8. Bruja madre

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Me di un par de vueltas en la cama, abrí los ojos y me encontré en mi habitación en casa de mi madre.
Era sábado, la noche anterior había llegado en el último bus a la ciudad, mi madre me esperaba con una once y charlamos hasta tarde; hoy tenía un almuerzo en casa de mis tíos y estarían mis abuelos, recordé cuanto extrañaba estar con todas esas personas a las que quería mucho.
Salí de la cama, me duché y vestí; fui a tomar desayuno con mi madre, la noté rara, como preocupada.

-Fernandita, ¿Quién es Jean?

Podría haber muerto atorada con la leche, Jean tenía ese efecto, pero me sorprendí que mi madre supiera de él.
No quería mentirle pero ella solía exagerar acerca de los hombres. ¿Quién era Jean? Últimamente era la persona que ponía una sonrisa en mi rostro cada día, me invitaba a cenar, nos divertíamos yendo a ver películas y hasta ese punto podía decir que éramos amigos. Aunque no podía olvidar que también era quien me besaba con pasión y ternura, despertaba algo nuevo en mí, un deseo, verlo todos los días a veces sentía que no bastaba y algo que sólo yo sabía ni siquiera Celeste, era el hombre con quien desde lo más profundo de mi ser, quería arriesgarme y conocer el amor.

Hace unos días atrás, estábamos en el departamento de Jean y las cosas habían subido de tono, se sentía como si hubiese encendido una mecha sin querer, él comenzó a acariciar mis muslos, rogaba que no se diera cuenta de lo húmeda que estaba.
Hacía calor, por lo que ese día andaba con short, una polera roja con tirantes y sandalias. Además me di cuenta del bulto de Jean, él como siempre llevaba un traje negro y yo ya estaba desabotonando la camisa, cuando logré quitársela pude tocarlo y mis manos ardían, tenía unos músculos bien marcados; si fuese un helado ya me hubiese derretido.
El único inconveniente era que no sabía cómo detenerme, no podía continuar aunque quisiera, ni menos sabia como decirle que era virgen. Eso sólo lo había compartido con Celeste y ella me había dicho que hacia bien en esperar y no tirarme al primero que encontrara, por lo que estaba en aprietos.

Por suerte Jean se dio cuenta de que algo me pasaba y se detuvo, me arreglo la ropa, se puso su camisa; se acerco a su cama y se sentó haciéndome un ademán para que me sentara en sus piernas.

-¿Qué sucede bonita?

-Nada Jean... es sólo que...-¿Tenía la confianza para decírselo? Sí, definitivamente, prefiero pecar de sincera que ocultarle cosas. Quiero de corazón que esto funcione.

-Perdóname si me he sobrepasado contigo, no quiero que creas que soy un aprovechado.

-No es eso Jean, jamás haría nada que no quisiera y te has comportado como un caballero siempre.

-¿Dime que te sucede mi bonita?-Aquí iba, de una vez era más rápido- Es que...soy virgen Jean.

Nunca pensé en decírselo a alguien, o tal vez si pero no lo había imaginado así, Jean guardó silencio unos segundos y me miro directamente a los ojos.

-Me alegro Fernanda- Y me besó en la frente, de pronto me sentía confundida.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Que eres la persona más increíble que he conocido en mi vida.

-¿Y lo dices porque aún soy virgen?- Eso no me hacía increíble, creo que algunos utilizarían el término mojigata.

-Es más que eso, toda tú es única, tus risas, cuando cantas, cuando cocinas, cuando te sonrojas, y ahora qué me dices esto. Todo lo que tú eres, es como una estrella fugaz, no hay otras iguales; incluso tus decisiones.

-Jean acepto todo lo que tú me dices, pero yo no me siento así, es sólo que jamás he llegado hasta ese punto y recuerda que te conté que evitaba en especial a los idiotas egocéntricos que he conocido.

-Fernanda lo entiendo y quiero que sepas que no te forzaría jamás a nada, es una decisión tuya, estés con quien estés.

Pude sentir lo agrias con que le sonaron las últimas palabras. Eso quería decir que, existía la posibilidad de que él no quería que estuviese con nadie más, en verdad me quería, sentía algo por mí. Mientras en el fondo de mí sabía que un sentimiento muy fuerte se estaba albergando en mi corazón.

-Fernanda, puedes contarme soy tu madre te conozco- Mi mente volvió de aquel recuerdo.

-Si lo sé mamá, Jean es un amigo, hemos ido a comer y eso.

-Bueno confió en ti y tu buen juicio.

Yo también lo espero, mamá. Más tarde partimos a la parcela de mis tíos y pasamos una tarde familiar muy bonita, con bromas, y todo. Decidimos pasar la noche allí y a la mañana siguiente luego del desayuno volvimos a casa de mi madre.

-¿Tienes los pasajes?

-Sí a las cinco y media mamá.

-Te extrañaré, la casa no es lo mismo y tus abuelos también te extrañan.

-Y yo a ustedes, los almuerzos familiares, pero ahora yo vivo con Celeste, además estoy estudiando.

-Eso me pone tan orgullosa y feliz Fernanda, aunque deberías decirle a Celestita que viniera a ver a su papá.

-Le diré, pero ella también tiene cosas que hacer mamá, ella trabaja tiene pacientes.

-Debería hacerse un tiempo para su familia.

Esa conversación, se podía convertir en un ciclo, mejor ponerle fin.

-Bueno, tengo listo el bolso, creo que ya me voy no me gusta correr y quiero leer algo en el bus.

-Un taxi vendrá a buscarte.

Escuchamos un ruido afuera.

-Parece que ya llego, saldré a decirle que te espere un momento.

-Sí, mamá - Miré por la ventana, había un vehículo negro, modelo Ford Explorer, fuera de mi casa, tal vez era del vecino, siempre cambiaba de auto.

Me apuré en salir, se me hacía tarde para tomar el bus.

-Tendrá que preguntarle usted, ella pensaba irse en bus-decía mi madre.

Fijé más la vista por la ventana y rogaba porque necesitara lentes.

-Mamá... Él es Jean- Aquí venia, la tercera guerra mundial, pero el rostro de mi madre sólo se veía serio, no molesto.

-Fernanda, lo sé, se acaba de presentar y dice que ha venido a buscarte.

Un remolino de ideas, abundaban en mi mente, ¿Qué hacia Jean hablando con mi madre? Podía notar como ella se ponía en modo mamá alerta, y lo estudiaba fijamente.

-Jean... ¿has venido a conocer la zona?-Estaba furiosa, como rayos se le ocurría presentarse así en casa de mi madre, con lo jodida que era no me la sacaría de encima, y ni siquiera me había avisado.

-¿Entonces, que harás Fernanda?, tu bus sale en 10 minutos.

Sin palabras.

-Sí, es muy pintoresco por aquí, además encontré un par de negocios importantes-dijo a continuación Jean.

-No creo que alcancé a llegar, mamá y no me gusta llegar tan tarde al penthouse, tengo que salir temprano mañana. Me iré con Jean, además amablemente vino a buscarme.

Por fin, volvía a salir algo de mi boca...

Jean se despidió de mi madre, yo hice lo mismo sin dejar de prometerle que la llamaría cuando llegara y que tendría buen juicio.

Sin Miedos (Unless The Love)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon