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Ahí fue cuando vi que... Jamás pero jamás se puede estar tranquila. Una vez ya leída esa cosa, me fui corriendo a mi habitación, sinceramente no quería saber nada de nada de los jamases sobre lo que suceda fuera de mi habitación. Deseaba con toda mi alma, desaparecer...
Luego de quedarme llorando por al menos una hora y algo, siento que alguien abre mi puerta, me sobresalto y salto a la cama. Me tapo con las sábanas, como si ellas fuesen una una armadura indestructible que me pueden salvar.

Ya lista para lo peor, veo cómo una cabeza se asoma por mi puerta, me saco la la sábana de la cabeza y la veo... Ahí parada sin saber qué pasa, ella me encuentra con su mirada y me ve con una especie de... ¿Angustia, lástima? Espero que no, odio que las personas tengan lástima de mí, pero ahí y en ese momento eso se me borró de la mente; ella se acerca a mí lentamente pero con seguridad en sus pasos. Se sienta al lado mío en la cama y me abraza sin decir nada, sin pensarlo una vez, me tiro sobre ella para abrazarla y fundirnos las dos juntas, en una abrazo lleno de confianza, toda esa seguridad que necesito. Esa que no me la puede dar nadie, solo ella.

Aún, hoy en día sigo sin el saber el porqué de mi sentimientos ese día, en el que sentía que ella debía de saber todo, se ganó mi confianza cuando menos quise dársela; ella, solo ella me escuchó y me entendió cuando sabía que nadie más lo haría. Nadie como ella, nadie.

Bueno, en conclusión terminé contándole todo, realmente todo y ella me escuchó, y nunca va a ver nada en este mundo que me haga cambiar mi opinión sobre mi confianza a ella.

Lo que ella no supo y dudo que sepa, va a ser lo que vi esa noche antes de caer inconsciente.

Love me, Love youWhere stories live. Discover now