Capítulo 1 ✔

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*Dato Importante: La historia se basa en Florida que tiene un clima semi-tropical. En este estado llueve casi todos los días y el sol se asoma rápidamente luego de una gran lluvia. Así que es normal que lean que de un momento a otro, el sol salió siendo que hace unos segundos estaba lloviendo.

****

Desde temprano, al entrar en la cafetería, se siente en el ambiente el olor a café, facturas y por supuesto a esos alfajores de maicena que tanto me encantaban. Hacía cuatro días que había empezado con este nuevo trabajo y todavía no sabía cómo usar la cafetera. Así que me limitaba a limpiar mesas y hacer los pedidos.

Giro mi cabeza al oír la campana de la puerta de la cafetería Stone. Cada vez que alguien entraba, la campanita se encargaba de anunciar un nuevo caliente.

Un chico castaño entró con un mohín en sus labios. Tenía una remera gris a rayas debajo de una chamarra azul y un pantalón gastado. Sonreí al ver en sus manos un paraguas de color rosa y sus zapatillas todas empapadas debido a la gran lluvia. Toda su ropa estaba mojada. Hice una mueca con mis labios al pensar en frío que tendrá ese muchacho y decidí ayudarlo.

El castaño se sentó en mi mesa favorita, ahí me sentaba cuando tenía un descanso o en mis días libres a observar por la ventana la gente y las calles que estaban a la vista. Dejó su paraguas a un lado de la mesa y se sacó su chaqueta colgándola en el respaldar de la silla.

Con una sonrisa divertida me dirijo hacia la mesa.

-Buenas tardes. ¿Qué necesita?-pregunto formalmente resoplando el flequillo que desde esta mañana estaba molestando mis ojos. Pienso en cortarme el cabello o mejor el poco de pelo que tengo en la frente.

-Un capuchino- responde el chico malhumorado. Alzo las cejas al escuchar la voz tan dulce del chico pero que sonó tan descortés...

-¿Algo más?-pregunto al ver que se me queda observando por un largo rato. Frunzo las cejas en forma de interrogación. Él chico castaño alza las cejas y de nuevo contesta de una manera desagradable.

-¿Dije algo más?-pregunta. Niego con la cabeza, él a ver mi reacción responde de igual forma.- Bien, porque si no dije nada es porque no quiero nada más. -alza las cejas en forma de pregunta y hace una seña con la mano para que yo me vaya.

Mordí el interior de mi mejilla y asentí de mala gana. Estaba empezando a odiar a este chico.

Cuando entro a la cocina, me doy media vuelta y observo al chico agarrar un periódico y leerlo, pero al rato lo lanza a otra mesa y se queda observando la lluvia. Se notaba a simple vista que estaba de muy mal humor.

-Mary-dije llamando la atención de la chica.- ¿Me podrías encender esta cosa?-señalo la cafetera que pareciera que se estaba burlando de mí.

La chica se levanta del banco que se encuentra adelante del mostrador. Enciende la cafetera, hecha el café y la enciende; después de un rato sale el café caliente. Mary pone la leche en el café y más tarde le agrega vapor, usa unas técnicas que no tengo ni la menor idea como explicar y me entrega con una sonrisa la taza de capuchino listo.

-Aquí tienes. Sé que no sabes cómo hacer un capuchino por tu falta de experiencia, así que pensé ¿Porque no ayudarla? Suerte con el muchacho parece de mal humor-ella ríe brevemente y se va a sentar de nuevo en donde estaba antes.

Asiento en forma de agradecimiento y coloco la taza con la azucarera en la bandeja. Antes de llevarle el café se me ocurre una idea.

Me dirijo hacia el baño del personal y agarro una toalla, tomé dos medialunas del mostrador y las coloqué en un plato para luego colocarlo sobre la bandeja junto al café. Tomé la bandeja y caminé hacia la mesa del pedido, entregando lo que me había pedido.

Le tendí la toalla que saqué del baño del personal con una sonrisa ante su mirada sorprendida.

-Supuse que tenías frío, aquí tienes una toalla y bueno...las medialunas van de parte de la casa. Suerte.- asiento y me retiro pero antes de irme siento un jalón en mí brazo derecho. El castaño me agarraba del brazo con una sonrisa.

-Gracias-dice- Ha sido un día bastante complicado, de verdad necesitaba esto. -observo sus ojos y me doy cuenta que son de color café y tiene- tengo que admitirlo-una bonita sonrisa Con un asentamiento de cabeza me retiro con la bandeja hacia el mostrador y entablo una conversación con Mary.

Al pasar el tiempo llegaban distintos clientes, pero el primero de esta mañana aún no se había marchado y un pensamiento cruzó por mi mente. ¿Estará esperando algo? O ¿A alguien?

Me extrañó cuando cruzamos miradas más de tres veces sobre la tarde, pero decidí no darle importancia. Solo era un cliente que, aparentemente, no tenía nada que hacer y decidió pasar todo el día en alguna cafetería.

Estaba por terminar mi turno y el chico todavía no se iba. Me pareció raro, capaz que todavía mantenía la esperanza de que su cita llegue, aunque si yo fuera él me hubiese ido hace bastante tiempo.

Una persona que te hace esperar tanto tiempo, no vale la pena.

Cuelgo mi delantal en el perchero de los vestidores, agarro mi cartera y me despido de los chicos que trabajaban conmigo y salgo por la puerta, dejando atrás el delicioso olor a café y a medialunas. No sin antes echarle una mirada al chico de ojos cafés.

Subí el cierre de mi campera colocándome el gorro de lana que llevaba conmigo para cualquier ocasión de lluvia. El cielo mostraba que seguiría lloviendo. El viento estaba presente en las calles de Florida.

El clima era tan cambiante...

Mientras camino hacia el lugar menos favorito, se me viene a la mente el sufrimiento de las personas al tener a alguien enfermo, fallecido o al separarte de alguien por una gran discusión-sea una pareja o amigo.-

Todos sufrimos por algo y nunca podemos sonreír en paz. Porque siempre un problema llega a arruinarte la poca felicidad que tenga en tu corazón. Pero si hay algo que he aprendido de un millón de errores, es que al final del día somos lo que siempre vamos a ser, humanos.

Y los humanos siempre cometemos errores, a veces malas y en algunas ocasiones buenas. Pero siempre vamos a ser lo que somos, aunque nos costara, nunca se cambia; puede ser que vivamos como las personas que pretendemos ser, pero siempre, en algún momento, sale nuestro verdadero yo.

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Besos sabor café [#1]✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora