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—𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑐𝑢𝑎𝑟𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑡𝑟𝑒𝑠

                   "𝑷𝒆𝒓𝒄𝒚 𝒚 𝒔𝒖𝒔 𝒄𝒂𝒓𝒕𝒂𝒔"

Ron pegó el oído a la puerta escuchando las voces de esos dos adultos, apenas y podía entender, la cabeza le estaba dando vueltas, sosteniendose de la puerta con fuerza mientras escuchaba y lograba mantenerse en pié.

—¿Y si se negara?—preguntó McGonagall

—¿Negarse? ¿por qué lo haría?—dijo Dumbledore acomodando sus gafas—.No lo creo.

Es un niño, los niños nunca estan conformes.

—Todavía es muy joven sí, pero no podrá negrarse.

—Si el ministerio viene y ve las condiciones de la varita toda la culpa caerá en él.

—No podemos destruirla, es como si un tipo de magia oscura la protegiera.

—Pero es que no tiene sentido, Albus—dijo con un tono suave y preocupado—. Un niño de su edad no podría tener la magia ni el conocimiento para un hechizo de tal fuerza, mucho menos al primer intento.

—Yo tampoco lo entiendo...

—No puedes dejar que el ministerio se lo lleve, ni que el consejo escolar se atreva a hacer algo, además Pomfrey dijo que su núcleo es muy débil.

—Tú leíste la carta que enviaron, no estan contentos con mi declaración.

En medio de su impresión Ron casi se deja descubrir echándose hacia atrás a punto de tirar un jarron, pero antes de que este cayera lo jalo de vuelta con una de sus manos, lo que acababa de escuchar era horrible, le helaba la sangre y lo hacía temblar, era tan terrible ¡que no podia dar crédito a sus propios oídos! Los aurores y el ministerio entero y es más, el mundo entero lo sabía todo.

Estaba más mareado que de costumbre, necesitaba huir, toco su cabeza con fuerza aguantándose las punzadas de dolor, sentía que en cualquier momento se desmayaría, dio una vuelta a tropezones, chocó con una de las paredes tapizadas y se dio un leve golpe en la cabeza que fue lo suficientemente fuerte para hacerlo cerrar los ojos.

En el momento que quiso levantarse parpadeó con fuerza, su vista se estaba nublado por completo, frente a él pudo ver que había una sombra alta y de color negra, cuando quiso reconocerla y estirar su mano para que la tomará y ayudará, se desmayo.

Sin poder reconocerla aunque lo deseara, todo le estaba saliendo mal, y eso lo molestaba.

En otro lado del mundo mágico, estaba un muchacho pelirrojo en su tiempo libre recibiendo el correo que le había llegado, eran cartas de Charlie, una respuesta de su tan querido Ron, la carta era breve y mal escrita con letras chuecas y tinta barrida, otra era de Penelope Clearwater y una de Oliver Wood. Nada diferente, se había estado carteando con Oliver desde antes que se fuera de su casa, Oliver jugaba Quidditch y no estaba menos feliz, pero esas cosas no le interesaban por el momento, ahora todo se centraba en sus problemas familiares y aunque no quisiera contagiar de su mala energía al jugador no podía evitarlo, Ron y Wood se habían conocido en el primer año del niño gracias a su amigo Harry Potter, el pelirrojo había adorado a Wood por ser el capitán y estar relacionado a todo lo lo que fuera posible del Quidditch, cuando Oliver selecciono a Harry, Ron estuvo algo inquieto, yaque Harry había sido el primer jugador en ser elegido a pesar de ser de primer año.

Esa vez, Percy vio el rostro algo desanimado de Ron, sabía que le gustaba mucho el Quidditch, seguro se habrá preguntado por qué el no tenía esa suerte, y ahora le surgía la duda de si en su segundo año aplicó o aplicaría para estar en el equipo.

Serpiente de antaño.Where stories live. Discover now