56. El malestar

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Desperté con un fuerte dolor de cabeza, abrí levemente los ojos y me quedé varios minutos recalculando que esa no era mi habitación, si no la de Mattheo.
Me giré sobre mi misma y a mí lado Matt dormía dándome la espalda, se veía muy tierno y lindo. Pero lo que me sorprendió fue su espalda, estaba repleta de arañazos.

Creo que ayer me pasé, bueno, no me acuerdo que hice.

Miré bajo las sábanas y yo estaba con una lencería bastante sexy, él estaba en boxers. Vale, al menos anoche no hicimos nada.
Me levanté cuidadosamente y caminé de puntillas hasta llegar a mí vestido tirado en el suelo, me lo puse y agarré los tacones que estaban en una de las esquinas para salir.
Abrí la puerta sin hacer el mínimo ruido y pude cruzar el umbral con éxito.

Misión cumplida.

Fui a mí habitación de lado a lado, tenía un dolor impresionante de cabeza y me dolía todo el cuerpo. Al llegar las chicas estaban despiertas hablando cada una en su cama.
Me quité el vestido y fui hacia el baño con tranquilidad cuando escuché sonidos de sorpresa a mí espalda. Me giré sin entender nada y las tres me miraban tapando su boca con sus manos, fruncí el ceño y Pansy fue la primera en echarse a reir.

—Cariño, Matt te ha matado... —rió señalando mi cuerpo y yo seguía sin entender nada

Me giré rápidamente al espejo y me quedé unos segundos en shock, parece que me han dado una paliza. Tengo moratones con la forma de sus manos en mi cadera, sus manos marcadas en el trasero, el labio roto y chupetes desde el cuello hasta los pechos.

Yo lo mato...

Abrí los ojos y me giré de nuevo hacia ellas con sorpresa, ni yo me esperaba eso.

—Ahora entiendo porque tanta obsesión con él, chica —habló Astoria haciendo que Pansy y yo comenzáramos a reír con fuerza, pero Daphne estaba seria

No quise responder y entré al baño con los comentarios de mis amigas de fondo.
Después de darme una larga ducha me encontraba fatal, no tenía ganas de comer nada, vomitaba cada cinco minutos y me dolía todo el cuerpo.
Estaba arrodillada a un lado del váter con mis brazos sobre la taza y la cabeza a la espera de otra arcada. Astoria me sujetaba el cabello mientras me acariciaba la espalda a mí lado y Pansy había ido a buscar pastillas.

—Me estoy muriendo... —dije llorando levemente mientras sentía la fatiga inundarme

—No, tranquila amor, solo es la resaca —me tranquilizó la chica a mí lado mientras yo volvía a vomitar

Después de horas ahí pude recuperarme un poco pero fue para tumbarme en mi cama y no moverme.
Sentía que si movía un músculo me moría, y me dolía de forma impresionante el abdomen bajo.
Mientras estaba medio dormida escuché la puerta abrirse y cerrarse, pero no tuve la fuerza para mirar quién era.

Sentí la cama hundirse a mí lado y por el perfume de la persona sabía que era mi Rubio. Sentí su mano posarse en mi frente, luego en mis mejillas y terminó acariciando mi pelo.

—¿Quieres qué te traiga algo? —preguntó agarrando mi mano

—Si como algo juro que vuelvo a vomitarlo todo, no gracias... —ironicé riéndome levemente causando su risa también

—Lo que no te pase a ti no le pasa a nadie —fue más una burla pero yo asentí sin muchas fuerzas

Genial, estoy a punto de morir, me encanta...

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Los días pasaban y mi mal estar ya no era tan fuerte, pero seguía vomitando seguido y algunas comidas me daban realmente asco.
Bajé al gran comedor para desayunar después de una noche de mierda, no dormí prácticamente y eso se notaba en mi piel pálida y mis ojeras.

Al llegar a la mesa me senté a un lado de Matt y Blaise, mala idea.
Zaza comenzó a jugar con la comida y eso ya me estaba dando asco, Tom lo notó porque estaba sentado frente a mí y le pidió a Zaza que parase. Y si, paró, pero para enseñarnos a triturar comida.
Cuando colocó una mezcla de manzana roja y fresas en mi plato sabiendo que eran de mis frutas preferidas sentí una arcada inexplicable.

Puse mi mano en boca y me levanté corriendo para ir al baño. Todos me miraron raro pero yo solo pensaba en llegar al baño.
Cuando entré en el primero que vi me metí en un cubículo y comencé a vomitar hasta la cena de hace una semana. Sentí a alguien entrar al baño y cuando intentó abrir la puerta de mi cubículo puse la mano para impedir el paso.

—Comadreja , soy yo —la voz de Mattheo me tranquilizó un poco y quité la mano de la puerta cuando otra arcada me vino y seguí vomitando

Él no dijo nada, solo se colocó atrás de mi y agarró mi cabello con su mano para que no me manchase. Cuándo terminé fui al lavabo y me lavé la boca y la cara.
Me agobiaba estar enferma, odiaba la sensación de mal estar y como no tienes fuerzas para nada, me siento débil, me siento inútil.

—¿Seguro que estás bien? Llevas así casi una semana —la voz de Mattheo se escuchaba preocupada mientras abrazaba mi cintura

—Solo sera una pequeña gripe y ya, no te preocupes —tranquilicé y él no pareció muy convencido

Me había pedido e insistido mil veces en ir a la enfermería o al hospital pero yo me negaba siempre. Cada vez que vas al doctor te encuentran algo, no me gusta.

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Ya había pasado casi un mes y las náuseas seguían ahí, ya no tan seguido ni tanto pero cuando lo peor lo pasaba era por la noche.

Hubo un cambio en mi relación con Tom, se puede decir que de ignorarnos hemos pasado a llevarnos mal. Siempre acabamos discutiendo o gritando.
Entré en la sala común después de una pelea con Tom en un pasillo, el muy imbécil se cree invencible.

Caminé hacia donde estaban los chicos pero el ruido de la puerta abriéndose a mis espaldas hizo que me pusiera en alerta. Era él.
Seguí caminando hasta el sillón y me senté en el regazo de Draco. Él pasó por mi lado sin mirarme y se sentó junto a Mattheo.

Ambos comenzaron a hablar de algo al parecer importante pero no le puse más importancia.
Dejé mi cabeza caer en el hombro de Draco mientras este hablaba con Theo y me uní a la conversación. Era raro para nosotros hablar de lo que haríamos si no existiera la magia pero ese fue el tema de  conversación. Con el tiempo todos acabamos en la misma conversación y discutiendo unos con otros por no pensar igual.

Veía a Daphne bastante distraída y ausente, me daba curiosidad porque me dolía pensar que era por mi culpa y el plan de utilizar a Matt para hacerle daño.
Quizás me pasé, ella estaba realmente enamorada y yo simplemente lo estoy utilizando.

Salí de mis pensamientos cuando Draco casi me tira de boca, se levantó de golpe cuando Blaise le dijo que sería un simple muggle con un trabajo tonto. El rubio pareció bastante indignado con ese comentario, olvidándose que yo estaba ahí.

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MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Where stories live. Discover now