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—𝐶𝑎𝑝𝑖𝑡𝑢𝑙𝑜 𝑐𝑖𝑛𝑐𝑢𝑒𝑛𝑡𝑎 𝑦 𝑐𝑖𝑛𝑐𝑜

𝑹𝒐𝒏 𝑾𝒆𝒂𝒔𝒍𝒆𝒚 y e𝒍 𝒑𝒓𝒊𝒔𝒊𝒐𝒏𝒆𝒓𝒐 𝒅𝒆 𝑨𝒔𝒌𝒂𝒃𝒂𝒏.

Al día siguiente Ron despertó por todo el ruido que se estaba haciendo, los presos estaban echando un escándalo peor que en comedor de Hogwarts, Ron abrió los ojos y fruncio el ceño, un auror estaba fuera de su celda y empezó a golpear los barrotes de metal para terminar de despertar al menor.

Se levantó de mal humor y el hombre abrió la celda dejando algo confundido al menor

—30 minutos de estiramiento, Weasley—dijo y le aventó una porción de pan y de nuevo una taza de avena. Ron lo miró y alzo una ceja.

—¿Cuándo me darán un cepillo de dientes y dentífrico?

Cosa que hizo reír al mayor y se fue. Eso a Ron no le causaba ni un poco de gracia, habia hecho una pregunta seria y su respuesta fue una patética risa.

Ron tomó el pan y lo mordió caminando con cautela fuera de su celda, pudo ver a más personas sucias y andrajosas saliendo de allí, él al ser tan pequeño y empezar a caminar entre ellos llamó mucho la atención, la única cabellera limpia y brillante, unos se comenzaron a reír y uno que otro le silvo.

—Oye niño, cuándo estes aburrido mi celda esta libre—dijo riéndose y Ron lo ignoró con una mueca.

Caminaron hasta lo que parecía ser el patio, algunos estaban allí comiendo el pan, parecía que nadie se tragaba ese intento de avena, Ron se sentó en una banca alejada situada en una esquina del patio y vio como dos hombres comenzaban a pelear a golpes y eran separados por un auror que comenzó a darles bastonazos mientras les gritaba que no volvieran a hacerlo y uno que otro recluso se reía de lo que veían. El muchacho asustado se encogió en la banca tocando sus piernas, poco a poco vio como uno de los hombres golpeados se acercaba a él; Era un hombre escualido, sucio, de cabello largo negro y sucio, la piel muy palida y maltratada.
Ron evito el contacto visual haciendo como que no se había dado cuenta, mordió el trozo de pan y volteó a ver el cielo nublado, calculaba que eran más o menos las siete de la mañana.

Sus ojos se abrieron por completo cuando sintió como el hombre se sentaba al lado de él, sabía que era buen momento para levantarse e irse, pero las piernas se le habían entumecido, ahora la sensación de hormigueo ardiente no lo dejaría caminar, Ron dejo de comer y se quedó quieto en su lugar limpiándose la miga de pan de la ropa, el hombre se giro a verlo, pero Ron aún así fingió demencia viéndolo apenas por el rabillo del ojo.

—¿Cómo te llamas?—dijo con una voz grave y gastada.

Ron dudó en si contestarle, pero lo pensó lo suficiente, tragó saliva duramente.

—Ron Weasley.

El hombre ladeó la cabeza y miró fijamente al pelirrojo, recordaba el apellido, una familia que siempre había estado del lado de la luz, incluso entre los sagrados 28.

—¿Eres tu quién utilizo magia oscura, verdad? El seguidor más joven de quién no puede ser nombrado.

Ron suspiró suavemente y asintió, temiendose lo peor, tal vez el hombre no estaba allí por ser seguidor de Voldemort, tal vez estaba allí por crímenes diferentes y le haría algo.

—¿Cómo lo sabe?

-Se mencionó que alguien joven vendría por seguir las órdenes de el que no puede ser nombrado, pero nunca pensamos que serías demasiado joven ¿cuántos años tienes?

—Tengo doce años.

—Eso es muy poco... ¿cómo terminaste bajo las influencias de ese mago oscuro?

—Voldemort.

El hombre abrió más los ojos y asintió tragando su saliva duramente.

—Sí, él...

—Yo no seguí sus órdenes, todo lo que hizo resulto dándome el peso a mi, en Hogwarts me tenían señalado, el ministerio me culpo de todo y aunque usted no me crea, es la verdad.

—¿Hogwarts? ¿estudiabas en Hogwarts?

—Sí, por supuesto...

—Tú... ¿Hay algun niño con el apellido Potter?

—¿Potter? Sí, mi amigo, Harry Potter.

El hombre sonrió por primera vez en todo lo que habían estado conversando, dejando ver sus dientes manchados y maltratados, Ron lo miró confundido y el hombre volvió a dirigir su atención hacia él.

—Harry Potter es mi ahijado.

Cuando Ron fue llevado a la fuerza por los aurores y tanto como Dumbledore y Harry fueron a su juicio, en Hogwarts se quedaron los amigos de ese niño, tanto Hermione como Neville no dejaban de llorar, para la niña era uno de los peores sentimientos que había tenido, nunca se había sentido tan expuesta, tan sensible, pero pensar en su amigo lejos y en esa situación la hacía sentir así, incluso se culpaba de lo que había pasado, si ella no hubiera quedado paralizada, si ella hubiera prestado más atención a la salud de Ron, si ella hubiera sido más entrometida y ver lo que Ron hacía, tal vez nada de eso hubiera pasado. Por otro lado, Neville también era todo un mar de lágrimas, quería estar con Ron, abrazarlo y que él le dijera que todo estaría mejor, pero no como una promesa, el quería un hecho, le dolía el corazón, no sabía que vínculo se había formado entre ello, pero lo quería, quería estar con él, nunca antes se había sentido así ¿cómo podría? Siempre se sintió tan estúpido para todo, incluso para pensar.

Ninguno de los dos niños creía que su amigo era un mago oscuro y que todo había sido a protección de ellos y todo el colegió, creían completamente en que Ronald Weasley, era inocente de todos sus crímenes.

En la mesa de los Slytherin había tres niños muy sorprendidos, al menos los únicos tres que habían estado más de un día hablando con el pelirrojo, esos eran Draco Malfoy, Blaise Zabini y Theodore Nott, los últimos dos tenían los ojos bien abiertos, y era una sorpresa más grande que Nott tuviera una expresión en su cara, pero a quien le afecto bastante fue al rubio, Draco Malfoy tenía impotencia.

No sabía si era su culpa, la de su padre, su apellido, pero ver como se llevaban al pelirrojo lo había hecho sentir fatal, se levantó de la mesa y sin importar los llamados de sus amigos se fue, pero rápidamente fue seguido por los dos Gryffindor más patéticos de la historia de Hogwarts, Hermione Granger y Neville Longbottom.

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Serpiente de antaño.Where stories live. Discover now