golden globes {Pedro Pascal}

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La sonrisa que Pedro posee es el único accesorio que necesita para lucirse enfrente de todos y brillar por si solo. No necesita de ropa extravagante o usar accesorios extras que no van acorde a su edad o personalidad, demostrándolo en repetidas ocasiones usando únicamente trajes sastres hechos a la medida que lo hacen lucir maduramente atractivo.

Él sabe perfectamente el efecto que crea en las personas a su alrededor, como con solo esbozar una pequeña sonrisa es capaz de calentarle las ideas a más de una persona, incluyéndome... solo que la mejor parte de esto, es que a mí si me cumple con esmero todas y cada una de las fantasías que tengo al respecto.

La temporada de galardones es mi favorita, no hace falta decir porque. Se viven fuertes emociones, euforia en su máximo esplendor, alcohol en cantidades industriales servidas en lujosos cocteles que parecen y mucho sexo posterior a los after party. Demasiado. Es como pedir dulces en plena noche de brujas.

—Te ves encantadora vestida de rojo.—Aunque adoro sus elogios, es él quien está a punto de mostrarse ante millones de personas.—¿Estás segura que no quieres caminar conmigo? Me encantaría pasar por la alfombra sosteniendo tu mano.

—Estoy segura, dulzura. Quiero que seas solo tú quien robe todos los reflectores, tan solo mírate... ¿No se te antoja irte a casa ahora mismo?.—Ronroneo en su oído haciéndole reír con timidez... Timidez que desapareció en el mismo instante en el que ha apretado mi trasero por encima de mi vestido con su mano libre y sana.

—Te veré dentro del recinto.—Deja un pequeño beso en mis labios y sonríe con grandeza ante su exposición a las cámaras y cientos de entrevistadores ansiosos por una exclusiva.

No puedo evitar morder mi labio con deseo al ver la imponente figura de mi amado posar con seguridad. A pesar de tener un brazo lesionado y no poder utilizar un saco para la ocasión se ve divino usando solamente negro con blanco en su vestimenta, incluyendo su gracioso cabestrillo. Espero que no le pregunten acerca de su lesión o seremos severamente juzgados por el mundo.

—Pedro, ¿Qué te ha pasado?.—La pregunta más temida de esta noche se hace presente.

Me sacaron la cresta.—Comenta burlón evadiendo por completo la pregunta. Bueno era eso o decir que se ha ido de bruces en una bañera por andar de cachondos.

A través de las personas que esperan con impaciencia por su atención puedo ver esa mirada traviesa tan peculiar, haciendo que mis bragas se empapen en un solo acto. Es tan hermoso que me hace enojar.

—Así que, ¿Te sacaron la cresta?.

Era eso o decir que no me resultó una posición del kamasutra.—Susurra en mi oído, cuidando que las personas a nuestros lados no escuchen nuestra conversación.—¿Te he dicho que el rojo te sienta de maravilla?. ¿Ya saben lo que dicen de las personas vestidas de rojo?

Muerdo mi labio soportando la risa que estoy a punto de soltar, ¿En que momento ha aprendido piropos de obrero?. Trato de prestar mi entera atención al escenario escuchando a los actores en el podio mencionar a una cantidad incontable de actores nominados en una sola categoría hasta que la discreta mano de mi hombre se posa en mi rodilla, justo en el corte que estratégicamente muestra mi pierna.

Sus dedos se abren camino hacia el interior de mi muslo, buscando con malicia la humedad de la ropa interior que él mismo ha provocado. Cierro las piernas dejando sus dedos prisioneros en mi piel haciendo que su cuerpo se incline hacia mí, ante todos podría parecer que solo somos dos enamorados dándose amor... pero realmente el viejo sabroso a mi lado está pidiéndome que vaya al tocador a retirarme las bragas.

—Estamos en público, Pedro.

—Nadie tiene porque enterarse. Ve o te las quito aquí mismo.

—¿Con que mano, señor?.—Burlarme de él no resulta porque me ha dado una mirada amenazante la cual me es suficiente para ponerme de pie y dirigirme con prisa al tocador.

Cuando estoy de regreso del tocador solo extiende su mano hacia mí pidiéndome la prueba de su pequeña travesura. Su mano vuelve a trazar aquel candente camino hacia mi intimidad mientras finge completa inocencia manteniendo su vista en las pantallas que ahora nos muestran a los próximos nominados que se disputarán por otra estatuilla, su dedo indice es el primero en llegar y encontrar con facilidad mi botón necesitado por su atención. Su toque es tan certero que no puedo encontrar otra manera de ocultar mi evidente gozo bebiendo del vino blanco frente a mí.

—Abre un poco más las piernas, cariño.

Obedezco a su petición sin saber si debo agradecer o maldecirme por hacerlo al sentir el primero de sus dedos en hacerse camino en mi interior permitiendo que mi sexo empapara sus nudillos sin problema alguno. La alternancia de sus dedos está volviéndome loca, ¿Cómo puede lucir tan tranquilo e inocente cuando se está comportando como un diablo?.

—Te necesito.—Ruego en su oído sosteniéndome con fuerza de las mangas de su camisa.—Ahora.

—Ya van anunciar mi categoría. Espera un poco.—Si sigue sonriéndome de esa manera me importará muy poco dar un espectáculo en televisión global. Él lo sabe por lo que saca con discreción la mano de mi falda y se levanta de su silla disculpándose cortésmente con sus colegas.—¿No puedes esperar hasta estar en casa, muñeca?

—¿Quien ha dicho que solo llegaremos a casa a dormir?.

Toma mi mano y caminamos con prisa por el sitio importando poco las miradas confundidas de los personajes presentes en el sitio. Un sanitario familiar parece ser excelente sitio para darnos un poquito de amor como un festejo por su nominación... la cual hemos celebrado en un sin fin de ocasiones pero no las contamos. Al estar dentro del sitio y asegurarnos de que el seguro funciona los besos furiosos y la enferma necesidad por pertenecernos nos gobiernan nublando por completo nuestros juicios. 

—Ayúdame con el cinturón, preciosa.—Ordena con cierto desespero ante su evidente molestia por la libertad de solamente una de sus manos.—Tenemos que ser rápidos y silenciosos. Inclínate sobre el lavamanos.

Escucho el cierre de su pantalón ceder, espero con impaciencia un par de segundos y finalmente la generosa y ya conocida punta de su miembro deslizarse sin pena entre mis pliegues me toma por sorpresa haciendo que un pequeño grito ahogado llene el espacio. Puedo observar su rostro a través del espejo frente a nosotros mientras su cuerpo golpea el mío con violencia, detallando cada gesto de su rostro deseoso por encontrar su punto máximo de placer. Sus ojos cerrados, su nariz algo fruncida y la manera en la que sus dientes aprisionan su labio inferior evitando que algún sonido salga disparado de su garganta. Diablos, ¿Porque nunca hemos follado frente a un espejo?. Dejo de ser silenciosa en el mismo instante en el que su mano baja por mi vientre y busca aumentar mi placer frotando con rudeza el hinchado botón entre mis piernas. Si alguien nos atrapa... por lo menos sabrá lo bien que folla este hombre.

—Date prisa, muñeca.—Murmura con agitación en la piel de mi cuello. No hace falta, me ha hecho tocar el mismísimo cielo dos veces consecutivas. Un gruñido ronco en mi cuello y la conocida sensación de su semilla en mi interior me hace saber que se encuentra satisfecho, feliz y listo para recibir ese premio que merece. ¿Nos precipitamos en celebrar su triunfo?

Beso sus labios contenta una vez que me he asegurado de que este se encuentre completamente listo para salir a escena y mi vestido no se encuentre muy arruinado. Aunque no podemos evitar las miradas curiosas de algunas personas, llegamos a nuestros sitios como si el atractivo hombre que sujeta mi mano no se hubiese vaciado por completo dentro de mí.

—¿Listo para ganar ese premio?.—Mi voz parece ser lo suficientemente ruidosa como para captar la atención de un par de espectadores de la misma mesa.

Puedo notar un poco de mi lipstick en la comisura de sus labios, no puede subir al escenario así. ¿Pueden imaginarse la cantidad de fotografías y bromas que podrían hacerse al respecto?

—¿De que hablan? Anunciaron la categoría a mejor actor de drama hace dos minutos.—Mis ojos no se salen de su sitio solo porque eso es humanamente imposible. ¿Nos perdimos su categoría?

—¿Y gané?.—Ay por Dios.

𝔻𝕀𝕃𝔽 𝕀𝕀 {Pedro Pascal One Shots} Where stories live. Discover now