Descendieron con gracia, aterrizando en el patio central donde se encontraban los establos de los kleindragels. Ahí los esperaban el director de la Academia, Máster Blake y Zoe, quien la miraba con ojos brillosos y alegres. Mientras Alex y Logan se dirigían a estrechar la mano del director Grisewold, Lisa corrió hacia Zoe y la abrazó con fuerza, emocionada de volver a verla.

—Bienvenida, señorita Silvers. Veo que el entrenamiento dio frutos, puesto que volvió en una pieza —comentó Máster Blake, con una sonrisa de orgullo en el rostro.

Lisa rió y estrechó la mano del guerrero que la había ayudado a convertirse en quien era. No pensaba que le haría tanta falta verlo, pero no podía esperar a volver a enfrentarlo en un duelo y mostrarle todo lo que había aprendido.

Por último, saludó al director, comentándole que quería una reunión privada para explicar todo lo acontecido con la reina y sus temores sobre los elfos oscuros, quienes se habían aliado con Dauntan. Sin embargo, les pidió que les permitieran descansar al menos dos días, ya que habían volado directo sin hacer ninguna parada para reponerse.

El director asintió comprensivamente, asegurándole que tendrían todo el tiempo que necesitaran para recuperarse antes de abordar cualquier asunto importante. Con un suspiro de alivio, Lisa se dispuso a disfrutar de la calma relativa que les brindaría esos días de reposo en la Academia.

—¿Dónde están Ángela, Adam, Kate y Jake? —preguntó Alex, quien ya había terminado de introducir a su hermano a Máster Blake.

—Hace poco recibimos un comunicado de que están en camino. Esperamos su regreso en los próximos días —respondió Grisewold con una mirada seria. Lisa se sintió aliviada al saber que estaban a salvo, pero la tensión en el aire le hizo pensar que había algo que no le estaban diciendo. Decidió que luego cuestionaría al director, por ahora necesitaba dormir al menos 20 horas.

A Logan le habían asignado una habitación en los dormitorios de hombres, Alex se encargaría de llevarlo y acordaron que después de descansar un poco se reunirían para discutir lo que había quedado inconcluso de la noche antes de partir.

Lisa despertó luego de una siesta de seis horas, extrañaba dormir en una cama, durante el viaje, había solo había podido dormir a medias en el lomo de Equus.Se dio una ducha, sintiendo el agua tibia revitalizar su cuerpo fatigado, y luego se vistió con una cómoda túnica de lino, unos pantalones ajustados y unas botas de cuero. Mientras terminaba de cepillarse los dientes, escuchó un suave golpeteo en su puerta.

Se sintió reconfortada al ver a Alex parado frente a su puerta con una sonrisa acogedora en su rostro.

—Hola, dormilona —saludó Alex, con un tono juguetón.

—Hola, cara de árbol. ¿Cómo estuvo todo con Logan? —preguntó Lisa, abriendo la puerta para dejarlo entrar.

—Bueno, parece que necesitaba dormir más de lo que pensábamos. Está roncando como un dragón bebé —respondió Alex con una risa suave mientras entraba en la habitación.

—Me alegro de que esté descansando. ¿Y tú? ¿Lograste descansar? Fuiste el que menos durmió durante el camino —preguntó Lisa, mirando a Alex con preocupación.

Alex suspiró, dejando escapar la tensión acumulada de sus hombros. Se acercó a Lisa y tomó su mano con delicadeza. —Estoy bien, Lisa. Gracias por preocuparte. Pero hay algo que puedes hacer para que me sienta mejor —dijo Alex, con una mirada pícara bailando en sus ojos.

Lisa sonrió ante la familiar picardía de Alex. —Oh, ¿y qué podría hacer yo para hacerte sentir mejor? —preguntó Lisa, juguetonamente.

Alex se acercó un poco más, sus ojos brillando con una chispa traviesa. —Bueno, podríamos ir a dar un paseo por el bosque, entrenar un poco y luego... tal vez encontrar un lugar tranquilo para relajarnos un poco más —propuso, con una sonrisa sugerente en los labios.

El Secreto de los DragonesWhere stories live. Discover now