32. ¿De verdad ésto es amor?

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Después de días llegó el día de irnos a casa, las vacaciones de Navidad.
Mattheo estaba ayudandome a bajar mi baúl a la sala común mientras Draco maldecía desde la sala común porque no quería volver a su casa y Tom leía sentado en el sillón.

Raramente, está vez éramos los primeros en estar listos, por mi habitación corrian de un lado a otro las chicas mientras preparaban sus cosas y la verdad fue un alivio salir de allí.
Las adoro pero estar meses aguantando sus ataques de hiperactividad es lo más estresante que te puede pasar.

Hoy iba vestida con unos jeans y una sudadera verde oscuro de Mattheo, una trenza recogía mi pelo rojizo y unos botines negros mantenían mis pies en calor.
Mattheo iba igual que Tom y Draco, los tres en traje negro.

—Vamos —hablé al llegar frente al rubio y al azabache, los cuales miraron en nuestra dirección.

Sin decir nada se levantaron y los cuatro comenzamos a caminar hacia las afueras del castillo.
Reinaba el caos en los pasillos, alumnos corriendo de un lado a otro, algunos riendo y otros lamentándose.

Sin darle importancia nos cruzamos con Ron y sus dos amiguitos, Mattheo y Tom no tardaron en hacerles comentarios desagradables pero para mi sorpresa, Draco no abrió la boca en ningún momento, mantuvo su mirada apagada mientras jugaba nerviosamente con sus anillos.
Me acerqué a él con confusión y coloqué mi mano sobre las suyas, haciendo que levantara su mirada encontrándose con la mía.

—Ey, todo bien rubio? —pregunté mientras él rodeaba mi cintura con su brazo.

—No lo sé, no quiero volver a casa Lexi, lo único que me mantenía al margen de la realidad era pasar tiempo contigo, pero tú no vas ha estar allí —dijo escondiendo su cabeza en mi cuello mientras yo enrollaba mis brazos alrededor de su cuello.

—Sabes que Tom me tiene prohibido aparecer por allí, quién tú sabes está interesado en mis habilidades y no es seguro... Enserio, lo siento —dije con pesar acariciando su cabello y él negó lentamente con su cabeza.

—Tranquila, yo soy el que más interés tiene en mantenerte a salvo. De todas formas nos escribiremos diariamente, no pasa nada —sentenció mirándome con una sonrisa triste.

Asentí y dejé un beso en su mejilla. Giramos nuestras miradas hacia los mellizos, viendo cómo el trio de amigos se iba con molestia y los antes mencionados los miraban marcharse con sonrisas burlonas.

—Espacio personal —se quejó Mattheo cuando nos miró.

Agarró mi mano y tiro de mi comenzando a caminar, haciendo que los demás comenzáramos a reír.

Llegué a la puerta de la madriguera, mientras mi madre hablaba con mis hermanos me adelanté y la abrí, entré y con rapidez me dirigí al cuarto de los gemelos

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Llegué a la puerta de la madriguera, mientras mi madre hablaba con mis hermanos me adelanté y la abrí, entré y con rapidez me dirigí al cuarto de los gemelos.

—Y... ¡Aquí está la problemática de la familia! —gritó Fred al verme entrar por la puerta.

Rodé los ojos sonriendo y me apresuré a llegar a su lado, colocándome entre George que estaba tumbado y Fred, que estaba sentado a los pies de la cama.

—Os quiero contar algo —comenté vacilando si hacerlo o no.

—Te escuchamos —contestó George acomodándose en la cama, ambos clavando su curiosa mirada en mi rostro, el cual no demostraba más que miedo e indecisión.

—Estoy saliendo con alguien... —susurré tan bajo que ambos fruncieron el ceño sin entender lo que había dicho.

—Deja los dramas... —comenzó Fred

—...y cuéntalo ya —finalizó George, ambos con una sonrisa despreocupada.

—Que estoy saliendo con un chico —hablé y por un momento se me quedaron viendo con incredulidad.

—¡Nuestra hermana pequeña tiene novioo! —molestó Fred cuando reaccionó.

Ambos comenzaron a reír y a saltar por toda la habitación, pero mi expresión seguía sería, preocupada por como reaccionarían cuando supieran de quién se trataba.

—¡¿Y quién es?! —preguntó George agarrando mis hombros, zarandeandome levemente.

—Mattheo Riddle —dijé directamente después de dar un profundo suspiro.

Me soltó inmediatamente y ambos quedaron completamente quietos, mirándome con seriedad.
Luego de diez minutos de un fúnebre silencio, Fred se tapó el rostro con sus manos y George pasó sus manos por su pelo con frustración.

—¿Lo quieres enserio? —preguntó Fred haciendo que George y yo lo mirásemos con confusión.

—Si... —asentí tímidamente.

Otro silencio reinó en la habitación haciendome sentir cada vez peor.

—Yo... —intenté excusarme pero Fred me interrumpió enseguida.

—Es normal que te enamores, pero no te intentes excusar, si de verdad lo quieres no pondrías excusas a lo vuestro, si de verdad lo quieres no dudarias en enfrentarte a todos con tal de estar a su lado, sin importarte lo que los demas pensemos. Así que no te voy a decir que hacer porque ya eres mayorcita, pero replanteate si lo que de verdad sientes es amor —sentenció con seriedad Fred.

Me quedé en silencio mirándolo, tragué grueso y con la mirada agachada salí de su habitación.
No pensé que se lo tomarían tan bien, pero lo que dijo mi hermano me dejó pensando.

¿De verdad estoy enamorada de Mattheo?

MI PERDICIÓN || MATTHEO RIDDLE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora