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—𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑐𝑖𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑠𝑖𝑒𝑡𝑒

                             𝑬𝒍 𝒄𝒐𝒎𝒊𝒆𝒏𝒛𝒐

En las orillas del bosque de albania, una sombra largirucha y esquelética se arrastraba y gateaba para moverse, en cada pequeña distancia que avanzaba  la figura dejaba un rastro negro y viscoso de olor fétido. Poco a poco, aún arrastrandose pudo llegar hasta el medio del bosque y su profundidad, arboles frondosos y de copas altas, casi en penumbra, por los árboles la luz de la luna apenas podia atravesar las hojas de estos.

Apenas diferenciando, estaba allí, una choza casi en ruinas y un caldero con humo grasoso. Se acercó como pudo y asustó al hombre que estaba detras del caldero haciéndolo dar un brinco.

—¡Mi señor! Ha venido...

Era Peter Pettigrew sin su forma de animago, se veía terrible, y asustado, incluso podía decir que era desagradable a la vista, incomodaba mucho, no le gustaría ser él.

Tom se asomó al caldero, y lo que vio lo hizo sonreír, después de todo, Peter no era tan inutil y era el único que había respondido a su llamado. Dentro de aquél caldero estaba un pequeño cuerpo de una criatura extraña, parecido a un feto de tal vez seis  meses, era de color gris sucio y con apenas el borde de los ojos y boca dibujados, se volteó a ver a Peter y este pareció entender aquella mirada de cuencas vacias, con un cuchillo cortó su mano y la aventó al caldero aguantando el dolor y agonía que sentía, no queria parecer débil frente a su señor.

El caldero comenzó a chorrear y sacar burbujas, el humo grasoso se hizo más denso, despues de unos segundos la criatura dentro de él comenzo a moverse, en cuanto se movió Tom lo saco de un tirón, teniéndolo entre sus dos manos enterro los dientes en la suave y pegajosa piel, le dio el primer mordisco, sintiendo un liquido llenar su boca, dio mordida tras mordida, hasta que pudo tragarlo completo, Peter se había volteado asqueado y perturbado, incluso para él era demasiado.

La sombra apenas dibujada de Tom comenzó a brillar, una gruesa capa de brillo lo rodeó, lo dobló como si fuera papel, luego lo estrujo tirándolo al suelo, sus extremidades dejaron e ser una sombra para llenarse de carne y tomar un color pálido, luego su pecho se comenzo a formar. Por último dejando su rostro, comenzando por los ojos, aquellos ojos de color castaño que tenían un destello de color rojo, luego su nariz, una nariz afilada y alta, por último su boca y labios, los dientes se quedaron igual, uno que otro algo chueco y afilado, como una serpiente, sus labios fueron delgados y de un rosado pálido.

Tenía de nuevo la misma apariencia de cuando tenía 16 años.

—Mi señor...—dijo Peter mirándolo con fervor.

Tom sin pensarlo lo tomó del pecho y encajo sus afiladas uñas en el corazón del hombre, mirándolo a los ojos fijamente Peter empezo a volverse pálido y arrugado,  poco a poco como si solo fuera una bolsa de huesos fue cayendo al suelo, quedando apenas pellejo de lo que era el hombre.

Tom recupero energías, el núcleo de Peter le serviría apenas mientras el suyo se recuperaba por completo, se miró en el reflejo del caldero, era bueno volver a tener ese aspecto que había gustado a muchos.

Dejo sus pensamientos atrás cuando escucho el siseo y arrastre de una serpiente acercándose al pellejo tirado de Pettigrew, cuando volteó esta se enroscó un poco y Tom sonrió de medio lado, era una serpiente enorme, gruesa como un muslo y larga como una cuerda, ni uno ni dos metros, era más grande que eso y de un elegante y sofisticado color verde.

Serpiente de antaño.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora