one night stand {Pedro Pascal}

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Cuando el teléfono vibra durante las fechas decembrinas siempre se acelera mi corazón porque sé que significa. Mis manos tiemblan, mi cuerpo suda en frío y todas las dulces memorias de mi juventud reviven poco a poco, como si pensarle fuese una brisa fresca de aire durante el verano. Recordar sus pesadas manos en mi piel, su ligeramente platinado cabello enredado entre mis dedos y sus suaves quejidos de placer chocar contra mi cuerpo... Es indescriptible. Sensaciones que nunca quisiese dejar atrás aunque debería hacerlo.

No debería sentir orgullo de mis actos, ya no somos ese par de adolescentes a los que todo les parecía fácil y sus mundos eran gobernados por hormonas y el inmenso amor no admitido por ninguno de los dos pero solo nos bastaron dos encuentros ilícitos para no querer dejarnos nunca más.

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Pedro
Online

Estoy por tomar un avión, ¿Podrías ir por mí al Aeropuerto?

Sí, llámame en cuanto aterrices.
Ahí estaré.

Nadie sabe que llegaré el día de hoy, sé discreta.

Siempre lo he sido.

Su brillante sonrisa es lo primero que puedo observar cuando estaciono mi auto frente a la acera del aeropuerto. Camina con prisa hacia el vehículo y abre la puerta trasera del mismo para subir dos pequeñas maletas y un bolso lleno de regalos navideños, cuando sube al asiento a mi lado solo se limita a sonreírme, sabe que besarme no es una opción ante los posibles camarógrafos encubiertos acéchanos su llegada.

—¿A donde me dirijo?, ¿Tienes una habitación reservada?.

—Mejor, he rentado un Airbnb. ¿Puedo tomar tu teléfono para poner el GPS?.—Asiento sin importancia, solo dedicándome a sacarnos de aquel sitio. Pude notar una ligera sonrisa enternecida al ver el salvapantallas en mi teléfono pero solo se ha limitado a guardar silencio y regresar el aparato en su sitio al terminar.

El sitio que Pedro ha elegido para pasar sus días de descanso es hermoso pero extrañamente pequeño. Aunque realmente eso es lo de menos cuando perfectamente sé que pasaremos los siguientes dos días encerrados en la habitación.

Te extrañé tanto.—Es lo único que puede decirme antes de tomar mi rostro entre sus manos y besarme con paciencia y desespero. Aquí vamos de nuevo.

Escucharlo es lo menos que puedo hacer mientras nos dirigimos a la habitación principal de aquella acogedora residencia. Sus manos luchan por quitar de su camino el listón que sujeta mi cabello y es lo único que me importa. Sus labios son el paraíso, me hacen sentir en el mismísimo cielo cuando me besa sin prisa solo disfrutando de nosotros aunque sea de esta manera.

No tengo pena alguna en tomar iniciativa y deshacerme de su cinturón al mismo tiempo que termina por quitar mi suéter y terminar con mi sujetador. Decide por terminar de desvestirse por su cuenta y dejar su placer pospuesto por un tiempo para enfocar su completa atención en mí. Al dejarme sobre las suaves sábanas de la cama me sonríe con cierta picardía. Recorre sin duda las curvas de mi cuerpo y ataca suavemente mi cuello con besos húmedos y lánguidos haciendo uque el espiral lavanda de placer que tanto me encanta sentir comienza a presentarse.

Tengo las malditas bolas azules de tan solo pensarte así. Te necesito como loco.

Mis manos sudan y comienzo a sentirme nerviosa cuando se deshace de mis pantalones de un solo tiro. Puedo notar esa cínica sonrisa en sus labios cuando se hace un espacio entre mis piernas y deja un par de besos en mis muslos buscando camino hacia mi intimidad. Su jugueteo con los bordes de mi ropa interior me está volviendo loca, mis dedos se enredan en su sedoso cabello y tiro de el suavemente incitando su actuar hasta obtener lo que tanto deseo

Deja pequeños besos por encima de mi ropa interior, cuela uno de sus dedos por la fina tela de encaje solo para apartarla y alcanzar su deseo final. Un gemido ahogado sale de forma involuntaria y mis dedos tiran más de su cabello al sentirle entre mis pliegues ya húmedos ante su dulce agonía. Su lengua traza un suave y doloroso camino por mi entrada chorreante y la punta de su nariz toca suavemente mi clítoris hace que pronto el primer orgasmo de esta noche explote en mi interior de una forma intensa y sumamente placentera.

Por favor, por favor.—Suplico ante la inmensa necesidad de sentirme llena de él pero incapaz de pronunciar palabra alguna.

—Dime que quieres, sabes que nunca voy a decirte que no.—Murmura manteniendo una de sus manos en su miembro dándose placer a él mismo con lentitud.

—Pedro, por favor.

—¿Quieres esto?.—La generosa punta de su miembro presiona contra mi necesitada entrada ya resbaladiza haciendo que un sonoro gemido emitido por mis labios le hiciera saber lo mucho que lo deseo.

Decide no hacerme esperar más y comienza el delicado vaivén de caderas que pronto comienza a tomar velocidad, su rostro se entierra en mi cuello soltando gruñidos ahogados llenando la habitación de nuestra propia sinfonía. El conocido nudo en mi vientre comienza a formarse por segunda vez en esta noche al mismo tiempo que los movimientos de mi dulce amante se vuelven torpes anunciando su próxima liberación.

Sus labios buscan los míos con desespero al mismo tiempo que encontramos juntos nuestro propio paraíso. Sus brazos buscan mi cuerpo con pesadez y me atrae a su pecho formando un abrazo delicioso del cual nunca quiero salir. Un abrazo que adoro pero no puedo evitar sentir cierta nostalgia y algo de culpa.

—Pedro, tenemos que parar.

—No quiero dejarte ir.—Confiesa.

—No me quieres para algo serio. ¿Qué sentido tiene?, ¿Qué gano yo en todo esto?

—Me tienes a mí.

—Tenerte en una habitación de hotel un par de semanas al año no es justo. Tu has tenido parejas en Nueva York, a mi me ves solo en Navidad.

Suspiro con culpa, la cual queda en el olvido cuando vuelve a buscar mis labios. Sabe mis puntos débiles y lo usa en mi contra en cada oportunidad que se le presenta.

—¿Cómo está mi hija?

—Es hermosa. Ya puede sostener su cabeza y hace ruiditos extraños, ya tiene tres meses.—Su triste sonrisa me enternece, tal vez en otra circunstancia pudimos ser una familia.—Suelo envolverla con mis suéteres, así siente mi aroma y piensa que le tengo en brazos toda la noche.

—Quiero conocerla.—Asiento con cierto descuido al sentir su aliento suavemente en mi cuello.—He traído su regalo de navidad, cuando veo las fotografías que envías me enternece tanto. Ella es igual a ti.

—Puedo traerla mañana. ¿Estás seguro que no quieres contarle a tu familia sobre ella?

—¿Has hablado con Javiera?

—No. Ella aún piensa que Ava es resultado de una sola noche... ciertamente lo es.

—Para mi nunca has sido asunto de una noche.

—¿Entonces que somos, Pedro?

No me responde.

No me sorprende, porque nunca llegamos a nada. Somos esas almas destinadas a amarse con locura pero nunca a estar juntas.

Dedicado a LittleQueenSam

𝔻𝕀𝕃𝔽 𝕀𝕀 {Pedro Pascal One Shots} Where stories live. Discover now