my oh my {Javier Peña}

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"Un poco mayor con chaqueta de cuero, mala reputación y hábito insaciables."

Papá siempre me ha dicho que me aleje de los hombres malos. He son unos malditos canallas sin corazón que están dispuestos a dejarte a tu suerte a su propia conveniencia... unas malditas ratas en pocas palabras. Y aunque trato de creerle, a este punto de mi vida ya me es dificil saber quien realmente es el malo de la historia. Conocí al canalla en un bar. Algo extraño porque no parecía ser su tipo de sitio. Tenía un aura tan misteriosa que le hacía lucir terriblemente atractivo. No entiendo porque deseo tanto que él se pierda entre mis piernas por toda la vida.

—¿Quieres un trago?

—Papá me dice que no le acepte cosas a desconocidos.

—Todos en algún momento somos desconocidos hasta que entablamos una conversación.—Lo observo levantar su largo dedo en señal de atención haciendo que el bartender se acerque a atenderle. Bastante pretencioso. Me gusta.—Eres muy joven para estar en este sitio. ¿Tienes algún motivo para encontrarte aquí?

—¿Acaso eres policía?.—Ríe mostrando una gran parte de las perlas en su boca. Esa sonrisa va a matarme.

—¿Si lo fuera crees que estaría ofreciéndote alcohol?

—Tienes un punto. Solo quiero probar cosas nuevas.

Y ese primer encuentro nos ha llevado a desarrollar nuestra maldita y tórrida saga.

Me escabullo todas las noches de casa burlando al par de inadaptados que protegen la fortaleza que papá ha creado para mí a modo de defensa de sus propios enemigos. Mamá sospecha de mí cada vez que me salto la cena o cuando tardo un par de horas más en bajar al desayuno pero ese es el menos de mis problemas. Realmente ningún problema me es importante cuando estoy en manos de Javier Peña.

Me gusta la sensación de peligro cuando estoy con él. El como nos escabullimos en medio de la noche por las oscuras calles de la ciudad solo para encerrarnos en su apartamento y darle paso al remolino de fuego en el cual nos convertimos. Me vuelve loca cada toque, beso y caricia. Nuestras conversaciones son escasas por razones muy evidentes, nuestro tiempo siempre ha sido priorizado por el sexo, los mimos y los adorables besos en la frente que deja sobre mí antes de dejarme a un par de calles de mi hogar.

—¿Dónde estabas? Te he extrañado como loco, mamacita.

—Los dos idiotas que custodian la fortaleza me descubrieron un par de veces. Papá está insoportable.—Suspiro y sonrío ante los besos húmedos que Javier deja sobre mi mandíbula.

—¿Te ha cuestionado?.—Se ve algo nervioso pero yo solo puedo pensar en lo mucho que me frustra que deje de tocarme.

—No quiero hablar de papá cuando lo único que quiero es que me folles.

—Con todo gusto, señorita.

Sus manos son ágiles y en segundos ya se encuentran desatando con curiosidad las tiras de mi vestido. Su toque es desesperado al igual que el mío con la única diferencia de sentirme algo torpe a comparación de su experimentado toque. Suspira encantado al ver la lencería que he elegido solo para su deleite. Acabo de liberar a la bestia, y eso me encanta.

El bonito corsé y las bragas a juego se encuentran en alguna parte de su habitación y sus manos se pierden bajo mis muslos mientras su rostro se aproxima peligrosamente a mi intimidad soplando ligeramente sobre mi sensible piel solo para torturarme.

Javi...

—Aguanta preciosa, esto es solo el comienzo.

Explora cada centímetro de mi piel con gusto, su lengua delinea cada uno de mis pliegues y su nariz hace maravillas chocando con mi clítoris necesitado por su generosa atención. Sube por mi vientre y la fin línea que separa mis pechos, deja un par de besos en el valle de los mismos y una de sus manos rodea con sutileza mi garganta apretando un poco. Uno de sus dedos comienza a bombear con lentitud mi interior aumentando su ritmo hasta continuar con un segundo soltando mi cuello solo para poder darse a él mismo algo de placer.

—Me pone tan caliente verte de esta manera.

Me quejo al sentir su ausencia y suelto un gustoso suspiro al sentir la punta de su polla deslizarse sin pena alguna por mis pliegues antes de finalmente hundirse en mí por completo. Jadea, ruge y gime en mi cuello mientras sigue embistiendo mi interior como una jodida bestia. Mis manos tiran gentilmente del oscuro cabello de su nuca y echo mi cabeza hacia atrás dejando que mi garganta le deleite con la gran sinfonía llena de placer. Tira de mí hasta dejarme a horcajadas sobre su regazo y sujeta mi cintura con ambas manos buscando más profundidad en el vaivén de sus caderas.

Me tiene loca.

Ahoga un sonoro gemido en mi hombro mordiéndole con suavidad y detente sus ya descoordinadas embestidas derramando su semilla dentro de mi interior sin cuidado alguno. Me tiene yendo al cielo y al infierno en un mismo momento.

—¿Te quedas conmigo el resto de la noche? No quiero dejarte ir.

Sus grandes ojos de cachorro triste me convencen en tres segundos y él lo sabe muy bien. ¿ Cómo podría negarme? Realmente nunca lo hago solo que ahora se siente... diferente. Como si quisiese aislarme del mundo. Mi cabeza descansa con comodidad sobre su pecho mientras le observo estirarse un poco para alcanzar un cigarrillo de la cajetilla en su cómoda. Al encenderlo me ofrece una calada del mismo pero declino con la cabeza antes de dejar un par de cariños en la piel de su pecho.

Mi teléfono vibra con insistencia desde hace más de diez minutos en alguna parte del suelo de la habitación, me hace pensar que mis padres han notado mi ausencia por lo que tomo aquel aparato sin revisarle solo para volver a la cama con este entre mis manos y contestar la próxima llamada entrante.

—¿Hola?

—¡¿Dónde demonios estás?!.—Suspiro aún incapaz de responder ante mi estado post-orgásmico y sonrío satisfecha ante los desinteresados besos de Javier sobre la piel de mi nuca.—Arrestaron a tu padre, maldita sea. ¡¿Qué demonios hiciste?!

Y es entonces cuando la placa policiaca en su cómoda aparece en mi visión como si de una bala se tratara. Oh no.

𝔻𝕀𝕃𝔽 𝕀𝕀 {Pedro Pascal One Shots} Where stories live. Discover now