¡Imperio!

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Me paso los dos siguientes tardes lanzando espadazos a los sacos como si me fuera la vida en ello. Draco no me llama ni una sola vez, por lo que intuyo que no necesita verme. Tuve que explicarle a mi tía abuela, Minerva, por qué no había acudido a las clases del otro día. Como excusa le dije que me encontraba algo nostálgica y que echaba de menos mi casa y a mis padres. Ella se conformó con esa respuesta aunque me advirtió que si volvía a faltar, suspendería. 

Es por la tarde noche de un fin de semana por lo que llevo mis mayas negra y un sujetador deportivo rosa puestos. He estado aquí en la clase metida por cerca de tres horas ya. Lanzo la espada hacia los sacos haciendo diferentes movimientos cuando por el rabillo del ojo me percato de algo. De repente el cielo se está poniendo muy oscuro... como si fuese a caer una lluvia de esas repentinas que solo duran unos minutos pero que son muy fuertes. Me acerco a una de las ventanas, espada en mano, y pego mi cara al cristal para ver mejor la gran nube negra. 

Un repentino escalofrío me recorre la espalda, por lo que me doy la vuelta rápidamente para ver si hay alguien detrás de mi. Nada. La clase sigue tan vacía como antes. Vuelvo a el centro de la clase y niego con la cabeza. Me coloco de nuevo en posición de ataque y lanzo la espada al saco tres veces antes de darme cuenta de que tal vez sea mejor volver a la casa Slytherin. 

Me quito los cascos de mi telefono y apago la música. Dado que el cielo no tiene muy buena pinta y para llegar a donde quiero ir tengo que pasar por todo el césped... decido coger por el Gran Comedor y así por lo menos caminar por algún lugar más cerrado y resguardado del frío, del viento y de la posible lluvia. 

Llevo la espada en mi mano derecha para poderla guardar en mi habitación en su funda, a buen recaudo dado que "supuestamente" está prohibido tener objetos peligrosos. 

Camino hacia el Gran Comedor y entro en él, tan solo para ver como una tía vestida de negro y con el pelo rizado camina por encima de una de las mesas pegando patadas a todos los objetos. Justo unos pasos por delante veo a Draco, completamente fácil de distinguir por su característico color de pelo. 

- ¿Draco?- pregunto frunciendo el ceño y acelerando el paso. 

Él se detiene y los demás pasan por su lado aunque se quedan detrás de él y se giran hacia mi. La mujer se detiene cuando oye mi voz. Cuando se gira sobre la mesa para encararme me encuentro con una mujer de pelo castaño, ojos marrones y piel pálida. 

Me quedo quieta en el sitio y cambio la mirada hacia Draco quien se gira en su sitio. En cuanto lo veo, lo sé. Algo no está bien... algo va mal. 

La mujer suelta una risa demente hacia mi justo antes de soltar una única palabra. 

- ¡Imperio!- grita fuertemente por lo que la palabra rebota contra todas las paredes del Gran Salón. 

Mi mente se queda muy relajada en ese momento, como si estuviese drogada. Mis manos se mueven hasta mi espada de esgrima como si se viesen atraídas por un gran imán. Se mueven con voluntad propia aunque no dudo en tratar de pararlas por lo que no dejan de temblar mientras tratan de llevar a cabo una maldita tarea que yo no controlo. 

De cualquier modo todo lo que hago solo retrasa la acción. Mis manos quitan en tapón de plástico de la punta de la espada, noto como mis ojos se agrandan con horror y mi visión se vuelve borrosa durante unos minutos, aunque no puedo entonar palabra o sonido. 

Coloco la espada en dirección a mi propio estomago y antes de que pueda hacer nada clavo la punta contra mi propio estomago al aire y me atravieso. Suelto un jadeo y caigo de rodillas al suelo. 

La mujer que solto el grito vuelve a soltar una de esas risas malévolas. Se mofa y se burla de mi como si fuese algo tremendamente gracioso. 

- ¡No vale la pena, Draco!- se mofa la mujer entre risas.- Dentro de poco estará muerta... 

La mujer vuelve a soltar una carcajada mientras yo recupero la voluntad. Con un rápido movimiento saco la espada de mi estómago y la tiro lejos de mi, con la sangre cubriendo un tercio de la hoja. Presiono una mano contra la herida de mi estomago, pero enseguida los dedos se me empapan en sangre. Comienzo a ver borroso justo antes de cubrirme la cabeza con las manos y hacerme una bola en el suelo para que los cristales rotos de las ventanas no me hagan demasiado daño. El Gran Comedor queda a oscuras justo antes de que todos salgan por la puerta principal y yo pierda la consciencia. 

Sé que el hechizo favorito de Bellatrix es la Maldición Cruciatus, pero he tenido en cuenta que en este momento la mujer no tenía mucho tiempo como para ponerse a torturar gente... por lo que lo he... reducido un poco a algo más fatal. Además, tampoco es como si la mujer tuviese algún interés en sacarle información a Miranda. 




Miranda's Unknown Secret (Draco Malfoy) EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora