delicate {Pedro Pascal}

441 23 7
                                    

"¿Es normal que estés en mi cabeza?"

Los fines de semana son magníficos cuando mi amor está en casa y me encanta consentirle cuando su presencia ilumina nuestro nuevo hogar. Nuestra fase de luna de miel se ha extendido por meses marcando nuestros días con mucho cariño y nuestras noches llenas de infinito placer mutuo a pesar de pasar un par de días apartados gracias a su ajetreada agenda de trabajo. Ser la señora Estrada es un sueño.

Siempre le he admirado y a veces no me creo por completo que su corazón me pertenece... Aunque, últimamente no he podido ser completamente suya gracias a un pequeño secreto que guardo con mucho recelo.

—Tengo planeado un fin de semana largo en una residencia a las afueras de la ciudad. He invitado a Pedro y a su nueva conquista, será un fin de semana de amigos. ¿Que te parece?

—Me encanta la idea, tesoro. Siempre y cuando no les moleste lo ruidosos que podemos llegar a ser.

No es un secreto que su amistad con Pedro es genuina y puede ser respaldada por sus años juntos apoyándose mutuamente en sus sueños y proyectos llegando a ser de los hombres más deseados de la industria y haciendo imposible que cualquier mujer caiga presa de sus encantos, incluyéndome.

Pedro no me es indiferente, debo admitir que ha sido protagonista de un par de sucias fantasias que sacio con gusto en la soledad de mi habitación cuando mi marido desaparece por días en llamados. La constante batalla entre el bien y el mas rondaron por mi cabeza es difícil... Pero claro que todo se fue al carajo el mismo día en el que me lo he tirado en una entrega de premios dentro de un sanitario.

Oscar no merece esto, tampoco la mujer que ha decidido pasar sus días con Pedro y aunque lo hemos dejado de lado tantas veces siempre terminamos por perdernos en nosotros mismos en las sábanas del viejo departamento de soltero que mi amante aún conserva.

Esto es delicado, la tela puede romperse en cualquier momento y arruinarlo todo... Pero el sentirlo en mí vale por completo la pena.

—¡Te he echado mucho de menos, amigo!.—La sonrisa de mi esposo es enorme cada vez que se reúne con su alma gemela y se dan ese abrazo fraterno significativo, puedo jurar que sonríe más de lo que llegó a hacerlo el dia de nuestra boda. Esos dos hombres se aman, y yo los amo a ambos.

—Me encanta la idea de pasar todos juntos un fin de semana, hemos traído un par de botellas que podemos destapar en la cena. Lucía llegará un poco tarde, ha tenido un pequeño contratiempo.

—Bueno, hay mucho por que brindar. Tenemos un par de noticias para ustedes.

El rostro de aquel hombre palicede un poco al escucharle haciendo que muerda mi labio recordando el tremendo susto que nos hemos llevado hace un par de meses cuando esta aventura comenzó.

—¿Ah si?

—¡Si! Pero aún no es el momento, pasen a su habitación. Está justo enfrente de la nuestra en el segundo piso. Nosotros nos encargaremos de la parrilla.

—¿Puedes adelantarte, tesoro? Tengo que cambiar mis zapatos?.—Los suaves labios de mi esposo me sabrían a gloria en otra circunstancia, ahora solo puedo sentir la amarga culpa sobre ellos. Golpea mi trasero con cierta travesura y me deja ir sin saber en lo absoluto que estoy a punto de tener un sucio reencuentro con su socio.

.

Sus jadeos y la ronquera de sus discretos gemidos me tienen al borde del abismo, el pensamiento de su piel ligeramente cubierta por su salado sudor y los rizos canosos revueltos en su nuca han hecho que arruinara mi pijama. Maldito idiota, ¿Cómo te atreves a follarte a tu esposa conmigo a un par de metros de distancia?.

—Parece que tienen una gran fiesta.—La adormilada voz de Oscar me saca por un momento de mi propio enfado ante aquella broma.—¿No puedes dormir?

—La cena me ha dejado algo de náuseas, bajaré al patio un rato. Vuelve a dormir.

—¿No quieres compañía?

—Estoy bien, descansa.—No objeta, solo vuelve a hundir sus oscuros rizos en las almohadas haciendo que su consciencia se desaparezca por al menos seis horas más.

Mis pies forman suaves olas en la helada agua de la piscina, la noche parece ponerse cada vez más oscura y el silencio se ha roto por un momento ante el suave sonido de grillos en alguna parte del jardín. No me molesto en darme la vuelta al escuchar el cancel de la puerta deslizarse, tampoco pongo interés en la figura que lentamente se acerca a mí. Sé perfectamente quién es.

—¿Ya has terminado? Eres muy ruidoso.

—Eso debes saberlo de primera mano.

Su cuerpo se introduce de un solo movimiento al agua mascullando un par de palabrotas ante el shock que le ha resultado la temperatura del agua. Nada en mi dirección y abre mis piernas lo suficiente como para amoldarse entre ellas.

—¿Porque estás enfadada, primor? No es como si solo fueses exclusiva para mí. También has hecho travesuras en este sitio, ¿Crees que no me he dado cuenta de la escena que han montado esta mañana antes del desayuno?

—Esto está terrible. Debemos parar.

—No digas eso.—Sisea con suavidad incapaz de seguir escuchando mis lamentos.—Sabes, tengo un poco de curiosidad. ¿Cuando él te toca, tu cuerpo responde así?

La punta de sus dedos se desliza con suavidad por la cara interna de mis muslos hasta llegar a mis caderas, donde me obliga a dar un par de saltitos hacia enfrente y darse el espacio para exponer mi centro ya palpitante y necesitado de atención.

—¿Te gusta más sentirle a él que a mí? Tal vez te gusta mas la sensación de sus dedos o sus labios.

—Callate.—Mi desespero se ha desatado por dos buenas razones, la culpa de una infidelidad... Y la enferma necesidad de sentirlo hundirse en mí.—Hazme tuya.

—¿Acaso no te importa que tu marido nos encuentre?

—Me importa un carajo.

Sus brazos me estrechan y con ello hunde mi cuerpo en el agua haciéndome soltar un ahogado grito de sorpresa. Sus labios no pierden el tiempo de devorarme y danzar al son de mis labios demostrando todo lo que un fin de semana pretendiendo ser otras personas nos ha causado.

Sus manos bajan lo suficiente como para bajar un poco la tela de su ropa interior, enredar mis piernas en su cintura y tomarme contra una de las paredes de aquella pileta.

Su cuello se vuelve víctima de mis suaves mordidas tratando de ser lo más discreta posible, sus caderas se mueven con suavidad en un vaivén exquisito qué solo mejora ante la fria sensación del agua entre nosotros. Sus gruñidos me hacen enteramente feliz, porque sé perfectamente que me pertenece.

Sus labios besan mi pien en desespero y desliza las tiras de mi pijama liberando mis pesados pechos ansiosos por ya no ser ignorados. Muerde con delicadeza mis pezones, besa el valle de mis pechos tratando de no dejar ningún tipo de marca que pueda meterme en un problema.

—Dame más.—Murmuro en un completo extasis de placer.

—Todo lo que me pidas, cariño.

A pesar del frío, todo comienza a quemarme por dentro haciendo la tarea de mantenerme en silencio algo imposible. El contacto piel a piel comienza a formar aquel delicioso nudo en mi vientre que termina por estallar como espectáculo de fuegos artificiales sintiendo como su semilla me llena por completo.

Voy a terminar con Lucía.—Me confiesa una vez recuperado el aliento. Sus ojos brillan como nunca, como si esto fuese una hermosa declaración de amor... Que estoy a punto de destrozar.

Estoy embarazada.

𝔻𝕀𝕃𝔽 𝕀𝕀 {Pedro Pascal One Shots} Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα