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—𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑉𝑒𝑖𝑛𝑡𝑖𝑠𝑖𝑒𝑡

                           𝑍𝑎𝑏𝑖𝑛𝑖

Aquél día, Ronald estaba junto a sus amigos en la clase de Astronomia, era de noche ya, el cielo cubierto se había oscurecido tanto, como si las nubes fueran de hollín.

Estaba cansado, los párpados le temblaban como si no hubiera dormido nada en días, había comido lo suficiente para tener energía como para dar veinte vueltas a todo el castillo.

Pero apenas y dar una vuelta, lo tiraría al piso.

La profesora hablaba y hablaba, él niño suspiraba, harto, cansado de escuchar tanta palabrería que él no entendía, algunos alumnos miraban atentos por el gran telescopio, la mujer les enseñaba la constelación del Dragón, una que le recordaba a su hermano mayor, y también a cierto rubio, que a pesar de su cansancio no evitaba voltear a verlo por largos segundos en toda la clase, sus ojos tan grises por el reflejo de la luz lunar, su cabello que se veia tan ordenado y platinado, aquella sonrisa que no era dedicada para él, bromeando con Zabini y otra cara más que no identificaba, pero no le importaba ni un poco saber de eso.

Solo podía verlo a él, a él y soló a él.

¿Desdé cuando lo miraba? ¿Desdé que en esa clase de Herbologia se pregunto si realmente el rubio era tan malvado? ¿Si fingía ser así? ¿O fue cuando se dio cuenta del enorme parecido del niño con su padre?

No lo recordaba, por más que quisiera no podía hacerlo.

Una mano se entrelazo con la de él, sacándolo de sus pensamientos. Era Neville, el otro niño rubio pero Gryffindor, sostenía su mano delicadamente entre sus manos, la mano del niño rubio era suave, como si fuera algodón, cálida y reconfortante, como si fuera la de una niña, le gustaba esa sensación, le gustaba poder tocar a Neville, sentía que la dulzura del niño se le contagiaba, verlo sonreír lo hacía sonreír a él también. Neville lo miro a los ojos y le susurro "Hermione, me ha dicho que Harry saldrá de la enfermería en un rato, que deberías ir por el"
Ron asintió, de todos modos era lo que haría, se llevaría a Harry hasta los dormitorios.

—Quiero ir contigo—susurró Neville.

—¿No tenías que ir al vivero?

Neville se sonrojó.

—¿Como lo sabes?

—Dejaste tu cuaderno de notas en mi cama, sin querer lo leí.

Neville abrió sus ojos mas de lo que estaban abiertos, estaba avergonzado.

—Las cosas privadas no se leen... Pude haber escrito algo comprometedor...

—¿Cómo mi nombre completo en las hojas traseras? Lo vi, pero no le tomaré importancia si es lo que prefieres—se rió y apreto suavemente la mano de Neville.

Neville se sonrojó y le sonrió de medio lado, eso era algo que le gustaba mucho a Ron del otro, que sonriera.

En una de las mesas, a unas cuantos pasos de Neville y Ron, un moreno veía todo con impresión, incluso escuchó y no evitó abrir mucho los ojos, no podía guardárselo para el mismo. Ese tipo de cosas no eran para callar, eran para ser compartidas. Codeo al rubio que tenía a su lado, este se molesto y lo miró soltando un gruñido, otro chico en la mesa de atrás se rió por eso.

—Mantente en paz, Zabini, quiero escuchar la clase—bufo.

—Se que te encanta esta horrorosa e insulsa clase de Astronomía pero mira lo que yo, estoy viendo—seguía sin despegar la vista de las manos estrelazadas de los otros dos. Draco sin interés y con una leve molestia siguió el rastro de la mirada de Zabini, de una, sus ojos se abrieron igual de grandes que los de su amigo, lo que veía le dió un estrujón.

Serpiente de antaño.Where stories live. Discover now