gold rush {Oberyn Martell}

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"¿Cómo debe ser crecer siento tan hermoso? Con tu cabello cayendo en el lugar adecuado como fichas de dominó."

Oberyn Martell tiene algo que es tan difícil de descifrar pero lo vuelve tan atractivo a la vista de cualquier mujer en este reino. El simple pensamiento de él con otras mujeres me hace querer llorar por el frustrado deseo de ser a quien él desee hasta la muerte.

Verlo moverse con sutileza entre los pasillos del palacio es un sueño. Es sentir una constante presión que vuelve pesado mi pecho cada vez que una nueva amante entra a su habitación y como mi sangre parece volverse lava ante los comentarios indiscretos de mujeres hermosas que quieren robar mi precioso tesoro.

Él es solo mío y me niego a que esto sea diferente.

Haberlo desposado lo ha vuelto un apetitoso objetivo y él lo sabe perfectamente. Sabe que su mujer haría lo que fuera para que sus ojos solo se posen en ella y no le teme a las consecuencias.

Suele meternos en un juego peligroso que nunca va a acabar. Nunca nos herimos... pero si nos provocamos constantemente hasta sentir que no podemos resistirlo más. A veces me cuesta comprender su belleza y como esa imponente figura puede ocasionar miles de sensaciones dentro de mí. Sé que es recíproco, por eso también disfruto de provocar su ira permaneciendo muy cerca de mi propia servidumbre.

Eso lo vuelve loco, lo que a su vez a mi me enloquece.

No somos los gobernantes excepcionales para todo un reino... pero podemos gobernarnos mutuamente y eso es suficiente para ambos.

Quítate la ropa. Ahora.—Está excitado y no puede disimularlo. Muerde con suavidad y lentitud el lóbulo de mi oreja antes de separarse de mí y echarse con calma en nuestra cama.—¿Porque mejor no complaces a tu rey con un baile?

—Su reina va a complacerlo en todo lo que desee.—Su cínica sonrísa se ensancha y cruza los brazos por detrás de su cabeza.

La suave luz del sol al atardecer colándose por los grandes ventanales nos brinda el escenario perfecto para dar paso al ansioso espectáculo del Príncipe Oberyn, quien le ha tomado solo un par de minutos desnudarse a si mismo y mirarme expectante con una sonrisa llena de deseo. Esa mirada me gusta, me hace sentir superior y deseosa. Bailo al ritmo de una canción inexistente mientras mis dedos juegan con mis curvas y una sonrisa sale de mis labios ante la atenta mirada del príncipe. Jugueteo con las finas tiras de mi vestido hasta decidirme a dejar que caiga de mi cuerpo dejándome expuesta ante sus ojos.

—Eres tan hermosa.

Él decide ponerse de pie y admirarme a detalle bajo los dorados rayos del sol. Sus labios tocan la piel de mis hombros y sus manos comienzan a trazar un peligroso camino hacia mi centro, me hace caminar junto a él hasta posarnos frente al gran espejo observando el contraste de nuestras pieles brillas ligeramente ante la luz. Estoy perdida en sus movimientos y siento el roce de sus dedos en mí.

—Abre las piernas, cariño. Déjame sentirte.

Su toque es como la seda. Me hace temblar y derretirme aún más con cada segundo que pasa. Sus dedos masajean muy despacio mis pliegues y encuentra mi núcleo con el pulgar dedicándole su completa atención.

—Puedo sentir lo mucho que te gusta. Eso es, disfruta de mis dedos. Mójalos.

Echo mi cabeza hacia atrás y ya no trato de callar todo el placer que ahora estoy sintiendo. Dos de sus dedos se han deslizado en mi interior bombeando con mucha suavidad. Su mano disponible se pasea por la piel de mi vientre hasta llegar a mis pechos, tratando de satisfacer cada sitio erógeno de mi cuerpo.

Se siente como si estuviese en el maldito paraíso iluminado de luz dorada.

—Móntame. Quiere verte.

Su cuerpo cae sobre las suaves sábanas satinadas y me invita gentilmente a subirme a su regazo. Direcciona su cuerpo hacia el mío y me permite llevar el ritmo al hundirme en él.

Maldita sea, no puedo creer que él es solo mío.

Sus gruñidos son música para mis oídos y el perfecto motivo para seguir demostrando todo el placer que me hace sentir. Sus manos han tomado firmemente mis caderas y jala de ellas tanto como puede para aumentar nuestras sensaciones.

—Te ves tan deseable cubierta por los rayos del sol.—Murmura antes de darnos la vuelta y dejar mi cuerpo por debajo del suyo completamente a su merced.

Sus manos envuelven mi cuello al mismo tiempo que sus embestidas son más lentas y pesadas buscando un punto de placer en conjunto. El toque de sus dedos es delicado pero determinado y busca con destreza cada punto sensible en mi piel para hacerme enloquecer.

—Santa mierda.—Mis piernas buscan con desespero enredarse en sus caderas.

—¿Te gusta como te hago sentir, reina mía?

—Di que eres mío.—Suspiro perdida en mi propio espiral de placer.

—Soy solo tuyo, reina.—Sus roncos gemidos me hacen alucinar y mis sensaciones se incrementan ante cada embestida.—¿Esta noche me darás a mi heredero?

—Todo lo que quieras será tuyo.

Sus embestidas se vuelven algo torpes anunciando el inicio de su final. Muerde mis labios con sutileza y sus manos bajan a mi centro buscando acelerar mi propia liberación haciendo que caigamos junto en un espiral lleno de placer del cual nos tomará tiempo volver a recuperar el aliento. Su cálido elixir se derrama en mi interior al mismo tiempo que su rostro se relaja y me sonríe triunfante dándose cuenta de su acto y las posibles consecuencias.

Él es hermoso.

Todo el mundo lo quiere, pero la única que tiene el placer de tenerle soy yo.

𝔻𝕀𝕃𝔽 𝕀𝕀 {Pedro Pascal One Shots} Donde viven las historias. Descúbrelo ahora