-Lo siento, Fernanda no debí tomarme el atrevimiento de ir a casa de tu madre a buscarte, es que pensé que sería una bonita sorpresa; y si te lo preguntas es verdad que estuve conociendo la zona y encontré algunos negocios que me interesaron.
Seguí unos minutos más en silencio, trataba de...no tenía nada que pensar tanto, Celeste sonaba en mi mente.
Y se había presentado ante mi madre como todo un caballero. ¿Qué era lo que me molestaba entonces?-No estoy enojada, ni debí molestarme Jean es sólo que no estoy acostumbrada a presentarle hombres a mi madre, sólo mis amigos.
-Pero, yo no soy tu amigo ¿o sí?
Me preguntaba lo mismo, ¿amigos con ventaja?, ¿con derechos?, ¿novios?, deseaba tener más experiencia y no ser tan yo en momentos así.
-Eso supongo...
-Bonita, tú eres mi novia, quiero que lo seas, aunque para mí ya lo eres. ¿Quieres ser mi novia Fernanda?
-¿Me quieres?
-Con todo mi corazón, tal vez me creas loco, pero jamás había conocido alguien como tú, me tienes completamente a tus pies y cada segundo quiero estar contigo.
-A mi me pasa lo mismo, y te quiero con todo mi corazón, y por eso te quiero pedir que por favor no me decepciones ni me mientas, incluso si dejas de quererme; dímelo.
En el penthouse me esperaba Celeste y Gabriel, ellos habían pasado la tarde tomándose fotos, riendo y comiendo, lo podía adivinar. Esa semana si bien era la última de Gabriel en la universidad, tenía que viajar para su último trabajo; y por su parte Celeste trabajaría en el hospital Santa Cruz todos los días, le habían pedido tomar nuevos pacientes.
Tomamos el ascensor al penthouse, cuando las puertas se abrieron nos estábamos besando, Celeste me miraba con cara de complicidad y Gabriel tosió para que notáramos que estaban allí, sentí el rojo en mis mejillas.
-Prima, Jean ¿Cómo están?-dijo Celeste.
-Hola Celeste, hola Gabriel- dijo Jean.
-Hola Celeste, Gabriel-dije.
-Un gusto verte de nuevo Jean, Fernanda ¿como estaban por allá? – dijo Gabriel.
-Bien tú sabes extrañándonos.
-Bueno me voy, ha sido un gusto verlos de nuevo, adiós Fernanda-dijo Jean.
-Que estés bien Jean-dijo Celeste.
Celeste Gabriel y él se despidieron de la mano. Y se fue con Celeste hasta la cocina.
-Te quiero Jean, gracias por ir a buscarme y por todo.
-Fernanda, no tienes que agradecerme, movería océanos y continentes por estar contigo.
Lo atraje hacia mí, y lo besé con pasión, él me correspondió, luego nos abrazamos.
Volví a la cocina, abrí el refrigerador y tomé algo de jugo, Gabriel y Celeste me miraban, sabía lo que seguía, una ronda de preguntas; a veces podían ser como niños pequeños.
-Entonces...-comenzó Celeste.
-Tienes muy buen gusto Fernanda, aunque creo que lo he visto en otra parte, su rostro me es familiar- dijo Gabriel.
-Antes de tantas preguntas me ha pedido ser su novia, y me ha ido a buscar a casa de mi mamá-dije dando el mejor resumen del mundo.
Sólo quería contestar rápido sus preguntas e irme a dormir, estaba muy cansada y mi parte racional quería reflexionar todo lo que me había dicho Jean, a veces simplemente no podía evitarlo darle vueltas a todo.
-Gracias Gabriel, creo que puedo tener la suerte que tuvo Celeste contigo.
-¿Y que ha dicho Stella? Estoy segura que casi le da un infarto, es terrible cuando quiere-dijo Celeste.
-Le he dicho que sólo somos amigos, y en teoría no le he mentido. Claro que se ha impresionado, tu sabes de su mortal mirada de no te metas con mi hija pero Jean se ha comportado muy educado.
-Me debes todos los detalles, pero dejémoslo para mañana tienes cara de sólo querer dormir.
-Siempre aciertas, buenas noches a los dos, me iré a dormir, la última semana puede ser la peor- le respondí.
-Buenas noches Fernanda, y yo también me voy Celeste, mi semana será igual de complicada que la de Fer- dijo Gabriel.
Subí a mi habitación, esa noche hacía mucho calor por lo que abrí el balcón y me quedé un rato pensando todo.
Esa tarde Jean había roto mi escudo, ¿qué me pasaba desde hace más de un mes? mis fortalezas para no caer enamorada como tonta parecían ahora de algodón, y le había pedido que no me hiciera daño, porque al final esa era la razón de todo, ¿qué pasaba si entregaba mi corazón y luego no me quedaba nada? Miedos, muchas veces había hablado Celeste conmigo sobre eso, pero no le daba importancia estaba bien, tenía amigos y hacía mucho tiempo, años, que no quería estar con alguien. No me gustaban las cursilerías, ni que me controlaran ¿Dónde estás?, ¿con quién?, etc. Jean, Jean, Jean este hombre hermoso me quería, me sorprendía, y eso me encantaba, me mandaba flores y creo que me había enamorado; ese era el punto más importante me sentía vulnerable, ¿Qué tal si de pronto ya no me quería?, ¿si existiera alguna mujer mejor que yo para él?, no lo culparía, ni escenas le haría; pero sabía que recuperarme podría ser casi imposible.
YOU ARE READING
Sin Miedos (Unless The Love)
Teen FictionElla sólo quiere terminar con un inconveniente y descansar un poco. Él sólo va a hacer un mero tramite y continuar con su día. Fernanda jamás ha dicho te amo, jamás lo ha sentido, se siente tan llena de imperfecciones, tan insignificante para que...