37. Las primeras agresiones

2.1K 114 0
                                    

Estábamos en clase de Slughorn y yo me senté junto a Draco mientras, como siempre, Tom y Mattheo estaban atras nuestra.
La clase era aburrida y estaba deseando que acabara para encerrarme en mi habitación.

El tema de mi peso seguía siendo algo muy delicado para mí, sobre todo porque había pasado 1 mes y medio y los chicos me habían obligado a comer haciéndome engordar, mis huesos se notaban todavía bastante pero no tanto como antes. Ya tenía un aspecto más sano y mi piel no estaba tan pálida, pero había días que simplemente quería desaparecer y dejar de comer de nuevo.
Y hoy era uno de esos días, hoy me había despertado con una carta de mi madre recordándome que no debía comer.

No le había contado a los chicos que mi madre me escribía esporádicamente para recordarme siempre lo mismo, que estaba gorda y que no comiera, tampoco les había dicho que era ella quien me había estado hablando así de mi peso como para hacerme adelgazar enfermizamente.

—Estas raro —hablé viendo cómo Draco jugueteaba con sus anillos sin prestar atención a la clase

Llevaba días actuando distante y apagado con todos, y no podía evitar preocuparme porque sabía que Voldemort estaba detrás de esto.

—Estoy bien —respondió forzando una sonrisa, que fue mas como una mueca, y colocó su mano en mi muslo acariciandolo levemente de forma tranquilizadora

—No lo estás —aseguré y el suspiro desviando la mirada

—Lo que tú digas

—Solo me preocupo por ti Draco —me quejé cuando vi su cara de molestia

—Pues no lo hagas —espetó con notable molestia y justo en ese momento se acabó la clase

No espero un segundo para salir casi corriendo sin esperar a nadie, dejándome aún sentada sola.
Tom se acercó y agarro mis cosas con una mano ayudándome a guardarlas, lo miré intentado que me dijera lo que sabía pero él simplemente se encogió de hombros.

—A mi ni me mires, yo no sé nada —se negó y agarro mi mano cuando todo estuvo recogido, saliendo así del aula

—Seguro que si sabes, tiene que ser algo de tu padre —dije y noté como todos los músculos de su cuerpo se tensaban

—Dejate de tonterías Alexa —se quejó y ambos llegamos a la sala común

Las clases habían acabado y las personas estaban por allí hablando y divirtiéndose, aunque los sillones estaban ocupados por mis amigos.
Cuando nos acercamos Mattheo clavó si mirada en nuestras manos y rodó los ojos con molestia para, segundos después, levantarse y dirigirse hacia su habitación.
Fruncí el ceño y Tom se sentó en uno de los sillones, yo lo dudé pero decidí ir tras Matt para ver qué le pasaba.

Cuando llegué a su puerta entré sin tocar y la cerré a mís espaldas, el castaño estaba sentado en su cama con la cabeza entre sus manos mientras maldecia en voz baja.

—¿Estás bien? —pregunté cuando me acerqué a él, intentando acariciar su cabello pero él le dió un manotazo a mi mano apartándola

—No me toques —avisó y yo fruncí el ceño

—¿Qué se supone que he hecho? —pregunté empezando a molestarme

—¿Todavía preguntas? —la rabia se notaba en cada palabra que decía y ni siquiera era capaz de mirarme

—Pues si te pregunto es que no lo sé

—¿Aparte de puta eres idiota? —preguntó con ironía levantandose de golpe encarandome

—¿Perdón? ¿Quién mierda te crees que eres para hablarme así? —me quejé con molestia dándole un empujón

—Solo digo la verdad, eres una puta que va por ahí calentandole la polla a mí propio hermano. Incluso parece que es él tu novio, aunque a él si le va estar con perras

En cuanto esas palabras salieron de su boca me di media vuelta con la intención de salir de allí, no se qué mierda le pasa, pero ese no es el Mattheo con el que salía y mucho menos pensaba soportarlo estando así de imbécil.
No pude acercarme siquiera a la puerta porque su mano agarró con fuerza mi muñeca y tiro de mi cuerpo, haciendo que cayera bocarriba sobre la cama.

—¡Déjame en paz Riddle!

—¡¿Ahora qué, te vas a largar y ya?! ¡Eres una zorra que solo quiere tener a todos a sus pies, pero adivina algo, no eres más que una niñata inmadura! —gritó mientras se colocaba sobre mi y agarraba mi cuello

Comenzó a hacer presión haciéndome sentir como me quedaba sin aire. Mi cuerpo se retorcía bajo su cuerpo mientras él me miraba con odio, disfrutando de mi desesperación y mi dolor.

—Matt... Porfavor, me haces... D-daño... —murmuré débilmente mientras intentaba quitar sus manos de mi cuello.

—¿Te hago daño? A ver si así aprendes a no ser una perra necesitada

Mi vista se nubló por la lágrimas y comencé a llorar notando como mojaba su mano, y como poco a poco el iba soltando su agarre.
Cuando se quitó de encima mío no quise moverme, me quedé tumbada y me hice una bolita mientras lloraba y notaba su mirada fija en mí.

—Joder, amor lo siento, no se que me ha pasado yo... —comenzó a explicar pero yo no quise ni mirarlo

Comenzó a dar vueltas por la habitación pero terminó saliendo por la puerta mientras maldecia en voz baja.

No bajé en todo el día, siquiera salí de la habitación de Mattheo y me pasé las horas llorando

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

No bajé en todo el día, siquiera salí de la habitación de Mattheo y me pasé las horas llorando. Era la hora de la cena y decidí no bajar, resulta que al agarrarme con tanta fuerza del cuello me había dejado un gran morado en este, justo con la forma perfecta de su mano.
Cuando estaba a punto de salir por la puerta para irme a mí habitación el castaño entró colocando sus manos en mi cintura sin dejarme salir.

—¿Te vas ha quedar a dormir? —preguntó de forma tan cínica que no pude evitar entrecerrar los ojos al mirarlo

—No —mi voz sonó tan fría que incluso él se sorprendió

—Bueno... Si cambias de opinión ven, no tengo nada que hacer

Cuando terminó esa frase con toda la tranquilidad y algo de molestia se adentro en el baño cerrando con un portazo, di un pequeño respingo y antes de que se pusiera más agresivo salí casi corriendo de esa habitación. Procurando que nadie viera mi cuello, ni el morete que tenía en la muñeca del agarre de mi novio.

Cuando llegué a mí cuarto solté un suspiro de alivio, no podía llorar, porque las chicas me preguntarían y no quiero que se den cuenta. Tampoco puedo desahogarme porque nos van ha juzgar, seguramente solo estaba estresado y no ha sabido actuar.
Porque él no es así, mi novio no es así...



MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Where stories live. Discover now