siempre y los llevo hacia la mesa de la orden.

Irónicamente mientras iba caminando, pensé en Luciano y su pedido de siempre, pero lo saqué de mi mente. No creería que esta vez se tomara dos capuchinos, sería muy bizarro.

Camino con cuidado y coloco los capuchinos y las facturas en la mesa. No quería volver a quemar a un cliente, todavía no me podía sacar de la cabeza esa escena.

-Sigues igual de hermosa...-murmura alguien mientras coloco las tazas en la mesa marrón. Levanto la vista y veo que es el chico de ayer a la noche en el hospital, abro los ojos sorprendida y me remuevo en el lugar colocando la bandeja debajo de mi brazo.

- Basta- dice alguien del otro lado, giro mi cabeza para centrar mi atención en esos aquellos ojos cafés que ahora tienen toda mi atención. - Ya hablamos sobre esto, Chad.- el chico ojos café aprieta la mandíbula y fulmina con la mirada a su amigo, este se ríe bajito y me mira con una sonrisa burlesca.

Los miró sospechosamente pero decido ignorarlos. A los dos. Estaba sintiendo la mirada penetrante de la encargada en mi espalda. Últimamente me tenía en la mira.

- Me alegra de que no hayas venido esta vez solo. Aunque esperaba verte con la compañía de alguna afortunada, pero tu amigo lo dice todo. - asiento hacia ellos y les sonrío inocentemente. - Espero que disfruten de su café. Buenos días. - Me doy media vuelta para ir a la cocina a buscar otro pedido y suelto una risa cuando los escucho discutir entre ellos. Chad parecía bastante ofendido y el chico de ojos cafés no había podido emitir palabra alguna.

Tenía que trabajar hasta tarde, hoy me tocaba turno de noche y era la última en irme. Toda la tarde estuve con la atención a esos dos muchachos que se reían a carcajadas, llamando la atención de casi todos los clientes de la cafetería. Ellos estuvieron hasta último momento y cuando tuve que cerrar ellos aún seguían.

Cierro los ojos con fuerza recordando que él me había prestado su campera, y yo todavía no se la había devuelto. ¿Tan tonta podía ser?

Había salido tan rápido esta mañana que me había olvidado la campera de Luciano en el colgador. Había estado tan concentrada en ver a mi madre en el hospital, que me había olvidado de aquellos ojos cafés.

Cuando estaba limpiando la mesada, la campanilla de la puerta principal suena haciendo que mi atención se dirija hacia el chico que entraba lentamente observando el interior de la cafetería. Me puse nerviosa al instante. Es decir, solamente estaba yo y los dos chicos que parecían estar concentrados en sus teléfonos.

El nuevo integrante parecía cansado, traía una chaqueta de cuero, su cabello era negro y estaba todo despeinado. Sus jeans estaban rotos y sus zapatillas también y estaba caminando hacia mi dirección, que era la mesada.

Suspiré tratando de buscar mi libreta en donde anotaba los pedidos, pero no la encontraba. Diablos.

Cuando el chico llegó a la mesada, apoyó sus dos brazos y me miró fijamente. Sonrío de lado y abrió la boca para decir algo. Aunque no se le podía entender lo que estaba diciendo.

Besos sabor café [#1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora