41. Yo no quería...

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Estaba en mi habitación cuando Tom entró y se sentó en los pies de la cama.
No había bajado a desayunar, ni a clases, ni a comer...

No tenía ganas de ver a Mattheo y mucho menos de que todos me miraran de forma juzgante. Porque el rumor de que había engañado al que ahora suponía era mi exnovio ya había volado.
El azabache no habló, solo se quedó mirandome mientras yo aún estaba entre las sábanas de mi cama. Eran las 9:45 pm y me había perdido el día encerrada en esas cuatro paredes a las que llamo habitación.

—¿Me vas a explicar que pasó? A Draco no le has querido contar nada —preguntó con su usual tono monótono y sin interés

—No fue mi intención —negué sentandome en la cama mirando como desviaba la mirada tocándose el interior de la mejilla con la lengua

—Deja de decir eso, es irónico que lo hagas cuando te has acostado con otro teniendo novio —se quejó con leve molestia

—No sabéis cómo fueron las cosas —Reclamé y al ver como rodaba los ojos decidí seguir—, además no fue como pensáis.

—No hay una puta excusa para eso Alexandra. Sabes que yo siempre intento defenderte pero estamos hablando de mi hermano, y lo siento pero voy a estar de su lado siempre.

En cuanto dijo eso se levantó de la cama y salió por la puerta, dejándome allí con la tristeza encima.
Después de pensarlo un rato decidí levantarme y darme una ducha, si quería volver con Mattheo de nada servía vivir en la cama. Debía ir con él y, aunque sea difícil, explicarle la situación y contarle la verdad...

2 horas después

Narra Mattheo

Estábamos en la sala común aunque yo no estaba demasiado presente.
Mi mente estaba en Alexa, buscando una razón para no culparme por lo que hizo. De todos modos, fui yo quien la trató mal cuando estábamos juntos.

Pero joder, ¿Engañarme con un Gryffindor cualquiera? Me lo habría tomado mejor si hubiese sido aunque sea un Slytherin.

Estábamos los chicos, la sala común estaba vacía para nosotros. Mientras ellos jugaban al ajedrez mágico y Tom leía a mi lado.
Unos pasos se escucharon en las escaleras y sin saber que más hacer desvíe mi mirada hacia estás, notando mi corazón estrujarse al ver a mi pelirroja bajar por ellas.

No se veía bien, pero quise evitar mirarla y dirigí mi mirada hacia el tablero en la mesa, mientras los demás se quedaban en un incómodo y tenso silencio.

—Mattheo, podemos hablar? —pidió con esa voz que hacia mi piel erizar, pero ahora tenía un tono más apagado

—No, gracias

—Por favor... Te quiero explicar las cosas

Sonó tan suplicante que cuando su voz se quebró mi mirada volvió a ella, viendo cómo sus preciosos ojos verdes se cristalizaban y llevaba su puño a su boca calmando un sollozo que logró ocultar medio bien.
Suspiré y me quedé mirándola, pensándome que responderle.

—Si quieres decirme algo dilo aquí. Total, se lo voy a decir después —respondí con fingido desinteres, mientras el corazón me iba a mil y me comenzaban a sudar las manos

—No me hagas esto... —susurró haciendo que mi ceño se frunciera, por alguna razón había sonado como si le quisiese ocultar algo a los demás

Los cuales por cierto estaban en un sepultral silencio atentos a la escena.

—No estás para pedir Weasley

Me sonó incluso raro volver a llamarla Weasley, pero sentía que debía fingir dureza frente a ella. Me negaba a mostrarme débil frente a alguien y más si es la exnovia que me acaba de engañar. Tengo dignidad.

—No era mi intención, te juro que ese imbécil lo está diciendo porque no quiere contar la verdad —se excusó y yo solté un suspiro irónico

—Claro, como no te convenía que lo contase ahora es él el malo ¿No? —mi molestia se hacía notar en cada palabra y vi como ella negaba rápidamente

—Yo no quería, te prometo que yo no quería... —sonaba deseperada mientras lágrimas corrian por sus mejillas.

¿Ahora es ella la jodida víctima?

—No me hagas reír Alexandra, eres una hipócrita de mierda... —ya me estaba empezando a enojar bastante y decidí levantarme del sillón poniendome frente a ella

—¡¿Podrías confiar por un momento en mi?! ¡Joder Mattheo estás creyendo más a un desconocido que a mí! —la voz sonó frustrada y quebrada, mientras su llanto incrementaba

—¡¿Cómo pretendes que te crea?! ¡Me lo admitiste, me dijiste que si pasó algo!

—¡Pero no me dejaste terminar de explicarme!

—¡¿Qué me querías explicar, te querías poner a detallarme como te lo follaste?!

Mi voz sonó tan molesta y severa que no le di importancia cuando se me quebró. Ella agachó la cabeza y cubrió su rostro con sus manos dejando salir sonoros sollozos que, aunque siguiera molesto, partieron mi alma.
Los chicos estaban mirandonos como si se tratase de un espectáculo y su silencio indicaba lo seria que era la situación.

—Yo no quise... —susurró débilmente sin levantar la mirada

—¡Deja de mentir, mujer! ¡¿Qué me vas a decir, que te violó?! —grité sin pensar con demasiada rabia e ironía

—¡Si, si lo hizo!

Respondió al instante creo que sin calcular lo que decía, me quedé callado.
No podía ser verdad, no podía serlo...
Yo sabía que ella no sería capaz de mentir con algo asi pero ya no sabía que pensar.
Retrocedí levemente de la impresión que me dieron esas palabras y ella desvío la mirada a los chicos, que ya estaban a nuestro lado de pie.
Su mirada miró a todos con angustia y se dio la vuelta dirigiendose hacia las escaleras de los dormitorios intentando huir.

—¡Ey! —exclamó Theo parandole el paso, colocandose en la entrada a las escaleras— ¿Qué has dicho?

—No me gusta esta broma Alexandra, no lo hagas —la voz quebrada de Draco se hizo presente a mí lado

Por primera vez en mi vida había escuchado a Draco llamarla Alexandra, con sus ojos grises cristalizados, reflejando un dolor que nunca vi en él.
Mi estómago se revolvió al pensar en que esto no era una broma, en que realmente podía ser real, haciendo que de alguna forma comenzara a entrar en una especie de pánico.

—No estoy bromeando... —defendió sería la chica y yo retrocedí hasta el sillón sentandome en él, abrumado por la información, la rabia y el dolor— Mattheo te lo intenté explicar pero, no me dejaste hablar y- —habló con nerviosismo al verme y yo la interrumpí, joder todo esto era mi culpa

—Nombre

—¿Qué?

—Quiero el nombre de ese capullo, porque estoy deseando verlo sufrir hasta que él mismo me ruege por qué lo mate —mi rabia se intensifico al imaginarme a ese imbécil tocándola sin su consentimiento, ella llorando...

Joder necesito matar a alguien, lo necesito urgentemente

No quiero que tengas problemas... —habló dulcemente y yo levanté mi mirada mirándola, tan linda e inocente

Sin hablar me levanté y la envolví en un abrazo. Sintiendo como había estado necesitando de su tacto hace días. Ella lloró aferrandose a mi torso y yo sentí mi mundo caer a mis pies.
Me prometí una cosas, y eso era que nadie le haría daño. Y no solo había roto mi promesa golpeandola yo, si no que había dejado que un hijo de la gran puta abusara de ella.

Me sentía la persona más mierda del mundo...

Pero juro por mi propia vida que ese ser que no merece llamarse persona va a morir en mis manos después de sufrir, de sufrir mucho.
Y esta promesa la voy a cumplir...

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MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Where stories live. Discover now